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Izuku y Bakugo caminaban a dirección del departamento, habían tenido una buena charla y al final unas cuantas bromas para subir el ánimo mutuo. Se mantuvieron en silencio, sin embargo los dos se sentían lo suficientemente calmados y con un peso menos de encima, o eso pensaban...

Izuku entró y miró hacía atrás al rubio qué lo observaba recargado en el marco de la puerta con una sonrisa ladina, no pudo evitar no sonreír ante aquella imagen atractiva y linda.

—¿Qué sucede? ¿No entrarás? —Se acercó nuevamente a la puerta y observar más de cerca el rostro del contrario.

—Tengo que ir a trabajar, le dejé todo a Kirishima, la verdad necesito cumplir con mi parte.

—Oh... sí, tiene sentido... —Agachó su cabeza quitando de poco a poco su sonrisa.

Bakugo sentía la necesidad de explicarle cualquier cosa mínima al pecoso para no hacerlo sentir mal o que empezara a sobrepensar, rápidamente se puso de su estatura tomando su rostro con sus manos y acaricio sus mejillas, Izuku por consecuencia se acurrucó en ellas mirando con cierta nostalgia a Bakugo.

—Oye, vendré... —Habló suave y observandolo fijamente a sus ojos esmeralda qué tanto adoraba. —Tú debes descansar, mañana trabajas temprano y yo me daré un tiempo para ir a verte ¿de acuerdo?

—No te preocupes Kacchan... No tienes porque sentirte responsable de venir a verme... tampoco debes dejar tus prioridades —Izuku miró a otro lado un poco decaído.

—Por eso mismo tengo que cumplir con mi mayor prioridad —Observó como el peliverde lo miraba, quiso hablar pero continúo para interrumpirlo: —Sí, tú. Así que toma un baño, cena algo y ve a la cama, yo mañana iré a verte... Descansa, Izuku.

—Descansa... Kacchan...

Se miraron unos segundos más, el tacto seguía aún un tiempo más, ninguno quería cortar aquello, pero tuvo que llegar, no sin antes que Bakugo depositará un pequeño beso en su frente; levantando sus suaves cabellos y dejarla libre.

Se separó y salió cerrando la puerta.

Por otro lado Izuku como robot obedeció a las indicaciones de Bakugo, completamente embobado por aquél beso, un simple beso, una muestra de afecto mínima, pero que tardaría demasiado tiempo en esfumarse de su cabeza, ese día Izuku volvió a usar sus pijamas de All Might y durmió cómodamente sin tener un mal sueño.

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Bakugo regresó a la agencia, estaba todo oscuro, ya sus compañeros de trabajos -o subordinados como mejor los conoce- se habían retirado, por lo que le tocaba la parte más cómoda de trabajar, el silencio, ninguna luz prendida más que su computadora y la pequeña lámpara de su escritorio. Se sentó pero no trabajo, estaba viendo al techo fijamente pensando en aquél pecoso, estaba satisfecho de dar otro paso más con él, pero no iba a quedarse solo ahí, suspiró y rápidamente comenzó a hacer investigaciones en su computadora, anotó cosas en una libreta, hacía llamadas a otros lugares; la ventaja es que al ser de otros países, la zona horaria era diferente, por lo que contestaban y podían darle respuestas rápidas y positivas.

Trabajó toda la noche, madrugada y mañana escuchando como los demás comenzaban a llegar saludandose, pero el nunca dejó su trabajo.

—Jesús, cuantos vasos de café hay aquí -Entró Kirishima viendo el escritorio lleno de papeles, vasos de café de la maquina de cafés, y un rubio qué se asomaba por la pantalla bajando un poco sus lentes para observar al pelirrojo. —¿No has dormido?

—Nada.

—¿Cómo haces para no tener ojeras? Desgraciada genética perfecta.

—Estoy más atento en esto qué en el sueño —Volvió a su trabajo haciendo más anotaciones. Kirishima acercándose lentamente iba a mencionar algo pero fue interrumpido con el dedo índice de Bakugo sobre sus labios cuando sonó el teléfono y este lo contestó rápidamente. —¿Cómo va? —Hubo un silencio pero una sonrisa de lado por parte del rubio. —Tsk, te debo una, Hatsume, hasta luego.

Otsukaresama - BakudekuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora