Una clase a la vez

72 8 4
                                    

Salí de la ducha y revisé mi hoja. Hasta ahora me apuntaba todas las clases que había tomado. Me dijeron que con el tiempo iría dejando solo en las que me destaque... buen sistema educativo, escuela.

Ví el reloj en la pared y...

-¡Mierda!- grité. Eran las 21:34. Probablemente el comedor ya había cerrado. Me cambié rápidamente con lo primero que encontré y bajé.

Estaba yendo al comedor, pero una puerta abierta llamó mí atención. Una tenue luz se reflejaba ahí y unas voces salían de ella.

-No podemos dejar que se quede por mucho tiempo ¿Y si el dibujo era una premonición real?- dijo preocupada una voz femenina.

-Vivió toda su vida con humanos ¿Cómo hizo para que la hoja seleccionará todo en lo que se apuntó?- dijo una voz un poco más chillona.

-Dijeron que eso es temporal, que solo quedarán los que seleccionaron.- dijo nuevamente la mujer.

-Yo aún no entiendo qué hace viva... Pensé que había muerto con sus padres.- dijo esta vez una voz masculina.

Una mano se posó en mi boca llevándome hacia atrás y provocando que me asuste.

-No hagas ruido...- dijo Denis llevándome hacia un lugar alejado con su cuerpo demasiado cerca... Ya una vez lejos me dijo.-¿Eres tonta?- aparté su cercanía de mi cuerpo.

-¿Acaso los escuchaste? Estaban hablando de mí, Denis.- me miró extrañado.

-¿De verdad?- quedó pensando, en eso, la duda que había tenido en mi habitación resurgió.

-Denis ¿Por qué estás aquí? ¿Quién es tu familia? ¿Por qué hay personas que te dicen Daniel?- 

-Eso no es de tu incumbencia.- negué con la cabeza.

-Sí lo es. Tú te pegaste a mí sin que te lo permita o pida, me llevas y me traes a tu antojo, no sé nada de ti. Explícate.- Denis agarró mis mejillas y levantó mi cabeza.

-Escucha con atención, Megan. Todavía no estás preparada para saber quién soy. Si lo sabes, me odiaras y no es mi intención.- soltó mi cara y se alejó de mí, dejándome con un mar de dudas.

Estaba harta de no saber nada sobre mí, nada sobre nadie. Frustrada fui a la cocina y al meterme todos ya habían terminado. La cocinera seguía ahí.

-Hasta que llegas...- dijo con algo de enojo.-Ten, te guardé algo aquí.- sacó una bandeja con lo que había quedado de la cena. Estaba perpleja, creí que era una señora mala.-¿Qué? Nunca dejo a mis alumnos con hambre.-

-Gracias...- dije y agarré el plato.

-Niña, la próxima vez, llega temprano.- asentí con una sonrisa. 

Me senté en una de las mesas, totalmente vacía pero con los desperdicios de los alumnos que ya habían cenado.

-¿Por qué tan sola?- dijo Max apareciendo de la nada.

-¡Máximus! Me asustaste...- lo reté.

-Lo siento. Estoy utilizando un hechizo nuevo.- sonrió.

-¿Y justo aquí?-  dije con sarcasmo.

-Es un hechizo de rastreo.- lo miré sorprendida.

-¿Y por qué hacia mí?- se encogió de hombros.

-Quería ver que no estuvieras en problemas.- rodeé los ojos ante su estúpida excusa.

-Es lo más tonto que has dicho hasta el momento.- él rió.

Terminé de cenar con la presencia de Max, me levanté y me fui hacia mi habitación.

Mañana me esperaba un largo día...

Me desperté a las 7:00 a.m. Los beneficios de que la casa fuera también la escuela.

Tomé el uniforme y peiné mi largo cabello. Sabrina apareció detrás mío asustándome.

-Tu cabello es muy bonito...- dijo mirándome con esos ojos casi blancos haciendo que me sienta algo incómoda.-¿Eres anoréxica?- dejé el cepillo con brusquedad.

-No seas tonta ¿De dónde sacas eso?- ella se asustó un poco.

-Es que...- la interrumpí.

-El que mi cuerpo sea tan delgado no te da el derecho a preguntar esas cosas ¿Y si lo fuera qué? Tampoco es de tu incumbencia.- odiaba cuando me decían anoréxica... nadie debería bromear sobre esa enfermedad... ni siquiera tomarla tan a la ligera.

En un acto repentino ella me abofeteo y me dijo.- ¡No vuelvas a hablarme así!- dijo temblando ¿Qué le pasaba a esta loca?-Solo me preocupé por ti...- llevó sus pequeñas manos a su cara y comenzó a llorar.

Marina entró a la habitación mirando perpleja la situación.

-¿Le gritaste?- asentí.-¡Wow! te golpeó muy fuerte.- tocó mi mejilla.

-No es nada...- alejé su mano.

-Sabrina ¿Qué hablamos sobre esto? Debes controlarte. Oye ¿Me escuchas?- de a poco la chica se calmó, era como una niña.

-Perdón...- dijo ya calmada. Yo por mi parte no pude con la absurda situación y salí de ahí dejando a esa acomplejada chica atrás.

Entré a la primera clase que me tocaba "Historia". Supuse que sería algo sobre guerras celestiales y la separación de los mundos. De verdad me interesaba saber sobre esto.

Nada más entrar las miradas se posaron sobre mí "Aquí vamos otra vez" pensé.

Me sentí en el único lugar que había desocupado.

-¿Qué le pasó a tu mejilla?- dijo un compañero sátiro a mi lado.

-Nada, me quemé con agua.- sonreí para que se lo creyera. 

El profesor de historia no era nada más y nada menos que el centauro. En su banco decía "Sansón". Así que ese era su nombre...

La clase pasó tan rápido que no me percaté de ello. Tuvimos varias clases durante el día, como herbología, control sobre los elementos y materia básica.

Y por fin tuvimos la clase que tanto esperaba: "dibujo".

-El día de hoy veo caras nuevas.- dijo la profesora bajando sus gafas en mi dirección.-Bien, alumnos, hoy necesito que dibujen... un corazón. Pero no cualquier corazón. Quiero que dibujen el suyo.- de inmediato mi mente comenzó a divagar e imaginar cómo sería mi corazón.

Dibujé un corazón humano dado vuelta, con diferentes colores que se expandían en él. Su fondo era obscuro, era lo único que estaba en color. Y por algún motivo estaba en una bandeja de plata la cual la sostenían dos manos distintas. Un hombre y una mujer... las manos de mis padres, la esencia de lo que soy. 

Todos ya habían terminado y me miraban al darse cuenta que era la única que faltaba.

Cuando por fin dejé el pincel y al mirar el lienzo me sentí satisfecha dije.-Terminé.- la profesora pasó por cada cuadro y se detuvo detrás mío.

"Diablos" pensé.

-¿Puede explicarme qué significa esto?- mi cuerpo se sintió pequeño.

-Yo... no lo sé. Solo dibujé lo que me imaginaba.- se quedó esperando que siguiera con la explicación.-esas son las manos de mis padres, los cuales nunca conocí. La bandeja es porque ellos me otorgaron mis cualidades, los colores porque no creo estar definida todavía.- asintió.

-¿Y por qué está al revés el corazón?- encogí de hombros.

-Es lo que se siente cuando tu vida cambia de un día para otro y ya no sabes quién eres.- ella sonrió.

-Impresionante...- dijo en un susurro casi imperceptible.

La campana para el almuerzo sonó y la profesora me pidió que me quede.

-¿Quería hablar conmigo, profesora?- ella asintió.

-Supe que dibujaste el suelo de la escuela a penas llegaste. Puedo ayudarte a controlarlo.- sonreí.









Academia De Magia "La Profecía De Megan Adiuvat"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora