El equilibrio del mundo siempre ha sido importante y parte de la misión de los ángeles es que este prevalezca, las fuerzas del bien y del mal no pueden saturar los pilares de la Tierra debido a que los humano no son resistentes a esto y que suelen notar las cosas de maneras diferentes a lo que realmente está sucediendo, por ende, el equilibrio es lo más importante. Sin embargo, hay veces en que esto realmente se rompe, como cuando Dios pone un pie en dicha dimensión —como hizo cuando acudió a salvar a Anael—, o cuando grandes batalla se libran en el plano humano y ni hablar si Imonae emerge de las llamas del Infierno. Todo un caos.
Ahora mismo las legiones atravesaban al grieta desde su hogar con las instrucciones de detener lo que sea que sucediera, ponerle un alto a los demonios, tenían órdenes explícitas de no dejar con vida a ninguno de los seres oscuros que siguieran al Diablo. Rafael observaba a sus tropas marchar, tenía en mente darle de una buena vez por todas el final que esta insulsa batalla entre ambas fuerzas se libraba desde hacían tantos siglos y es que es imposible no rememorar épocas pasadas con cada una de las peleas que se han librado en nombre de uno u otro bando, incluso los mismos humanos las han seguido o incitado.
—Parece que es una de las peleas grandes —dijo Castiel a su lado observando el panorama bastante preocupado, a pesar de que no gustaba de la presencia de los demonios tampoco prefería matarlos, por lo general él era de los más calmados a la hora de la pelea, prefería el diálogo, pero desde que Rafael tomó el control de la legión tiempo atrás solo porque Dios le dio el visto bueno como guerrero, se mantuvo al margen.
—Lo es, pero será la última, te lo puedo apostar —sonrió sintiéndose seguro de sus palabras—. Nos vamos a deshacer de Imonae de una vez por todas y daremos fin a una era.
—Por más positivo que quiera ser, me parece un poco tonto, en años nadie ha podido hacerle frente, ¿Qué te hace pensar que tú puedes? —lo observó curioso mientras intentaba adivinar los planes del arcángel.
—Lo vamos a capturar y traeremos su pútrido ser aquí, lo quiero en la Sala del Silencio el resto de la eternidad que pueda tener —susurró—. De todas formas, esto que sucede es solo su forma caprichosa de demostrar que está molesto porque Anael no logró vivir luego de escapar de la crisálida, su cuerpo humano fue encontrado sin vida en un descampado, los sacerdotes no supieron cuidarlo. Qué pérdida.
—Es una pena, a pesar de que no fue lo que esperábamos, creí que tendría una vida humana serena —suspiró—. Imonae incluso le quitó esa posibilidad.
—Sí, es una escoria, por ello hay que ponerle un alto —asintió observando a los demás guardianes listos para recibir órdenes—. Vamos, a la batalla, esto termina aquí.
Todos hicieron frente a la amenaza que pedía a gritos su atención, desde los custodios hasta las Potestades y Principados, Serafines de varios dones se unieron a la causa para no dejar solos a sus hermanos —porque la unión siempre será lo primordial en la defensa—, solo los Querubines quedaron al margen sin que nadie supiera de ellos pues se hallaban bajo las órdenes del Todopoderoso de no intervenir hasta que lo dijera.
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Devil
FantasyImonae, conocido como el Rey de las Mazmorras en muchos lugares, ha esperado eones para poder reencontrarse con aquel ser que lo enamoró perdidamente, ha sufrido en silencio no poder ver esa alma adorada en demasiado tiempo, pero todo ello se acabar...