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Anael abrió los ojos con lentitud mientras se quejaba algo adolorida en la cama que reconocía no era suya, se incorporó con lentitud mientras llevaba su mano a la cabeza, punzaba bastante, observó a su alrededor, ¿Dónde estaba? ¿Qué había pasado? ¿Cómo llegó allí si lo último que recordaba era haber ido al departamento de su profesor Edmund? Chasqueó la lengua con un suspiró, cerró los ojos masajeando su cuello tratando de tener una mínima memoria de lo que había pasado antes de despertar en ese desconocido sitio, fue cuando los recuerdos golpearon su mente sacándole un jadeo de asombro.

*Flashback*

—Anael, no pelees conmigo, no entiendes la gravedad del asunto —reprendió Rafael con mal carácter, cansado de tener que lidiar con las imprudencias de los humanos.

—Oye —aquella voz gruesa y varios tonos más baja de lo común erizó la piel de la humana que volteó en su dirección encontrándose con Imonae sosteniendo por el cuello a Thomas mientras su verdadera forma demoníaca se hacía presente—. Suéltala o verás lo que puedo hacerle a este idiota, aquí, en la Tierra, con mis habilidades destruyendo todo lo que tú y los tuyos han tratado de mantener en pie.

Anael observó a Rafael notando cómo este apretaba los dientes sabiendo que debía hacerle caso, ella supo de inmediato que el rubio no estaba bromeando, que allí podía desatarse una de las más grandes tragedias seguida de la declaración de guerra entre el Infierno y el Cielo.

—Lo mejor será que te retires, Imonae —habló Rafael mientras retenía a la joven por el brazo.

—Quítale tus manos de encima —el demonio bramó molesto, la energía a su alrededor se agitaba con fuerza logrando que muchos escombros y muebles fueran aventados por todos lados siendo imposible acercarse—. Libérala.

—No puedo hacer eso, no es necesario que hagas esto, no dejaré que se acerque a ti hasta que controles tu poder —espetó jalando a la chica hacia atrás para protegerla de posibles daño.

Ann observaba todo horrorizada, estaba preocupada por sus padres pero también por ese hombre oscuro que estaba decidido a enfrentar a toda la horda de ángeles que presenciaba el hecho, detalló a cada soldado de luz sabiendo que no sería capaz de ganar pues Imonae estaba débil, él mismo lo había dicho y ella no quería que se desatara una masacre en lo poco que quedaba de su hogar; intentó acercarse pero Jhosiel la retuvo desde atrás por los hombros, en cuanto Ann volteó sobre su hombro para verlo vio al guía negar con lentitud, no era momento, el diablo estaba descontrolado y podía ser peligroso para su vida humana.

—Imonae, retírate —hablo Jhosiel con calma sin quitar sus manos de los hombros de la universitaria—. Si Anael se acerca a ti no soportará la energía que te rodea, ella es humana, recuérdalo.

—Ellos van a apartarla de mi como lo hicieron en el pasado —espetó el demonio no queriendo dar el brazo a torcer.

—La decisión es de Anael, siempre ha sido así —Jhosiel respondió serio—. Yo la cuidaré, no tienes que terminar mal este encuentro, no le muestres una parte de ti que no quieres que conozca todavía.

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