CAPÍTULO 4

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¡Hola, mes chères roses!


"El mayor temor no es lo que encontramos en la oscuridad, sino lo que llevamos dentro

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"El mayor temor no es lo que encontramos en la oscuridad, sino lo que llevamos dentro." — Antiguo proverbio

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GABRIELLA

El aire frío del castillo arañaba la piel de Gabriella mientras caminaba por los oscuros pasillos, su corazón latiendo frenéticamente con cada paso que daba. La temperatura gélida no era solo una sensación física, era un frío que se colaba en su alma, como si el mismo castillo quisiera robarle la esperanza. Sentía la presencia invisible de algo más allá de las simples sombras, una energía que vibraba a su alrededor, como si el castillo mismo la observase y evaluase sus movimientos. Las paredes parecían cerrarse lentamente sobre ella, respirando al compás de su miedo, amplificando la soledad y la desesperación que sentía. El eco de sus pasos resonaba a lo largo de las paredes de piedra, intensificando la soledad que la envolvía en ese lugar inhóspito. Las sombras se movían de forma orgánica, como si tuvieran vida propia, envolviéndola lentamente, acechándola con cada paso que daba.

"No pienses en eso, no dejes que el miedo te domine", se dijo a sí misma, pero las palabras sonaban vacías ante el terror que la rodeaba. Era imposible ignorar la sensación de ser observada, de estar atrapada en un juego macabro cuyas reglas no comprendía. La opresión en su pecho era tan pesada como el plomo, apretándola más con cada respiración, mientras la atmósfera la aplastaba lentamente. La opresión en su pecho crecía con cada segundo que pasaba, una sensación que se enroscaba como una serpiente alrededor de su corazón, apretando con fuerza, robándole el aliento. Sentía que el castillo mismo, con sus viejas piedras y secretos enterrados, se deleitaba con su miedo. Era como si el miedo mismo fuera el combustible que avivaba la oscuridad, alimentándola y haciéndola crecer.

El corazón de la BestiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora