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La semana transcurrió de manera sorprendentemente bien. 

Mei no podía creer lo rápido que habían avanzado las cosas entre Toji y Marin. Cada vez que observaba a la castaña, notaba un brillo especial en sus ojos, una mezcla de satisfacción y entusiasmo que la delataba. Sin embargo, lo que realmente la dejó boquiabierta fue cuando Marin, con una sonrisa traviesa, le confesó que ya habían dado el siguiente paso en su relación. Mei casi se va de espaldas, incapaz de procesar cómo las cosas habían escalado tan rápido.

—¡¿En serio?! —exclamó, aún atónita mientras Marin asentía con una sonrisa radiante.

—Sí, y ha sido... increíble, —respondió Marin, con una mirada que destilaba complicidad y felicidad. Mei se contagió de esa emoción, sintiendo una oleada de felicidad por su amiga. Sabía cuánto había esperado Marin para encontrar algo real y significativo, y ahora, todo parecía estar encajando a la perfección.

Marin, consciente de lo afortunada que era, decidió que era el momento de devolver el favor a su amiga.

—Oye Mei, para este viernes, dejaré la actividad del campamento a tu cargo —le dijo, como si la idea hubiera surgido de la nada, pero con una intención clara en su mirada.

—Sí, pero... —Mei hizo una pausa, un suspiro escapando de sus labios— No sé de dónde voy a sacar un guardia. El último que teníamos renunció apenas ayer, y no tengo tiempo para encontrar a alguien nuevo.

Marin la miró con una sonrisa traviesa, claramente ya tenía un plan en mente.

—Yo me encargo de eso —dijo, sin perder el ritmo— No te preocupes por nada. 

Mei la observó salir de la oficina de dirección con determinación, dirigiéndose a su clase. Sabía que podía confiar en ella.

Marin, ya fuera de la vista de Mei, sacó su teléfono y marcó un número que conocía de memoria. Cuando la llamada fue contestada, una voz animada resonó al otro lado.

—Hola —saludó Marin, con un tono juguetón en su voz.

—Señorita —respondió él con entusiasmo— ¿Qué se le ofrece a la próxima señora de Fushiguro?

Marin no pudo evitar sonreír ante el título que le había dado, pero decidió no perder el enfoque.

—¿Tienes planes para el viernes? —preguntó, tratando de sonar casual.

—Nop, tanto Toji como yo estamos de vacaciones. ¿Por qué? ¿Qué estás planeando ahora? —preguntó él, con una mezcla de curiosidad y diversión.

—Bueno, necesito un favor, —admitió Marin— Quería saber si podrías venir a mi trabajo como ayuda extra, algo temporal.

La línea quedó en silencio por un segundo, pero luego él respondió con firmeza—Claro que sí, solo mándame la ubicación y la hora. Estaré allí.

Marin dio un pequeño salto de felicidad, sintiendo cómo su plan empezaba a encajar perfectamente.

—¡De acuerdo! Te veré el viernes entonces. ¡Bye! —colgó la llamada con una sonrisa que no podía ocultar, sintiendo que todo se estaba alineando a su favor.

Con su misión cumplida, volvió a centrarse en sus tareas, sabiendo que había dado un gran paso para ayudar a su amiga y asegurarse de que el campamento saliera según lo planeado.

...

El tan esperado viernes finalmente llegó. Ningún niño asistió a la escuela hasta las 6 de la tarde, la hora señalada para el inicio de la actividad. Sin embargo, Toji llegó antes para ayudar a Marin con los preparativos. Cuando el lujoso auto en el que venían se estacionó frente al edificio, la sorpresa fue inevitable. Todos los trabajadores del lugar los observaron boquiabiertos al verlos llegar juntos, compartiendo vehículo como si fuera lo más natural del mundo.

Hurt-Toji FushiguroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora