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La llamada qué tuvo con su madre aquella noche lo había vuelto un poco más inestable, llegaba un poco tarde al trabajo, contestaba un poco cortante, sus clases se volvían más estrictas, no permitía comentarios fuera de lugar o que no fueran referentes a la clase, evitaba a Aizawa, desayunaba muy poco, regresaba tenso al departamento, calificaba y se metía a la cama a pesar de que le rugiera el estómago. Y lo más difícil para él, era cuando Bakugo tenía tiempos para verlo o iba a su departamento, discutían hasta que uno de los dos diera un portazo; ya fuera Bakugo qué salía del departamento o Izuku qué se encerraba en su habitación.

Bakugo por su parte estaba más ocupado, más cansado por misiones qué se les encargaba a él y sus compañeros, más colaboraciones con otras empresas, papeleos y un sinfín de cosas, pero su mayor preocupación y molestia era Izuku; su comportamiento lo estaba volviendo loco, no soportaba pasar otro rato más en el departamento.

En esa semana que discutieron, Bakugo regresó molesto y tiró las cosas de su escritorio, la foto de Izuku sonriente al haberse graduado cayó al suelo y el vidrio se rompió al igual que la madera en donde estaba guardada la foto, se asustó y la juntó con cuidado, pero no la volvió a poner en su escritorio, ahora la llevaba doblada en su cartera.

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Izuku se encontraba en una pequeña sala de un edificio cerca de su departamento, a lado de él le acompañaba alguien.

—¿Quieres que traiga un poco de agua?

—No mamá... Solo quiero que esto sea rápido e irme...

—Izuku, si quieres yo-

—¡No! Ya déjalo así... Solo quiero que acabe esto...

—Buenos días, lamento la demora —Salió una mujer castaña de ojos negros acercándose a los dos peliverdes; quienes se levantaron y la saludaron con una pequeña reverencia. —Bueno, me presento, soy Enjo Kagayaki, soy psicóloga y les explicaré cómo es que yo trabajo.

—Me gusta tratar a mis pacientes en forma directa, aunque si hubiera algún problema de que no puedan presentarse, se puede hacer desde llamadas, pero yo lo que más recomiendo es que vengan y poder charlar, así yo visualizo a la persona y podemos tener un mejor avance. Son dos sesiones por semana o dependiendo del horario de mi paciente, ustedes eligen la hora, puede ser terapia familiar, en pareja, solo o con quien sea, el precio seguiría siendo el mismo y bueno, lo demás se iría viendo conforme asista el paciente, en este caso... eres tú, ¿Izuku Midoriya?

—Sí...

—Perfecto, entonces dime, ¿Quieres comentarme algo, te interesa? Cualquier cosa estoy disponible para ti —La mujer observó al pecoso y se acomodó manteniendo aquella vista fija en él. —Probablemente desearías estar en otro lugar, así que si no tienes una respuesta hoy o estos días, no te preocupes, puedes venir pro-

—Usted no sabe nada de mi, ni de lo que quiero ahora, ni de lo que haré. Me voy —Izuku se levantó y salió rápidamente de aquel lugar, su madre por su parte se disculpaba tanto con la mujer; quien sonreía y le decía que no se preocupara.

—¡Izuku!, ¡Izuku, espera cariño! —La mujer peliverde corría intentando alcanzar a su hijo quien iba más adelantado en dirección a su departamento. Inko pensó si era la mejor manera de seguirlo, ella nunca había visitado su departamento, Izuku no la había invitado a lo largo de estos meses que vivía ahí, sólo recién qué le había llamado para que lo acompañara a un lugar.

Otsukaresama - BakudekuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora