"un reencuentro inesperado"

144 26 4
                                    

Capitulo 14

---

.
.
.

---

El sol ya comenzaba su descenso hacia el horizonte cuando Giyuu y Sanemi regresaron a la finca. La caminata de vuelta desde el pueblo había sido tranquila, el viento soplaba suavemente entre los árboles, y el ambiente era sereno, aunque una ligera incomodidad seguía latente entre ambos. Al llegar a la entrada de la finca, Giyuu miró a Sanemi y preguntó con su tono calmado de siempre:

"Shinasugawa, ¿quieres que prepare algo para comer?"

Sanemi, que había estado mirando al suelo durante la mayor parte del trayecto, levantó la vista y, después de una breve pausa, respondió en voz baja pero clara:

"¿Puedo pedir unos ohagis?"

Una pequeña sonrisa surgió en los labios de Giyuu. Sabía que a Sanemi le gustaban mucho los ohagis, esos dulces de arroz que, en sus momentos más vulnerables, parecían reconfortarlo.

"Claro," respondió Giyuu, mientras se dirigía a la cocina. "Te los prepararé ahora mismo."

Sanemi, con una mirada tranquila, tomó asiento en la sala, mientras Giyuu comenzaba a preparar los ohagis. La cocina se llenó rápidamente con el suave aroma del arroz cocido y el dulce frijol azuki, creando una atmósfera acogedora.

Mientras removía los ingredientes, Giyuu se animó a preguntar algo que había estado rondando en su mente desde que habían estado en el pueblo.

"Shinasugawa," comenzó, sin apartar la vista de lo que hacía, "¿qué fue lo que te llamó la atención de ese gorro tejido en la tienda?"

Hubo un breve silencio antes de que Sanemi respondiera. Giyuu giró ligeramente la cabeza para ver cómo el joven miraba con serenidad el gorro que tenía en sus manos. Tras un momento, Sanemi esbozó una pequeña sonrisa, algo raro en él.

"Me recuerda al que mi madre tejió para mí," dijo Sanemi, su voz suave, como si estuviera evocando un recuerdo distante pero querido. "Solía usarlo cuando hacía frío. Siempre decía que me protegería del viento."

Giyuu asintió, comprendiendo la importancia del objeto para el joven. El dolor de perder a su familia aún estaba presente, y el sabía bien como se sentía eso, así que decidió dejar hasta ahí la conversación y siguió preparando los dulces.

Momentos después, Giyuu terminó de preparar los ohagis y los llevó a la mesa donde Sanemi esperaba. El chico, que normalmente mantenía una expresión seria, dejó que sus ojos brillaran brevemente al ver el plato frente a él. Sin embargo, no expresó más emoción que esa, y simplemente comenzó a comer con calma, disfrutando de cada bocado.

Mientras tanto, Giyuu se dirigió a su antigua habitación que ahora pertenecía a Sanemi. Habían comprado varias prendas de ropa en el pueblo, y Giyuu se dispuso a ordenarlas. Colocó cada prenda cuidadosamente en los cajones y armarios, asegurándose de que todo estuviera en su lugar. Mientras organizaba la ropa, no pudo evitar pensar en cómo Sanemi había cambiado en tan poco tiempo. No solo había crecido físicamente, sino que estaba recuperando de a poco su forma de ser.

Una vez que terminó de ordenar, Giyuu regresó a la cocina. Era hora de preparar algo más sustancioso para la cena. Aunque Sanemi había comido los ohagis, Giyuu sabía que necesitaría algo más nutritivo para mantener su energía. Comenzó a cocinar un simple pero delicioso estofado, asegurándose de que los ingredientes estuvieran bien sazonados y cocidos a la perfección.

La tarde fue cayendo lentamente, y cuando la comida estuvo lista, Giyuu y Sanemi se sentaron juntos a cenar. El silencio entre ellos era cómodo, sin necesidad de palabras. Sanemi comía lentamente, mientras Giyuu lo observaba con discreción, notando cómo este dejaba de lado algunos vegetales que al parecer no le gustaban.

De repente, el sonido de un golpe ligero en la puerta interrumpió la tranquilidad. Giyuu frunció el ceño ligeramente, preguntándose quién podría ser a esa hora.

"Quédate aquí, Shinasugawa," dijo Giyuu con calma, levantándose de la mesa. "Voy a ver quién es."

Se dirigió hacia la puerta y, al abrirla, se sorprendió al ver a Genya de pie en el umbral. El joven, con su característico cabello oscuro y la expresión seria, parecía haber estado viajando sin descanso.

"Ah, Genya," dijo Giyuu, haciendo a un lado la sorpresa inicial. "No te esperaba aún. Pensé que tu misión tardaría más."

Genya se rascó la nuca con una ligera sonrisa. "Sí, me apresuré a terminar para poder volver lo antes posible. Quería asegurarme de que mi hermano estuviera bien. ¿Cómo está el?"

La ansiedad en la voz de Genya era evidente, pero antes de que Giyuu pudiera responder, escucharon una voz desde el interior de la casa.

"Genya?, ya regresaste" exclamó Sanemi, apareciendo cerca de la entrada.

El tono de Sanemi no era particularmente entusiasta, pero había un brillo en sus ojos que delataba su felicidad de ver a su hermano menor. Genya, por su parte, se quedó inmóvil, sus ojos se abrieron de par en par al ver a Sanemi.

La última vez que Genya había visto a su hermano, Sanemi era solo un niño de seis años, pequeño y frágil. Pero ahora, frente a él, se encontraba un chico de unos diez años, casi de la misma edad que cuando ocurrió el fatídico incidente con su madre.

Los ojos de Genya se llenaron de lágrimas sin que pudiera evitarlo. Sintió un nudo en la garganta mientras se acercaba lentamente a Sanemi. Sin decir una palabra, lo envolvió en un abrazo, estrechando a su hermano mayor con fuerza. Sanemi, aunque incómodo al principio, no tardó en corresponder el abrazo con una leve sonrisa que apenas se podía notar.

"Nii-san..." susurró Genya, con la voz quebrada. "Me alegro de verte de nuevo..."

Sanemi no respondió, pero su presencia era suficiente para calmar la angustia de su hermano. Permanecieron abrazados por varios minutos, mientras Giyuu observaba desde la distancia, sintiendo una extraña calidez en su pecho. Ver a los hermanos finalmente reunidos, después de todo lo que habían pasado, era algo profundamente emotivo, incluso para alguien tan reservado como él.

Una vez que Genya se separó de sanemi, Giyuu, con su típica serenidad, lo invitó a unirse a la cena.

"Ven, Genya. Siéntate con nosotros. Puedes comer algo y te contaré lo que ha sucedido."

Genya, aunque aún emocionado, asintió y se sentó a la mesa junto a Sanemi. Giyuu sirvió más estofado para su invitado y luego comenzó a relatarle todo lo que había ocurrido desde que el se fue. Genya escuchaba atentamente cuando Giyuu explicó que, aunque el crecimiento de Sanemi había sido inesperado y repentino, no parecía haber más cambios inminentes.

"¿No saben qué lo causó?" preguntó Genya, su expresión aún llena de inquietud.

"No del todo," respondió Giyuu, tomando un sorbo de su té. "Pensamos que puede estar relacionado con que los primeros días que paso conmigo el solía dormir mucho, pero aún no es algo seguro, así que no podemos predecir si su cuerpo seguirá cambiando. Shinobu cree que el crecimiento se ha detenido por ahora."

Genya asintió lentamente, procesando la información. Miró a Sanemi, quien parecía más relajado de lo que había estado en semanas. Verlo así, con ropa nueva y una apariencia más saludable, le dio a Genya una sensación de paz que no había sentido en mucho tiempo.

"Gracias, Tomioka-san," dijo Genya, con una sinceridad que pocas veces mostraba. "Gracias por cuidar de él."

Giyuu asintió en silencio, sin necesidad de más palabras. Sabía que el camino por delante seguía siendo incierto, pero al menos por esa noche, los hermanos estaban juntos, y eso era lo que realmente importaba.

---

.
.
.

---

Saludos...

"Cuidándote"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora