CAPÍTULO 9

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¡Hola, mes chères roses!

"No hay mayor condena que la de vivir atrapado entre lo que fuiste y lo que te obligaron a ser

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"No hay mayor condena que la de vivir atrapado entre lo que fuiste y lo que te obligaron a ser." — Alexander Rousseau

" — Alexander Rousseau

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ALEXANDER

El crepitar del fuego era lo único que rompía el silencio en la vasta sala personal de Alexander, donde las sombras danzaban, reflejando su propio tumulto interno. Sentado en su sillón de cuero oscuro, su postura relajada no reflejaba en absoluto la tormenta que se agitaba bajo su fachada imperturbable. Los ojos de Alexander permanecían fijos en las llamas, pero su mente estaba lejos, atrapada en el enigma que representaba la intrusa.

Habían pasado ya siete días y seis noches desde que la intrusa había aparecido en sus dominios, inconsciente y malherida, tras el incidente con los Acechasombras. La aparición de aquella luz que no debía existir en su reino oscuro seguía siendo un misterio que lo atormentaba. Desde entonces, la joven había permanecido en su habitación, recuperándose lentamente bajo el cuidado de Seraphina. Alexander, en un acto completamente ajeno a su naturaleza, había decidido dejarla vivir, una elección que lo seguía carcomiendo como un veneno que se esparcía lentamente. ¿Por qué no había acabado con ella? Esa pregunta seguía atormentándolo, pero la respuesta seguía evadiéndolo, enterrada en lo más profundo de su ser.

El corazón de la BestiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora