Anael se encontraba lavando su rostro en el baño, no dejaba de rememorar el momento en que caía desde el segundo piso, suspiró secando con la toalla el agua de su piel, no podía creer que ese tipo la había aventado así como si nada pero estaba más que segura que lo reconocía de aquella vez cuando sus padres salieron heridos por la pelea de los ángeles, ahora la pregunta que rondaba en su cabeza era, ¿Por qué algunos ángeles la cuidaban y otros quería asesinarla? ¿Qué era lo que buscaban? ¿Qué querían realmente? Podía asegurar más que nunca que ella como humana no tendría una vida normal jamás, eso estaba descartado de sus deseos, era simplemente imposible pedir algo de esa magnitud, ¿Era correcto seguir viviendo? ¿Valía la pena en realidad quedarse un minuto más en la Tierra? Cerró los ojos con pesar observando una navaja que había podido quitarle a un chico en la cafetería, un distraído muchacho que no notó como le quitaba su pertenencia de uno de sus bolsillos.
¿Debía hacerlo? Tan solo requería dos cortes profundos, uno en cada muñeca y se desangraría en menos de lo que esperaba, nadie lo notaría, nadie se daría cuenta hasta que fuera ya demasiado tarde, ¿Y qué? ¿Qué importaba si de todas formas ni siquiera Imonae podría quedarse a su lado el tiempo suficiente? No había mucho que esperar de esa vida y no la viviría sirviendo a Thomas cada vez que se le diera la gana de jugar a los demonios, no sería su esclava, prefería estar muerta.
Tomó la navaja entre sus dedos evaluando lo que haría mas no pudo continuar con ello cuando escuchó la puerta del cuarto ser casi aporreada por las personas en el corredor, con el ceño fruncido guardó la navaja entre sus pertenencias y lo mejor que pudo para salir del baño encontrándose con el sacerdote, dos monjas y dos hombres ayudantes vestidos de enfermeros; tragó duro al verses rodeada de tantas personas, ¿Qué querían ahora? ¿Qué significaba todo ello? Mierda y más mierda.
— ¿Qué sucede? —preguntó por lo bajo.
—Anael, sabemos que has tenido una noche un tanto difícil después de lo que sucedió ayer en el segundo piso, tememos que tu vida corra peligro —comenzó el Padre Thomas—. Como los tutores a tu cargo queremos asegurarnos de que todo estará bien.
—Lo estará, ya les dije que no hice nada malo ayer, ese hombre me empujó por la ventana, ¿Qué creen que quise hacer? —preguntó molesta sin poder creer en verdad que la veían como si hubiera querido quitarse la vida cuando Rafael tuvo toda la culpa.
—Ann, sabemos que a tu edad y en las circunstancias en las que estás el suicidio puede ser una idea recurrente, no deseamos perder una vida y menos la tuya que es tan preciada para mí —habló el sacerdote con una leve sonrisa—. Por ello creo que una buena sesión de descanso te hará bien, requieres tener un tiempo para no pensar en nada y reponerte.
—No necesito descanso, ya he dormido y estoy lista para ir al comedor principal y desayunar como cada puto día en este manicomio, no sé de qué mierda habla —soltó ya harta de las palabrerías del sujeto.
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Devil
FantasyImonae, conocido como el Rey de las Mazmorras en muchos lugares, ha esperado eones para poder reencontrarse con aquel ser que lo enamoró perdidamente, ha sufrido en silencio no poder ver esa alma adorada en demasiado tiempo, pero todo ello se acabar...