Otsukaresama - Bakudeku

14

Izuku estaba más relajado, All Might le había comprado un helado y llevarlo a un parque a sentarse y pasar el rato fuera disfrutando de la naturaleza, ya el sol comenzaba a bajar poco a poco, pero eso no les impidió para quedarse hasta que la noche arrumbara sus ojos y las luces de las farolas adornaran sus pieles.

—Le conté todo a Kacchan, lo que pasó en la batalla final... también lo que sentí cuando lo vi ahí... —No quería ponerse a llorar de nuevo, no tenía nada de malo, porque se lo dijo el mayor, pero quería explicarse sin interrupciones. Lamió su helado y movía sus piernas adelante y atrás consecutivamente; una tierna imagen para Toshinori.

—¿Y qué tal estuvo? —Sonrió mirándolo todo el tiempo.

—Al principio estaba inconforme de lo que le decía, pero no por mis emociones, sino por la gente. Al final me dio un gran discurso qué llenó mi corazón de felicidad, no es que Kacchan fuera incapaz de que fuera así, admito qué me sorprendió, pero conozco a Kacchan desde hace muchos años, se que el tiene una actitud por muchas situaciones y nunca me ha importado su actitud, el siempre me ha dejado sorprendido, el siempre ha estado ahí, el siempre ha sido mi imagen de victoria.

Izuku sonreía con un sonrojo más evidente, All Might sonrió por esas palabras, ver al pecoso feliz, verlo hablar así de la persona que se está esforzando por él, lo hace sentir seguro de que Midoriya estará en buenas manos y con la persona correcta.

—Eso es más dulce qué tu helado. —Bromeó el mayor haciendo que Izuku riera libremente y asintiera.

—Sabes... Siempre quise saber como te sentiste cuando perdiste el One For All... —Dijo el peliverde timidamente.

—Bueno... —Miró al frente observando los árboles, algunos juegos de áreas infantiles y observando como el sol desaparecía dando sus últimos rayos. —Al principio me sentía que todos ahora debían y querían protegerme porque era un Quirkless, si me sentí mal, por supuesto, pero conforme avanzó el tiempo y vi tu desarrollo, eso me inspiró a que yo todavía podía seguir ayudando y salvando sin tener un don, por eso es que decidí pelear en aquella batalla.

—Casi mueres... —Izuku dijo con un temblor en su voz, sabía que eso afectaba al menor.

—Por mis muchachos haría cualquier cosa.

—¡Pero no ese tipo de cosas! —Se giró un poco para verlo con su rostro angustiado.

—Estoy bien, tranquilo.

—A-aun así... —Hizo un puchero, se reincorporó en su lugar y terminaba su nieve; adorable. —Tu-tuve miedo... yo, no quería perderte, All Might.

—No sucedió y ahora estoy aquí. —Le acarició el cabello, una acción qué a Izuku comenzaba a gustarle.

—Pero, yo quiero saber de ti, joven Midoriya. ¿Qué ha pasado en estos ocho años? Cuéntamelo todo.

—Bueno, cuando te fuiste me sentí muy mal, sin embargo no tuve las agallas de pedirte que te quedaras, sabía que tenías cosas que hacer y que quizás yo no era algo importante en tu vida... —Tomó aire. —Pero entiendeme qué es como yo me siento, perder un don tan increíble que me diste... me hizo sentirme menos, no creas que yo me estoy haciendo la vic-

—Yo lo sé y créeme qué me dolió irme, todos los días pensaba en ti, no me comuniqué... un gran error mío, porque creí que estabas bien y yo recordarte ciertas cosas te haría sentir mal, pero veo que los dos estabamos muy equivocados.

—Sí, estaba tan equivocado en todo... cuando las brasas se fueron y volví a ser un civil y profesor de la UA, entendí que ya no era tan significante. Mis compañeros lograron hacer sus agencias, estoy feliz por ello, se que cada uno tiene sus propósitos para ayudar a las siguientes generaciones, pero poco a poco se fueron olvidando de mi. —Soltó un bufido. —No es que espere un monumento, una gran fiesta, agradecimientos todos los días de mi vida, pero... Los necesitaba, a pesar de que yo no me expresaba porque tenía tantas cosas en la cabeza por Shigaraki y la batalla, yo quería que me dieran una mano, yo simplemente quería compañía, no fue fácil pasarlo solo, claro que estuvo ahí Aizawa-sensei, Kacchan y mi madre, pero... ¿ellos? Se supone que era su amigo, que era su compañero... quizás exagero y debo entender que tener una agencia y ser un héroe profesional no es algo de perder el tiempo, pero... ya no hay tantos crímenes. ¡Y si Kacchan pudo hacerlo, siendo jefe de una de las agencias más populares de Japón! ¿Por qué... por qué no se esmeraron a venir conmigo? Mínimo a contarme como se sentían, si ni querían escuchar mis lamentos, mínimo hablar de otras cosas o... —Miró a All Might, quien lo miraba fijamente, prestandole demasiada atención y siendo demasiado empatico.

Izuku se disculpó con su carita apenada, All Might le dio su tiempo, por si quería seguir, pero al no ver más información por parte del peliverde suspiró.

—No los voy a defender, tampoco justificaré sus actos, tienes toda la razón, el joven Bakugo se esforzó, a pesar de que siempre quiere hacerlo todo demostrando qué todo lo puede, lo hizo, nada nos costaba a nosotros hacer lo mismo. Y lo lamento, joven Midoriya, creo que es algo que no pude decirte, quizás este perdón ya no sirva de mucho o pareciera una manera de evitar las atrocidades qué te hice pasar...

—All Might ¿qué dices? Tu no tienes porqué decir eso, yo-

—Escucha, no me gusta interrumpirte, pero quiero hacerlo porque es algo que siento. El irme fue un error, el no llamarte también fue otro, pero lo que más me duele es que durante tus años teniendo el One For All no te enseñé lo suficiente, dejé todo en tus manos como si de la noche a la mañana fueras a ser una copia de mi. Nunca supe como enseñar, nunca supe como convivir con alguien tan joven, mi justificación es la soledad qué he tenido y es muy malo de mi parte, pero... quiero enmendar mis errores. No te pido que me disculpes ahora o en un futuro si es algo que recientes, pero permiteme quedarme en tu vida, prometo protegerte, se que tu lo harás conmigo, dejame seguir siendo la figura que tanto deseas... y... —Un leve sonrojo apareció por las mejillas hundidas. —Puedes llamarme papá, s-si eso quieres.

—Lo haré si dejas de decirme joven Midoriya y me llamas Izuku o hijo. —Abrazó al mayor tomándolo por sorpresa, soltó una risita y se acurrucó en sus brazos, sintiendo aquella calidez qué le había hecho falta tanto tiempo.

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