Capitulo 3
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La noche era profunda y serena en la sede de los cazadores, el silencio solo era roto por el ocasional susurro del viento afuera. En la habitación, Tomioka permanecía sentado al lado de la cama donde descansaba Sanemi, su mirada fija en la pequeña figura que dormía en un inquieto sueño. La luz de la luna entraba débilmente por la ventana, arrojando sombras tenues sobre el suelo.
Sanemi había estado murmurando en sueños durante toda la noche, atrapado en algún recuerdo distante de su infancia. Giyuu, paciente como siempre, no se apartó de su lado, vigilando cada pequeño movimiento, cada respiración irregular.
El amanecer estaba aún lejos cuando unos pasos rápidos resonaron por el pasillo, cada vez más cerca. En cuestión de segundos, la puerta se abrió con un golpe seco, revelando a Genya, quien entró apresuradamente, con el rostro lleno de preocupación.
"¿Nii-san?..." La voz de Genya estaba cargada de angustia mientras buscaba a su hermano con la mirada. Cuando sus ojos se posaron en la figura pequeña sobre la cama, su expresión se transformó en una mezcla de alivio y sorpresa.
Sanemi, que hasta ese momento había estado dormido, se despertó sobresaltado al escuchar la puerta abrirse bruscamente. Abrió los ojos lentamente, confuso, y miró a su alrededor, sin reconocer el lugar en el que se encontraba. Finalmente, su mirada se posó en Genya, quien se acercó rápidamente a él.
"¿Nii-san? ¿Eres tú de verdad?" Genya cayó de rodillas al lado de la cama, tomando las manos de su hermano. Pero el Sanemi que estaba ante él no era el mismo que conocía. Sus ojos, llenos de incertidumbre, se posaron en Genya con una mezcla de desconcierto y miedo.
"¿Quién... quién eres?" preguntó Sanemi, su voz débil y llena de confusión.
El corazón de Genya se rompió en ese instante. Había temido lo peor al ver a su hermano reducido a un niño, pero nunca se había imaginado que Sanemi podría haber olvidado todo. "Nii-san, soy yo, Genya... tu hermano."
Sanemi frunció el ceño, tratando de buscar en su memoria, todo lo que recordaba eran fragmentos de su infancia, momentos en los que él y su madre estaban juntos, antes de que todo cambiara. "Mi hermano... Genya... ¿de verdad eres tú?" Su voz temblaba, como si el nombre que había pronunciado fuera un eco distante.
Genya asintió, su garganta cerrada por la emoción. "Sí, soy yo. Todo está bien ahora, Nii-san. Estoy aquí."
Sanemi lo miró fijamente durante unos largos segundos antes de que algo en su interior pareciera ceder. "¿Por qué eres tan alto?" Fue lo primero que se le vino a la mente, pero luego otro pensamiento cruzo por su cabeza "¿Dónde está mamá? ¿Y nuestra casa?" preguntó, su voz llena de un miedo infantil.
Genya se quedó sin palabras, su corazón apretado por la culpa y el dolor. No sabía cómo explicar a Sanemi, en su estado actual, lo que había sucedido. Era como si el Sanemi que conocía hubiera desaparecido por completo, dejando solo al niño vulnerable que había sido alguna vez.
"Mamá... mamá no está aquí ahora, nii-san," dijo finalmente Genya, tratando de mantener la calma en su voz. "Pero te prometo que te cuidaré. No voy a dejar que nada te pase."
Sanemi asintió, aunque su confusión no se disipaba del todo. Miró a su alrededor nuevamente, notando por primera vez a Giyuu, quien había estado observando la interacción en silencio. "¿Quién es él?" preguntó, señalando a Giyuu con la mirada.
Giyuu, que hasta entonces había permanecido algo alejado, dio un paso adelante, manteniendo su expresión neutral. "Soy Tomioka Giyuu, uno de los Pilares. Estoy aquí para ayudarte, Shinasugawa"
Pero el nombre no significaba nada para Sanemi. No había recuerdos en su mente que pudieran conectar a este hombre con su vida. "No te conozco," murmuró con desconfianza, retrocediendo ligeramente, refugiándose más cerca de Genya.
Giyuu asintió, comprendiendo la situación. "Lo sé. No tienes por qué recordarme ahora. Pero estoy aquí para asegurarte que estás a salvo."
Genya, aún procesando lo que acababa de suceder, miró a Giyuu con una expresión preocupada. "¿Qué vamos a hacer? Nii-san no recuerda nada... Ni siquiera sabe quién es usted"
Giyuu se cruzó de brazos, su rostro inmutable pero su mente trabajando rápidamente en un plan. "Primero, deberíamos dejar que descanse y se recupere físicamente. Su mente podría recuperar los recuerdos con el tiempo, pero también es posible que la técnica del demonio haya bloqueado esos recuerdos de forma permanente."
Genya apretó los dientes, su preocupación por su hermano aumentando con cada palabra que Giyuu decía. "No puedo... no puedo dejar que se quede así. Tiene que haber algo que podamos hacer para ayudarlo."
Sanemi observaba a ambos hombres con la incomodidad típica de un niño atrapado en una conversación que no entiende. Todo en este lugar le resultaba extraño y desconcertante. Las caras desconocidas, el ambiente frío y distante... No sabía cómo había llegado allí, pero todo lo que quería en ese momento era regresar a un lugar seguro, a los brazos de su madre.
"Genya..." dijo en voz baja, jalando de la manga de su hermano. "Quiero ir a casa."
El corazón de Genya se tensó al escuchar esas palabras. Tragó el nudo en su garganta y se inclinó hacia Sanemi, acariciando su cabello. "Lo sé, Nii-san. Pero por ahora, debemos de quedarnos aquí un poco más. Te prometo que te llevaré a un lugar seguro."
Sanemi asintió lentamente, confiando en Genya aunque no comprendía del todo la situación. Se sentía cansado, abrumado por las emociones y los recuerdos vagos que se mezclaban en su mente. Todo lo que podía hacer era aferrarse a la mano de su hermano y esperar que todo mejorara pronto.
Giyuu observó la interacción entre los dos hermanos, sintiendo una punzada en su interior. Sabía que la situación era delicada y no sabían cuánto duraría la condición de Sanemi. Sin embargo, también sabía que no podían quedarse quietos. El demonio que había hecho esto seguía suelto, y tenían que encontrarlo antes de que causara más daño.
"Genya, necesitamos encontrar al demonio responsable," dijo Giyuu, su voz baja pero firme. "Puede que sea la única forma de revertir lo que le ha hecho a Sanemi."
Genya miró a su hermano menor, que ahora se acurrucaba en la cama, intentando volver a dormir. Sabía que Giyuu tenía razón, pero la idea de dejar a Sanemi en ese estado, desorientado y solo, le provocaba un miedo paralizante.
"No quiero dejarlo solo," confesó Genya.
"Está bien, el no estará solo, nos turnaremos con los demás pilares para cuidarlo mientras buscamos pistas de aquel demonio" la voz de giyuu le dió algo de calma a los pensamientos de genya, el cuál estaba agradecido de que tomioka estuviera allí en ese momento.
Genya asintió, aunque su corazón estaba dividido. Sabía que su deber era cazar al demonio, pero también sabía que su hermano lo necesitaba ahora más que nunca. La decisión no era fácil, pero la determinación en los ojos de Giyuu le dio un poco de consuelo. No estaban solos en esto.
"Está bien," dijo finalmente Genya. "Atraparemos a ese demonio y le devolveremos a nii-san su apariencia y recuerdos." Ahora genya sonaba más decidido a hacer lo que fuera necesario para volver a tener a su hermano de nuevo.
Sanemi, ya medio dormido, escuchaba a lo lejos la conversación de los mayores. Quería seguir escuchando pero el sueño le ganó y volvió a dormir rapidamente.
Mientras Genya y Giyuu planeaban su próximo movimiento, Sanemi cayó en un sueño profundo, su mente aún atrapada en la niebla del olvido. Los recuerdos de su vida como cazador, de las batallas y sacrificios que había hecho, permanecían fuera de su alcance, perdidos en algún rincón oscuro de su mente. Pero en el fondo, el vínculo entre él y su hermano permanecía intacto, una llama pequeña pero persistente que seguía ardiendo a pesar de todo. Y el desconcertante sentimiento de familiaridad con aquel hombre que no reconocía.
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Saludos...
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"Cuidándote"
Fanfic•Sanemi es afectado por la técnica de sangre de un demonio. •Tomioka papá luchón. •Sanemi chiquito. •Sentimientos extraños.