En guardia

2 0 0
                                    

Habría pasado una semana desde que todos comenzamos a enlistarnos para la guerra, no tenía mucho tiempo, no podía ver a mis amigos, me la pasaba en la oficina de la directora planificando ataques, planes y demás; y po algún motivo, Denis estaba distante, pero no quería ni podía pensar en eso ahora.

-Si cualquiera de su ejército quiere rendirse... les daremos misericordia.- espeté por décima vez en el día.

-¿Entiendes que puede ser una trampa?¿Entiendes que han acabado con miles de vidas inocentes?- asentí con la cabeza.

-¿Pero cual es la diferencia entre la tiranía y a bondad sino perdonar a aquellos que se equivocaron?- Bharat asintió.

-Concuerdo con nuestra Santa...- todo el salón quedó en silencio.

-Bien... dicho esto.- abrí el mapa donde debíamos dirigirnos.-Por el aire deben ir nuestros mejores y más preparados alados... serán acompañados por hipogrifos cargados con rocas encantadas, las cuales se direccionarán hacia y únicamente, el enemigo.-todos asintieron.

-Propongo que nuestros mejores luchadores estén a la vanguardia intercalado con hechiceros, así sus escudos serán impenetrables.- Dijo Sansón.

-Los brujos de curación irán detrás de todos, los caídos serán inmediatamente atendidos mientras las tropas avanzan.-concluyó la directora.

-Entonces en el medio, irán todos los demás.- asintieron.-Pero...-hice un silencio pensando lo próximo que diría.-Yo debo ir en el medio... así no me verán llegar y si las cosas se complican, podré usar mis poderes para orquestar una retirada.- miré buscando la aprobación de ellos y nadie dijo nada más.-Bueno... concluyendo lo dicho, debo ir a entrenar.- di media vuelta y me marché, dejando que los mayores y más conocedores en términos de guerra, se encargaran de seguir evaluándolo todo. 

Estaba absorta en mis pensamientos camino al patio sin percatarme que unas juguetonas pisadas venían por detrás. Me tomó por sorpresa de la cintura abrazándola y haciéndome girar, logrando que ría.

-Denis...- sonreí ruborizada ¿qué me pasaba?

- Mírate, te sienta bien este nuevo porte de líder.- sonrió haciendo que me derrita.-Ten, te traje esto, sé que tus tiempos están siendo complicados, así que tomate al menos un momento para comer conmigo, por favor.- extendió una bandeja de comida hacia mí estando los dos muy cerca. Sus cambios de humor me daban jaqueca...

-¿Cómo van los entrenamientos?- pregunté con la boca llena.-Lo siento.- dije una vez tragué.

-Los entrenamientos...- comenzó a decir mientras acercaba su mano a mi boca y la limpiaba suavemente con un dedo.-...van muy bien. Dejaste a cargo al mejor luchador de tus tiempos, querida.- nerviosa por aquel contacto sutil, reí. Terminé de comer con Denis cuidando mi espalda en todo momento.

-Tengo que ir a ver la clase de hechizos, el árbol me mostró cómo sacar su mejor potencial.- me paré para irme pero él me detuvo.

-Oye...Tienes que entrenar hoy.- dijo con severidad. Era verdad... no era buena con la espada aún, no lo suficiente.

-Claro que sí, Denis.- sonreí un poco exhausta; lo sabía.

Los alumnos y maestros estaban entrenando y perfeccionando sus mejores habilidades lo antes posible. Estuve ayudando con los entrenamientos de hechicería y vuelo. Quién lo hubiera imaginado... pasar de ser la peor de la clase a ayudar a otros a mejorarla.

-Bien, sabemos que nuestra energía divina está conectada a nuestra alma, a nuestras emociones...-expliqué.-no es fácil controlarlas cuando estamos en situaciones delicadas, por ejemplo, en el campo de batalla será muy difícil no sentir enojo o...  miedo.- miré al salón en busca de una afirmación que me permitiera proseguir y continué.- Pero, lo que sí podemos hacer es canalizar y direccionar.- todos asintieron.

-¿Qué emociones son las más fuertes?- preguntó Max quien se encontraba tomando la clase.

-Generalmente se le atribuye ese  peso al sentimiento de amor, en cualquiera de sus formas. El enojo si bien puede ser fuerte, es muy inestable. La felicidad nos permite lanzar hechizos con mayor impacto, la tristeza o el dolor hace que nuestros hechizos sean pesados, o sea, quien reciba un ataque de este tipo, si bien se pueden repeler, el que te caiga uno con esta característica provocaría un gran aturdimiento.- finalicé.

-Pero...¿No tenemos más emociones?- retrucó y yo asentí.

-Estoy nombrando a las de mayor impacto.- concluí.-Bien, necesito a un voluntario.- Max levantó la mano y lo hice pasar al frente.

-Usted dirá.- comentó bromista.

-Bien... lo único que no les he dicho, y que es lo más difícil de controlar es el estado neutro... pero no disponemos de ese tiempo para poder entrenar hasta ese nivel, yo no poseo esa capacidad y  solo alguno de los maestros en esta institución lo pueden hacer.-

-Entiendo.- dijo Max.- Bien, entrénanos.- espetó.

Poniéndonos en posición de batalla comenzamos a tirar todo tipo de hechizos con todo tipo de colores, Max en este momento estaba feliz, lo sabía por el aura que destellaba de sus ataques. Yo por mi parte, no sabía como estaba, pero a juzgar por mi aura, sentía miedo, o más bien, preocupación. Tenía que contener toda la energía que pedía a gritos salir para no dañar a mi oponente, solo quería y priorizaba que aprendieran a defenderse, así que tiraba pequeños hechizos a los costados, movía objetos para que estén atentos, controlaba solo el elemento del fuego, para que sepan lo que les iba a esperar en el campo de batalla. No era una clase más del montón, solo nos quedaban dos semanas para emprender campaña...

Max se estaba defendiendo muy bien, sus ataques eran precisos, su armonía era natural, casi como si hubiera nacido para esto.

-Relaja ese ceño, Meg.- decía mientras esquivaba un ataque.

-No es divertido, Max.- Le recordé.

-Ay, por favor, todo siempre tiene que ser tan rígido.- bromeó.

-Algunos no tenemos el lujo de relajarnos.- contesté con ironía. Max siguió bromeando mientras batíamos el duelo, pero entonces la discusión comenzó a irse de nuestras manos y cuando mencionó a Samuel no pude conmigo.

Bolas rojas comenzaron a salir de mis manos, mi aura era de un color rojo, celeste y morado, se estaban mezclando los sentimientos de enojo, amor y tristeza. Era hora de calmarme, pero no sabía cómo, solo sabía canalizar y direccionar, así que eso hice.

-Cierra...- lancé un hechizo.-La...- una bola de fuego.-Maldita...- moví un objeto en su dirección.- ¡Boca!- canalicé toda mi energía hacia él, y con dificultad se estaba escudando.

-Lo siento, lo siento, no lo decía en serio, solo quería entender a qué te referías y que nos enseñaras.- comenzó a gritar.- siento mucho haber mencionado a Max, por favor Meg, para.- pidió con dificultad.

Mi cuerpo comenzó a calmarse, aunque había contenido mucho de lo que hice, quería que el dolor se fuera...

-Está bien, el entrenamiento conmigo concluye por hoy... si quieren pueden quedarse a practicar entre ustedes.- dije con cansancio y me fuí.

Pasaron las clases de vuelo sin pena ni gloria, enseñé cómo controlar mejor las alas, como estar quieto en un lugar mientras tus alas tiran viento, como pasar por lugares angostos a mucha velocidad, y eso. 

Concluyendo mi día, solo quedaba entrenar con Denis... y vaya que no quería verlo.



Academia De Magia "La Profecía De Megan Adiuvat"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora