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(ɴᴀʀʀᴀ ᴇᴍɪʟɪᴀ)

Después de esa quedada, no volví a ver a Mauro, y fue un total infierno para mí.

Bueno, mejor dicho, no vi a nadie estos ultimos 15 días.

La verdad que dos días después de ese día, me enfermé y no pude ver a nadie.

Me pasó que tuve y tengo un resfriado muy fuerte y nadie me puede visitar, pero ahora mismo estoy mucho mejor.

Mauro se estuvo preocupando mucho por mí, cosa que me pareció demasiado tierna.

Desde ese día quiere venir a mi casa, pero ni mi mamá ni mi papá lo conocen, no lo voy a invitar a la casa, que lo vean y yo en cama sin poder mover un dedo. Así que estoy esperando el momento que los dos se vayan de mi casa para invitarlo.

Solo estabamos mi mamá y yo en la casa, y yo seguía esperando a que entrara por la puerta y que me dijera lo que llevaba esperando dos semanas.

De la nada, escuché el sonido de la puerta abrirse, rezando para que lo diga.

—Mi vida, me tengo que ir de la casa una horita, te vas a quedar sola, por favor, cuídate.

Cuando dijo eso, una sonrisa se me poso en la cara, por fin iba a poder ver a Mauro.

—Está bien, además, estaré perfecta, se cuidarme.

—Eso espero.— Dijo antes de besarme la frente e irse.

Cuando escuche la puerta de afuera cerrarse, fue cuando agarré mi celular y llamé a Mauro.

—¡Mauro! ¿Podés venir a mi casa? Estoy sola.

—Obvio, en 5 salgo.— Habló, haciendo que estuviera feliz, demasiado feliz.

Espere a que llegara, cuando en 10 minutos el timbre sonó.

Yo intenté salir de la cama para abrirle pero...

Mierda.

No puedo, me duele el cuerpo. ¿Qué mierda hago?

—La puta madre. ¡Mauro! ¡Mauro! — Intenté gritar lo más fuerte que pudiera, pero no pude.

Agarré mi celular y le llamé, si no podía llamarle desde acá, tenía que llamarle por teléfono.

{—Mauro, hay un pequeño problema.

—¿Qué pasó?— Preguntó preocupado.

—Es que... Yo no me puedo levantar de la cama, me duele todo, y eso no lo había pensado.

Solo pude escucharlo reírse, a lo que yo me enoje.

—¿De que te reís? Pelotudo.

—De vos.

—Andate a la mierda, flaco.

—Ey, era broma, ya busco una solución.

La llamada se quedó en un rato de silencio, yo esperando a que Mauro hablara, Mauro pensando como entrar a mi casa.

—¡Ya sé! Puedo intentar subir por la ventana.

—¿Esa es la única idea que se te ha ocurrido?

—La verdad que sí.— Los dos nos reimos y le colgué, esperando a que entrara por mi ventana, que llevaba a la calle.}

Espere más de 5 minutos, justo escuché un golpe, preocupandome.

—¡Mauro! ¿Estás bien?

—Sí, ya casi estoy.

Lo vi asomado y no pude evitar sonreír.

—¡Hola! Te extrañe mucho.— Dije cuando por fin terminó de subir y lo abracé muy fuerte.

— Yo también.— Me besó la frente, y yo cerré los ojos por la satisfacción y la paz que sentía cuando estaba a su lado.

Se acercó a mi rostro para intentar darme un beso, pero justo me acordé que estoy enferma.

—¡Ey!— Me alejé.

—¿Qué pasó? ¿No me querés?— Yo me reí ante su respuesta, no me imaginé a Mauro diciendo eso con un puchero en la boca.

— No es eso, es que estoy enferma, ¿te acordás?

— Ahh, si verdad, que pelotudo.— Los dos nos reímos.

— Pero ya estoy mejor.— Me acerqué a su boca, dándole un pequeño beso rápidamente.

—Ey, me vas a enfermar.— Se hizo el enojado, aunque eso no le duró mucho, ya que a los 3 segundos se empezó a reír, me miró de reojo y me besó.

El beso duró más de 5 segundos, los mejores segundos de mi vida.

Mauro es mi compañero, llevamos 3 meses saliendo y yo siento como si fueran 4 años, lo amo demasiado, es el mejor compañero que me podía haber tocado en mi vida, el mejor de todos.

—Te quiero mucho, no sé si ya te lo dije.

— Ya me lo dijiste 20 veces, y yo también te quiero mucho.

— ¿Sabés? Yo antes de tenerte a ti, era un drogadicto de mierda, pero cuando te conocí, y supe que eras tan dulce y buena, para acercarme a ti, intenté dejar las drogas, pero a la primera no pude. Ahora estoy intentando dejarlas, solo por vos.

— Mauro... Es lo más hermoso que me dijeron, te amo demasiado.— Uy, ¿qué dije? Mierda, va a pensar que soy una loca, nunca le dije te amo.

— Yo también.— Me besó más no poder.

Mauro's Pov.

Nunca Emi me había dicho te amo, y fue la frase que recordaré toda mi vida.

Ya eran las 10 de la noche, y su mamá volvería cuando sea, así que ya me tenía que ir.

— Emi, ya me tengo que ir, tu mamá puede volver el cualquier momento.

—Bueno.— Habló no muy convencida. Despues de casi 3 semanas sin vernos, me iba a ir otra vez.

Le di un beso y rápido me fui a la puerta de su casa. La abrí y, menos mal, no había nadie afuera. Salí corriendo, cerré la puerta y me fui a mi casa.

Cuando llegué, que tarde 10 minutos, me tiré a la cama, extrañando a Emilia. Otra vez.

La verdad que mi vida es mejor por ella, por qué cada palabra que le dije, fue cierto. La amo demasiado, se volvió en poco tiempo alguien muy especial para mí.

Ella y todos mis amigos. Son las mejores persona que podía haber conocido, posta.

No podía dormir, así que me puse a jugar a uno de mis juegos favoritos, Fortnite.

— ¡Pelotudo, tiene hacks, ni me apuntaba y ya me estaba disparando! Que idiota.— Hablé gritando, pero no tan alto, para que mi familia no se despertase.

Ah, si, se me olvidó decir que tengo una hermana, pelotuda, pero tengo una hermana. La amo mucho, y ella me ayudo con Emilia, si no, yo estuviera en mi cama ahora sin conocerla ni mover un dedo, o quién sabe, a lo mejor estuviera de fiesta, drogado, en una esquina de cualquier calle.

LA BOTELLA || Duki & Emilia MernesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora