"La misión imprevista"

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Capitulo 1

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Sanemi y Tomioka caminaban en silencio por el bosque mientras la luz del sol comenzaba a desvanecerse. El ambiente estaba cargado de tensión, como si los árboles susurraran advertencias que solo ellos dos podían escuchar. La misión que les había sido asignada era inusual: un demonio había causado estragos en varias aldeas cercanas. Se decía que este demonio poseía una técnica de sangre maldita que había desconcertado a otros cazadores que lo enfrentaron, lo extraño era que no se trataba de un demonio especialmente fuerte.

"¿Qué crees que sea su técnica?" preguntó Tomioka, rompiendo el silencio.

Sanemi frunció el ceño, sus ojos violeta brillando con determinación. "No lo sé, pero sea lo que sea, lo eliminaremos. No puede ser peor que cualquier otra cosa que ya hayamos enfrentado."

El camino los llevó a una pequeña aldea, abandonada y en ruinas. Los restos de los edificios destrozados y el olor a sangre fresca confirmaban que el demonio estaba cerca. Sanemi apretó el mango de su espada, sintiendo la familiar adrenalina correr por sus venas.

"Está aquí," murmuró, y ambos cazadores se prepararon para la batalla.

De repente, una sombra se deslizó entre las casas en ruinas. Tomioka fue el primero en reaccionar, lanzándose hacia la figura con la velocidad digna de un pilar. Sin embargo, el demonio era rápido y astuto. Evitó la espada de Tomioka con un movimiento fluido, riendo burlonamente.

Sanemi no perdió tiempo y se unió a la lucha. Su espada brillaba bajo la luz de la luna mientras atacaba al demonio con una furia incontrolable. El demonio, un ser de aspecto demacrado con ojos brillantes y malévolos, sonrió siniestramente.

"Ustedes, cazadores, siempre tan confiados," siseó el demonio. "Pero mi técnica es diferente. Les mostraré el verdadero poder de la desesperación."

El demonio intentó retroceder, buscando escapar, pero Sanemi lo persiguió sin descanso. Con un salto rápido, logró acorralar al demonio contra un árbol. La victoria estaba al alcance de su mano. Sin embargo, el demonio, en un último esfuerzo, extendió una mano hacia Sanemi y murmuró unas palabras incomprensibles.

De repente, Sanemi sintió una extraña sensación recorrer su cuerpo. Su visión se nubló por un momento, y un dolor punzante lo atravesó. Antes de que pudiera reaccionar, su cuerpo comenzó a encogerse, sus ropas se volvieron enormes para su tamaño. Tomioka, que había logrado acercarse, observó con estupefacción cómo Sanemi se transformaba, reduciéndose a la forma de un niño pequeño.

El demonio aprovechó la confusión para escapar entre las sombras, dejando a Tomioka parado junto a un pequeño Sanemi, ahora un niño de no más de seis años, con los ojos llenos de confusión y temor.

Sanemi miró a Tomioka con ojos que reflejaban la inocencia de su juventud, pero también el dolor de recuerdos que había intentado olvidar. "¿Qué... qué pasó?" preguntó con una voz infantil que hacía eco de su pasado.

Tomioka, con su habitual expresión imperturbable, se arrodilló ante Sanemi, tratando de mantener la calma. "El demonio te atacó con su técnica de sangre maldita. Te ha hecho retroceder en el tiempo... físicamente."

Sanemi apretó sus pequeños puños, su rostro infantil ahora lleno de una mezcla de rabia y vulnerabilidad. "¡Ese desgraciado! ¡Voy a...!" Sus palabras se detuvieron abruptamente, algo en su mirada se suavizó, y las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos.

Tomioka no dijo nada, pero su mano se posó suavemente en la cabeza de Sanemi, un gesto que rara vez mostraba. "No te preocupes. Te llevaré a la sede. Encontraremos la manera de revertir esto."

Sanemi, aún luchando por contener sus emociones, asintió débilmente. Tomioka lo tomó en sus brazos con cuidado, sintiendo lo liviano que era ahora su compañero. Se dirigió hacia la sede de los cazadores, consciente de que el cuerpo de Sanemi había cambiado, pero con la duda de si este aún mantenia sus recuerdos como cazador.

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Saludos...

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