Capítulo 17

2 0 0
                                    

Al día siguiente, era sábado y José estaba en sus clases de música. Yo me había quedado en casa, viendo televisión, cuando escuché una noticia que me heló la piel. La reportera hablaba de un asesinato reciente, de una persona que había estado desaparecida durante un año. La posibilidad de que este caso pudiera llevar a la identificación de otras víctimas que también habían desaparecido sin dejar rastro me hizo recordar de inmediato a los asesinatos de la hermana de Lucas y de la joven que había sido asesinada en su casa.

—No puede ser... —murmuré para mí misma, sintiendo un escalofrío recorrer mi espalda.

La reportera continuó, describiendo el su modus operandi del asesino. Buscaba a chicas con cabello ondulado, castaño, piel pálida y ojos grandes de color marrón, de entre 19 y 25 años. Mi corazón se detuvo al darme cuenta de que esa descripción encajaba perfectamente en mis características. 

—¿Por qué no había escuchado de estas chicas desaparecidas antes? —me pregunté, sintiendo una punzada de culpa por no estar al tanto de lo que sucedía a mi alrededor.

—Emily, ¿estás bien? —preguntó, notando la expresión en mi rostro.

—No, mamá. Acabo de ver una noticia sobre chicas desaparecidas y un asesinato. Me siento mal por no haber escuchado nada antes —respondí, sintiendo que la ansiedad comenzaba a apoderarse de mí.

—Yo tampoco estaba enterada —dijo mi madre, su voz llena de preocupación—. Es alarmante lo que está pasando. Quiero que tengas mucho cuidado cuando salgas.

—Lo sé, mamá. Pero no puedo evitar sentirme asustada. ¿Qué pasa si hay un asesino suelto? —dije, sintiendo que el miedo se apoderaba de mí.

—Es comprensible que te sientas así. Solo quiero que salgas acompañada y evites estar sola en lugares oscuros o poco concurridos. Tu seguridad es lo más importante para mí —me aconsejó, tomando mi mano con ternura.

—Prometo que tendré cuidado. Pero, ¿y si mis amigas están en peligro? —pregunté, sintiéndome abrumada por la preocupación.

—Habla con ellas. Mantente en contacto y asegúrate de que todas estén bien. Es importante que se cuiden mutuamente —dijo mi madre, su mirada firme pero comprensiva.

—Tienes razón. Voy a enviarles un mensaje ahora mismo —respondí,  aunque sabía que la que corría más peligro era yo, porque esas características encajaban perfectamente en mí. 

Mientras tomaba mi teléfono, mi madre se quedó a mi lado, dándome apoyo. Escribí rápidamente a mis amigas, asegurándome de que todas estuvieran al tanto de la situación y recordándoles que se cuidaran.

—¿Vas a salir hoy? —me preguntó mi madre.

—No, creo que me quedaré en casa un rato. Necesito procesar todo esto —respondí, sintiendo que necesitaba un tiempo para mí.

—Gracias, mamá. Aprecio tu apoyo —le dije, sintiendo que su amor me daba fuerzas.

Esa noche, mientras la televisión seguía en segundo plano, recibí una llamada de José. Su voz sonaba cálida y reconfortante, y no pude evitar sonreír al escuchar su saludo.

—Hola, Emily. Te extraño —dijo, y su tono me hizo sentir una oleada de felicidad.

—Yo también te extraño, José —respondí, sintiendo que el peso del día se aligeraba un poco.

—¿Cómo has estado? 

—He estado un poco preocupada por las noticias... sobre las chicas desaparecidas —le conté, sintiendo que necesitaba compartir mis inquietudes con él.

—No sabía nada de eso. ¿Qué ha pasado? —dijo, su voz ahora más seria.

Le expliqué brevemente lo que había escuchado, sobre el asesino y las descripciones de las víctimas. Sentí que mi corazón se aceleraba al hablar de ello.

—Eso suena aterrador, Emily. Pero quiero que sepas que estaré contigo. No tienes que preocuparte —dijo José, y su firmeza me dio un poco de consuelo.

—Gracias, José. A veces siento que todo esto me abruma —admití, sintiendo que el miedo me estaba afectando más de lo que quería reconocer.

—Mañana tengo el día libre y quiero pasarlo contigo. ¿Qué te parece si vamos al cine? —sugirió, y su entusiasmo era contagioso.

—Me encantaría. Necesito un descanso de todo esto —respondí, sintiendo que la idea de pasar tiempo con él me alegraba el día.

—Perfecto. Te recogeré a la 1 PM. Vamos a disfrutar y a olvidarnos de todo por un rato —dijo, y su voz sonaba llena de alegría.

—Está bien, José. Estoy ansiosa por verte —le dije, sintiendo que mi corazón se llenaba de esperanza.

—Yo también. Cuídate esta noche, y no pienses demasiado en las noticias. Mañana será un buen día —dijo, y su tono tranquilizador me hizo sentir más segura.

Después de colgar, me recosté en el sofá, sintiendo que el miedo comenzaba a desvanecerse un poco. La idea de pasar el día con José me llenaba de felicidad. Sabía que, aunque el mundo afuera podía ser aterrador, tenía a alguien que se preocupaba por mí y que estaría a mi lado.

Mientras me preparaba para dormir, pensé en lo importante que era tener a alguien como él en mi vida. Mañana sería un nuevo día, y estaba lista para disfrutarlo.



Secuestrada por un conocidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora