no me jodas

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Denis tomó mi brazo después del acontecimiento y me llevó a una pequeña habitación, donde se hallaban los objetos de limpieza.

-Listo, aquí no nos escucharan.- miré extrañada.

-¿Qué quieres decirme?- froté mis ojos cansada.-Explicame qué fue eso, por favor.- él frunció seño.

-En ti no funciona...- susurró.

-¿No funciona qué? Denis, ¿Estás bien?- traté de tocar su frente pero el se apartó.

-Alejate de mí ¿Si? Solo... No te metas en problemas.- lo miré extrañada.

-¡Por Dios, Denis. Si fuiste tú quien me arrastró hasta aquí!- corrió su mirada.

Abrió la puerta y salió a toda prisa.

Me quedé nuevamente ahí, mirando como se alejaba, preguntándome qué secretos guardaría aquél muchacho.

Por mi cabeza corrían tantas preguntas...¿Qué había pasado en el pasillo?¿Qué fuerza logró mantener los libros levitando? ¿La misma fuerza que soñé...? No, era imposible.

Las clases habían transcurrido con normalidad, aunque no las sentía así, una ansiedad desesperante me había hecho ir mil veces al baño a tratar de controlar mi respiración.  Cuando al fin terminó la escuela, me dirigí hacia mi casa. Llegué, mi casa estaba sola... Sam estaba al cuidado de Benjamin.

Preparé el almuerzo para nuevamente una sola persona. Aún cansada fui arriba y saqué mis carpetas para adelantar tarea.

Agradecía que entre semana solo trabajaba como mesera, porque estaba demasiado cansada.

Si soy totalmente sincera, no podía concentrarme pensando en lo de hoy...

Necesitaba respuestas, pero tampoco iba a hacerme la cabeza por no obtenerlas. Y creo que sabía el porqué.

Terminé mis deberes, luego de eso fui a cubrir mi turno en el restaurante. 

Tomé mi bici y me dirigí hacia mi trabajo. Al llegar, las demás meseras no se habían percatado de ello, y siguieron hablando de sus temas.

No las culpaba por no notarme, por lo general nadie lo hacía.

Un papel en la recepción llamó mí atención, estaba anotado con perfecta caligrafía y una ortografía de envidia.

Trata de no acercarte mucho a mí. Recuerda, el gato murió por curiosidad.

Fruncí el ceño y miré para todos lados, no había nadie.

Dí vuelta el papel y escribí con mi pésima caligrafía.

Pero la satisfacción lo resucitó.

Sonreí complaciente con el resultado y dejé la nota ahí.

Agarré las cartas y las repartí en la mesa. Cuando volví, la nota había desaparecido.

Luego de un rato atendiendo personas y demás, llegó un grupo poco amigable.

"Genial, nadie me nota para nada, pero estos patanes me notan para todo". Pensé en referencia al grupo de adolescentes que había llegado.

Habituaban con frecuencia el local. Estoy segura que lo hacían para molestarme.

-¡Oye, camarera! ¡Una ronda de cervezas por aquí!- Apreté mis puños, respiré profundo y sonreí. No me quedaba otra, era mi trabajo.

-Claro, como gusten.- esos papanatas eran compañeros de colegio. Claro que no me molestaba que vinieran por ser compañeros, eso sería absurdo, me molestaba su presencia.

Academia De Magia "La Profecía De Megan Adiuvat"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora