Capítulo 19 (Final)

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La noche había llegado, y con ella, la emoción que Paul y John habían estado anticipando todo el día. John se preparó en su apartamento, buscando un atuendo que le permitiera mezclarse entre los estudiantes de la universidad sin llamar demasiado la atención. Optó por un look casual pero elegante, algo que no lo hiciera destacar pero que tampoco lo hiciera ver fuera de lugar. Mientras se miraba en el espejo, sintió una mezcla de nervios y emoción. Estaba a punto de embarcarse en otra de sus "aventuras" con Paul, y no podía evitar sonreír ante la idea.

Al llegar al campus, John se aseguró de entrar por una puerta lateral para evitar ser visto por alguien que pudiera reconocerlo como un "infiltrado". El edificio donde se celebraba el baile estaba iluminado con luces suaves que creaban un ambiente mágico y acogedor. Los estudiantes comenzaban a entrar al salón, algunos en parejas, otros en grupos de amigos, todos ansiosos por disfrutar de la noche.

Paul lo estaba esperando en una esquina apartada del edificio, como habían acordado. Vestía un traje oscuro y elegante, con una corbata que complementaba perfectamente sus ojos. Cuando John lo vio, su corazón dio un vuelco. Paul se veía increíble, como si hubiera salido de una revista de moda, pero al mismo tiempo, había en él una familiaridad y calidez que hacía que John se sintiera afortunado de tenerlo a su lado.

—¿Listo para la aventura? —preguntó Paul, con una sonrisa traviesa.

—Más que listo —respondió John, devolviéndole la sonrisa.

Ambos entraron al salón sin mayor dificultad. La música ya sonaba fuerte, y las luces de colores iluminaban la pista de baile donde algunos estudiantes ya se movían al ritmo de las canciones. A su alrededor, mesas llenas de bocadillos y bebidas estaban dispuestas para que todos pudieran disfrutar. La atmósfera era de pura celebración.

John y Paul se movieron entre la multitud, saludando a algunos amigos de Paul que se cruzaban en su camino. John mantuvo un perfil bajo, aunque no podía evitar sentir que algunos lo miraban con curiosidad, como si intentaran descifrar quién era. Aun así, Paul estaba a su lado, y mientras estuvieran juntos, John sentía que podía manejar cualquier situación.

Después de un rato, la música cambió a una canción lenta, y las luces se atenuaron, creando un ambiente íntimo en la pista de baile. John miró a Paul, notando cómo sus ojos brillaban bajo la tenue luz. Paul lo miró de vuelta, una sonrisa tímida pero segura apareció en sus labios.

—¿Bailamos? —preguntó Paul, extendiendo su mano hacia John.

John sintió que su corazón se aceleraba, pero no dudó en tomar la mano de Paul.

—Claro —respondió, dejando que Paul lo guiara hacia la pista.

La pista de baile se llenó de parejas que se movían al ritmo de la música lenta, y John sintió cómo el mundo se desvanecía a su alrededor, dejando solo a él y a Paul. Colocó una mano en la cintura de Paul, mientras que Paul apoyaba su mano en el hombro de John, manteniéndose cerca, pero dejando un pequeño espacio entre ellos. A medida que comenzaban a moverse, John se dio cuenta de lo perfectamente que encajaban, como si cada movimiento estuviera coreografiado de antemano.

El tiempo pareció detenerse mientras bailaban. Los ojos de Paul no dejaban de mirarlo, y John sentía que podía perderse en ellos. El ritmo de la música dictaba sus movimientos, pero había algo más en el aire, algo que hacía que cada paso, cada giro, tuviera un significado más profundo.

A medida que la canción continuaba, el espacio entre ellos comenzó a desaparecer. John sintió la calidez del cuerpo de Paul contra el suyo, y la intimidad del momento lo envolvió por completo. Sus manos se apretaron con más fuerza, y ambos parecían estar moviéndose en perfecta armonía, como si el resto del mundo hubiera desaparecido y solo quedaran ellos dos, compartiendo ese instante.

Cuando la canción estaba por llegar a su fin, John se dio cuenta de que Paul lo estaba mirando de una manera diferente. Había una intensidad en sus ojos que no había visto antes, una mezcla de emoción, deseo y algo más, algo que John no podía describir con palabras, pero que sentía con cada fibra de su ser.

Antes de que pudiera procesarlo, Paul se inclinó hacia él. El mundo pareció ralentizarse mientras sus labios se acercaban, y en ese instante, John supo que estaba a punto de vivir algo que recordaría para siempre.

El beso fue suave al principio, una prueba tímida, como si ambos estuvieran asegurándose de que esto era real. Pero en cuestión de segundos, la suavidad dio paso a algo más intenso. Los labios de Paul se movieron con más decisión, y John respondió con igual pasión, sus manos subiendo hasta enredarse en el cabello de Paul.

El mundo a su alrededor dejó de existir. No importaban los otros estudiantes en la pista de baile, ni la música, ni las luces. Solo importaban ellos dos, compartiendo un momento que habían estado esperando desde hacía meses, aunque tal vez no se habían dado cuenta hasta ese momento.

Cuando finalmente se separaron, ambos estaban ligeramente sin aliento, sus frentes apoyadas una contra la otra mientras intentaban asimilar lo que acababa de suceder. Paul sonrió primero, un gesto pequeño pero lleno de significado, y John no pudo evitar reír suavemente, sintiendo una felicidad pura y simple que no había experimentado en mucho tiempo.

—Creo que esto es oficial ahora —murmuró John, su voz ronca pero llena de alegría.

Paul asintió, su sonrisa más amplia que nunca.

—Sí, John. Es oficial.

La música continuó sonando a su alrededor, y aunque sabían que tendrían que volver al mundo real eventualmente, en ese momento, nada más importaba. Habían encontrado algo especial, algo que habían estado buscando sin saberlo. Y mientras se quedaban allí, abrazados en medio de la pista de baile, John supo que este era solo el comienzo de algo increíble.

El resto de la noche pasó en un suspiro. Siguieron bailando, hablando, y compartiendo miradas cómplices que decían más que cualquier palabra. Cuando finalmente la fiesta comenzó a decaer y los estudiantes empezaron a irse, Paul y John se quedaron un poco más, disfrutando de los últimos momentos de su noche perfecta.

Salieron del salón cuando las luces ya se habían apagado, caminando bajo el cielo estrellado, con el aire fresco de la noche acariciando sus rostros. Ninguno de los dos habló mucho en el camino de regreso. No hacía falta. Todo lo que necesitaban decirse ya lo habían dicho en la pista de baile, en ese beso que había sellado algo más profundo entre ellos.

Cuando finalmente llegaron a la entrada del campus, Paul se detuvo, girándose hacia John.

—Gracias por venir esta noche —dijo suavemente—. No sé qué hubiera hecho sin ti.

John sonrió, tomando la mano de Paul y entrelazando sus dedos.

—Siempre estaré aquí, Paul —respondió, con una sinceridad que resonó en sus palabras—. Siempre.

Y con esa promesa, compartieron otro beso, uno más suave pero igual de significativo. Luego, con una última sonrisa, se despidieron, sabiendo que esto era solo el principio de algo hermoso y duradero.

Esa noche, cuando John finalmente llegó a casa y se dejó caer en su cama, sintió una paz que nunca antes había experimentado. Sabía que había encontrado a alguien especial, alguien con quien quería compartir su vida, y por primera vez en mucho tiempo, el futuro se veía lleno de posibilidades.

1001 Formas De Enamorar A Un ColegialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora