La verdad

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Llegué donde Denis, él ya me estaba esperando con un semblante serio y limpiando una espada, levantó la miraba cuando me escuchó llegar y me sonrió; le sonreí de vuelta.

-Bien, comencemos.- dije un poco cansada por todo lo agitado del día.

-¿Si quiera has tomado agua?-  negué, y con su magia atrajo una botella que se encontraba en la mesa de descanso para dármela.

Tomé como si mi garganta fuese la representación del desierto del Sahara.- Bien, comencemos...- Denis me pasó la espada en el aire y la alcancé.

-Primero que nada, defensa. En una guerra, por más poderosa que seas, sin un arma y defensa segura, eres blanco fácil.- se posicionó para demostrármelo.

 Imité sus movimientos y se acercó a mí para corregir los detalles. Colocó su palma en mi espalda alta y los dedos de la otra en mi abdomen, provocando una oleada de calor en mi cuerpo. Separó un poco mis piernas desde los gemelos y  por último, tomó mis brazos desde atrás para corregir la altura con el que sostenía mi espada.

-Ahora si está bien.- su aliento en mi nuca logró erizarme la piel.-Esta espada no es tuya, tu espada debe elegirte, pero por ahora servirá... Tiene que ser natural en ti el portarla.- dicho esto se alejó para ponerse en un costado.

-¿No pelearemos?- él negó con la cabeza.- Pero tenemos poco tiempo.- me quejé.

-Nadie dijo que no pelearías, dije que no pelearemos.- sonrió.-¡Max, deja de flojear y ven!- un agotado Max salió de las sombras.

-Tenía que ser yo...- se quejó.

-Por algo eres guardián.- lo retó Denis.

-Agh, acabemos con esto...- Denis dio la señal para comenzar.

Al primer intento esquivé dos pero el tercero me dio. Al segundo intento me derribó. Al cuarto intento logré cubrirme con la espada pero olvidé esquivar... y así mientras Denis me decía qué tenía que corregir.

-¿Para esto me molestaron de mi descanso?- se quejó Max a lo que lo fulminé con la mirada.

-Yo tampoco elegí esto, sabes?- comencé a enojarme.-Si quieres hacemos un duelo sin espada y vemos quién gana.- bufó.

-Sí, claro, porque soy tan idiota de pelear sin espada con la elegida.- dijo con sarcasmo.-¿A quién le importa si sabes o no usar espada?, solo rídete.- Mi paciencia había colmado.

Comencé a atacarlo, con furia, como si ya estuviéramos en batalla, la espada estaba aferrada a mí y yo a ella, eramos una y mis movimientos salían naturales. En eso, la espada comenzó a brillar ¿Podría ser?

-¡Bien, Meg, sigue así, la espada te está eligiendo!- Alentó Denis.

-Megan ¡Para, por favor!- Hice caso omiso, no lo quería lastimar, quería demostrar que se equivocaba. Un último movimiento para derribarlo, un último movimiento para que la espada supiera quien era su compañera de batalla.

Denis aplaudía lento mientras se acercaba a ayudar a Max.- Bien hecho, Max, necesitábamos esto.- Max se frotaba las nalgas, se había caído duro.

-No pensé que te fueras a poner tan ruda.- frunció el ceño.

-Lo siento...- reí a lo bajo.

-Bueno, yo me largo.- lo miré incrédula.- no me mires así, ya fue mucha exigencia para este sensual cuerpo por hoy.- mientras lo decía pasaba sus manos por los costados de su torso haciendo una pose, a lo que yo reí.

-Ya vete.- lo empujé en juego. Ya se estaba alejando a lo que le grité.- ¡Max!- se volteó.-Gracias.- sonrió  y asintió con la cabeza en lugar de un "de nada".

-Bueno... ya que tus actividades finalizaron  por hoy, te quiero mostrar algo.- miré extrañada.- Tranquila, no más situaciones de guerra por hoy.- me tendió la mano para tomarla y guiarme.

Sin previo aviso me pegó a su cuerpo y desplegó sus alas, muy inesperadamente salió de la academia. Lo apreté fuerte, no estaba mentalmente preparada para echarnos a volar de la nada. Sus brazos estaban fuertemente aferrados a mi cintura, lo que me hacía estar divagando un mundo de cosas menos concentrarme en lo que estaba pasando, y por otro lado, ese agarre no me dejaba desplegar mis alas.

En un momento, llegamos a un lugar del bosque, un lugar que quedaba más alejado que lo que acostumbraba ir. Aterrizó y cuando se alejó sentí una distancia enorme que nos separaba, aunque solo fuera un metro.

-Ven, es por aquí.- tomó mi mano y me guió por la maleza. Al correr la cortina de hojas y ramas frente a nosotros se vislumbró un hermoso prado.

-Es precioso...- dije mirando cada detalle. Los árboles con flores de distintos colores, un pequeño lago que decantaba de un río el cual caía en cascada. El pasto, verde vivo, polvo de criaturas por todos lados. Estaba muy iluminado, aunque fuera de noche.

Su mano se entrelazó con la mía y me guió al estanque, nos arrodillamos y vimos a miles de peses dorados nadando en manada, eran muy brillantes. Pequeñas haditas comenzaron a salir de sus árboles, no había notado que los huecos de estos parecían casitas. Estaba fascinada, pero nada fue comparado con ver aquel alce... Blanco impoluto, cuernos imponentes sobre los que pequeños insectos brillantes posaban y ojos celestes como si estuvieras viendo el agua desde arriba.

 -Él es a quien vinimos a ver...-me susurró Denis. Sin mirarlo y lentamente asentí, estaba hipnotizada por aquel majestuoso animal.

De a poco y sin ninguna indicación me acerqué al alce, el cual se acercaba a mí. Se inclinó a mí con una reverencia y yo hice lo mismo en su nombre. Se acercó un poco más y agachó su cabeza, lo que tomé como señal para poder tocarlo, y eso hice.

En cuanto toqué su cabeza quedé en trance, él podía hablarme, oía su voz en mi cabeza y él leía la mía.

-¿Sabes por qué estás aquí?- negué.-Vengo a ti en paz, imparcial y con el respeto que te debo a mostrarte tu verdad.- asentí.-¿Estás lista?-

-Lo  que sea por saber la verdad...- entonces comenzó, sus cuernos comenzaron a brillar y con ello, mis ojos también. No podía ver a mi alrededor, ni escuchar nada, solo lo que él me mostraba.

Academia De Magia "La Profecía De Megan Adiuvat"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora