Capítulo 12

1 0 0
                                    

Recuerdo el día que por fin me gradué. Invité a José a acompañarme, y mis amigas estaban esperando con una mezcla de emoción y nerviosismo. Cuando lo vi llegar, mi corazón se llenó de alegría. José apareció con un ramo de flores super lindo, sonriendo de oreja a oreja.

—¡Felicidades, graduada! —dijo, entregándome las flores con una reverencia juguetona.

—¡Gracias, José! —exclamé, sintiendo que las mejillas me ardían de felicidad. —No tenías que traerme flores.

—Por supuesto que sí. Este es un día especial, y quiero que sepas cuánto me importa —respondió, mirándome a los ojos con sinceridad.

Mis amigas se acercaron, emocionadas.

—¡Qué lindo gesto, José! —dijo María, mientras las demás asentían con entusiasmo.

Gracias, chicas. Solo quería hacerla sentir especial en su gran día —respondió él, guiñándome un ojo.

Mientras caminábamos hacia el auditorio, no podía dejar de pensar en lo afortunada que era. La ceremonia fue mágica, llena de risas y lágrimas de alegría. Cuando llegó el momento de recibir mi diploma, sentí una mezcla de orgullo y emoción. Después de la ceremonia, nos reunimos para celebrar. José se mantuvo a mi lado, y cada vez que me miraba, sentía que mi corazón latía más rápido.

—¿Te gustaría hacer algo especial después de la graduación? —me preguntó, su voz suave y llena de emoción.

—Claro, me encantaría. ¿Qué tienes en mente? —respondí, sintiendo que la emoción crecía.

—Pensé que podríamos ir a ese restaurante que tanto te gusta. Quiero celebrar contigo —dijo, sonriendo.

—¡Eso suena perfecto! —dije, sintiendo que la felicidad me invadía.

Mientras nos dirigíamos al restaurante, mis amigas nos miraban con complicidad, y no podía evitar sonreír. La conexión entre José y yo se sentía más fuerte que nunca, y en ese momento, supe que había encontrado a alguien realmente especial.

La noche fue mágica, llena de risas, anécdotas y promesas de un futuro brillante. Mientras miraba a José, me di cuenta de que no solo era un compañero en esta celebración, sino que también era alguien con quien quería compartir muchas más aventuras en el futuro.

—Emily, tengo que decirte algo —comenzó, tomando un sorbo de su bebida—. Eres hermosa, realmente hermosa. Nunca he conocido a alguien como tú.

—No solo eso —continuó, acercándose un poco más—. Estoy tan feliz contigo. Me haces sentir vivo, y creo que eres el amor de mi vida.

Su declaración me dejó sin aliento. Las palabras flotaron en el aire entre nosotros, llenas de significado. Miré a sus ojos, buscando la sinceridad en su mirada.

—¿De verdad lo sientes así? —pregunté, sintiendo que el corazón me latía con fuerza.

—Sí, lo siento en lo más profundo de mi ser. Cada momento que paso contigo es especial. Me haces querer ser una mejor persona —dijo, su voz llena de emoción.

No podía creer lo que estaba escuchando. La conexión que habíamos construido en tan poco tiempo era increíble.

—José, yo también siento algo muy fuerte por ti. Nunca pensé que podría encontrar a alguien que me entendiera así —admití, sintiendo que la emoción me invadía.

Él sonrió, y en ese instante, supe que estábamos en la misma página. La promesa de lo que podría venir me llenaba de esperanza.

—Entonces, brindemos por nosotros —dijo, levantando su copa llena de fresco —. Por un futuro lleno de amor y aventuras

—¡Por nosotros! —respondí, chocando mi copa con la suya, sintiendo que estábamos comenzando un hermoso capítulo juntos.

José era muy caballeroso, en todos esos días que estábamos saliendo nunca me había hecho algo que me hiciera sentir incómoda, nunca me obligó hacer algo que yo no quisiera y ya llevábamos 5 meses saliendo.

Al día siguiente, después de un largo día de clases, decidí salir a cenar con mis amigas. Nos encontramos en nuestro restaurante favorito, y la emoción en el aire era palpable. Mientras nos sentábamos, la conversación rápidamente giró hacia José y nuestra relación.

—Entonces, ¿qué tal va todo con José? —preguntó Claudia, con una sonrisa traviesa.

—¡Es increíble! —respondí, sintiendo que una sonrisa se dibujaba en mi rostro—. Me hace sentir tan especial.

—¿Y qué hay de los besos? —intervino María, con un guiño—. ¿Ya han tenido uno?

—Aún no. 

—¿Y qué estás esperando para dar el siguiente paso? —preguntó Cecilia, levantando una ceja—. ¿No crees que ya es hora de tener un beso por lo menos?

Negué con la cabeza, sintiendo que un ligero rubor me invadía.

—¿En serio? —dijo Claudia, con incredulidad—. ¿Por qué esperar tanto?

—Porque creo que es importante. Quiero que todo sea especial y significativo —expliqué, sintiendo que debía defender mi postura.

—Oye, Emily, ¿y qué pasa con la intimidad? —¿Cuándo piensas empezarla?

—¿Intimidad? —repetí, sintiendo que el rubor me subía a las mejillas—. Bueno, he decidido que quiero esperar hasta el matrimonio para eso.

—¿En serio? No entiendo por qué querrías esperar tanto. La intimidad es una parte importante de una relación, ¿no crees?

—En el matrimonio es importante, recuerda que yo opino como está escrito en la biblia, ahí nos aconsejan que tenemos que esperar hasta el matrimonio si no sería fornicación y eso está mal. 

—Pero, Emily, ¿no crees que estás perdiendo el tiempo? —insistió, con un tono de preocupación—. ¿Qué pasa si José no está de acuerdo con eso?

—No lo sé, pero hasta ahora nunca se me ha insinuado de manera inapropiada. Siempre ha sido tierno y respetuoso. Eso es lo que más me gusta de él —dije, sintiendo que mi corazón se llenaba de cariño al hablar de José.

—Está bien, si eso es lo que quieres —dijo Claudia, finalmente cediendo—. Pero no dejes que eso te impida disfrutar de lo que tienes con él.

—Lo sé, y estoy disfrutando cada momento. Solo quiero que todo sea perfecto —respondí, sintiendo que la conversación había aclarado mis pensamientos.

María sonrió, y aunque no estaba completamente de acuerdo, sabía que mi felicidad era lo más importante. La charla continuó, pero en el fondo, me sentía más segura de mi decisión. La conexión que compartía con José era única, y estaba dispuesta a esperar lo que fuera necesario para que todo fuera especial.

Emily sabía que el tema de esperar hasta el matrimonio para tener intimidad sexual era delicado y difícil de abordar. Solo podía confiar en que José lo entendería y estaría de acuerdo con su posición. Aunque habían platicado sobre muchos temas, nunca habían hablado de creencias religiosas. Emily no sabía si José creía en Dios o no. Se sintió un poco avergonzada de no haber considerado esto antes de empezar a salir con él. Eso debería haber sido lo primero que tuviera en cuenta antes de iniciar una relación.

Ahora que las cosas se estaban volviendo más serias entre ellos, Emily sentía que tenía que hablar sobre esto con José lo antes posible. Era importante estar en la misma página cuando se trataba de valores y principios morales. Aunque le daba un poco de miedo abordar el tema, sabía que era necesario para que su relación tuviera una base sólida. Si José no estaba de acuerdo con esperar hasta el matrimonio, tal vez no eran compatibles a largo plazo. Pero si él respetaba su decisión, sería una señal de que estaban hechos el uno para el otro.

Secuestrada por un conocidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora