-Debes canalizar todas tus energías. Tú sientes que necesitas hacerlo, pero eres tú quien manda.- asentí frente al lienzo blanco delante de mis ojos.-Cuando sientas el impulso de hacerlo, piensa en un lienzo blanco, aguanta hasta que estés delante de uno y... nunca lo hagas en público. Nunca sabes si puedes desmayarte y jamas ver tu obra.- asentí hacia su dirección y me dí cuenta que su cara era de nostalgia.
-Perdón, debo irme. La cocinera se enojará si no llego a tiempo.- ella asintió y me dejó ir.
Por suerte cuando llegué todavía había fila. Al momento de ser mi turno la cocinera me sirvió un poco más que a mis compañeros. Sin decir nada me guiñó un ojo y yo sonreí. Creo que ella sabía que no era delgada a propósito...
Me quedé parada descifrando dónde sentarme. Denis estaba con Marina, Sabrina, el chico rubio y Drake. A penas me vio, me hizo señas de ir con ellos.
El chico rubio se levantó con brusquedad de su asiento y se dirigió rápido hacia mí. Comencé a retroceder algo asustada.
-¿Quién te crees que eres para hacer llorar a mi hermana?- Denis se levantó y agarró al chico del antebrazo.
-¿Qué? Ella me golpeó- dije a la defensiva. Él miró en dirección a su hermana, Sabrina.
-Shane, estás montando una escena.- devolvió su vista hacia Denis y deshizo su agarre para ir a sentarse.
-Tranquila, siéntate a mi lado.- asentí y me dirigí a mi lugar.
El almuerzo continuó con normalidad. Mi estómago se había cerrado después de la escena, pero me obligué a comer para que no piensen cosas erróneas sobre mí.
Después del almuerzo subí y me cambié. Debía ir a entrenar y quería intentar sacar mis supuestas "alas".
Ese día entrené combate mano a mano. Estaba progresando rápido. Lo normal después de hacerlo durante 2 horas. Luego de esa clase, fui a vuelo. Necesitaba progresar, pero mis alas no querían salir.
-A ver, Megan, mírame.- decía ya mi profesor frustrado. De su espalda salieron dos hermosas y celestes alas. Nadie tenía las mismas alas, por lo general el color que cada uno tenía era muy claro. Pero había excepciones, por lo general esas excepciones eramos los mestizos. Para tener alas sí o sí debías ser ángel. A veces demonios, pero a esta academia no asistían tales.
-¿Ves cómo hago los hombros?- asentí a su pregunta.-¡Inténtalo!- pidió con un ademán de manos.
Lo hacía, juro que me concentraba, pero nada... me sentía inútil.
-Piensa en alguien que extrañas, piensa que quieres salvarlo de un precipicio. La primera persona que se te pase por la cabeza.- con esas palabras creí que la primer persona en pasarse por mi cabeza sería Samuel, pero no, fue Denis.
Me perdí en mi imaginación, en un beso que jamás pasó. El cálido sentimiento de un abrazo, el hermoso color de sus ojos azules. La sensación que se debe sentir el tocar su cabello negro azabache...
-¿Qué..?- mi espalda dolía, un gemido de dolor salió de mí. Sentí como mi remera se rompía poco a poco.
-Lo estás haciendo, no te detengas.- dijo con entusiasmo el profesor.
Me concentré en sus manos, que siempre estaban cálidas cuando me agarraban en momentos de desesperación, en cómo se separan sus labios cuando pronuncia mi nombre... Meg...
-¡Ah...!- un grito salió del fondo de mi estómago cuando al fin las alas se dieron a conocer. No podía levantarme, el dolor era insoportable.
-Con razón dolían tanto...- sentía la mirada de mis compañeros de vuelo y al profesor con esa expresión de "lo logre" en su cara.
-¿Por qué duele tanto?- pregunté sin poder pararme.
-¡Megan!- sentí la voz de Denis acercándose.-¿Estás bien? ¿Puedes moverte?- negué con la cabeza.
-Voy a intentarlo.- dije en un hilo de voz.-¡Dios, esto duele mucho!
Una vez incorporada pude notar el verdadero peso de mis alas, notaba como tocaban el piso, sentía cuando las tocaba... eran impresionantes, una extensión de mi cuerpo, como si de un brazo se tratase.
Pero había algo extraño en ellas... no eran de un solo color, iban en degradé, en la parte de arriba eran celestes y a medida que descendían se hacían blancas.
-¿Puedes moverlas?- asentí.
-¿Cómo es que si siempre las tuve nunca hicieron un bulto en mi espalda?- él rió por mi pregunta.
-Las alas no salen de tu espalda así como así. Tú las invocas y se vuelven parte de ti, parte de tus huesos. Es algo astral pero a la vez tan real. Ellas se quedan lo que tu necesites que se queden... las alas son lo más complejo en un ángel. Por eso las sientes, por eso si te las arrancan sentirás como si se llevaran una parte de vida con ellas...- aunque solo eran la descripción de unas alas, fue lo más emotivo que había escuchado de mi profesor desde que lo conocí.-¿Puedes volar?-
-No lo sé- dije encogiendo mis hombros.-¿Cómo lo hago?-
-Puedes moverlas, aprende a controlarlas. Recuerda que son una extremidad más- hice caso a sus concejos y las moví de arriba hacia abajo. Me dolía cada vértebra cuando las movía. Sin mencionar que pesaban mucho.
-No te sobreesfuerzes, con el tiempo te acostumbras y dejan de doler.- dijo Denis a mi lado. Yo asentí.
Ese día solo pude elevarme un poco del suelo, sin contar que me caía cada vez que lo intentaba, era como volver a aprender a caminar.
Al finalizar el día ya no pude tomar más clases por estar tan concentrada y obsesionada con lograrlo que el tiempo pasó volando.
Me concentré y guardé mis alas.
Arrastré mis pies hasta mi habitación, al llegar noté de inmediato que estaba sola. "Perfecto" pensé. Ingresé al baño y me duché.
Me encontraba ya secando mi pelo cuando vi que eran las 20:13. Al menos no iba a llegar tan tarde a la cena.
Ya vestida bajé al comedor. Habían alumnos que todavía estaban con el uniforme porque preferían tomar sus clases normales por la tarde. Pero eran la minoría.
-Megan, felicidades. Denis, debes estar orgulloso.- dijo Sabrina cuando llegué a la mesa, yo no sabía a qué se refería.
-¿De qué debería estar orgulloso Denis?- Denis apoyó mi pregunta al igual que Drake y Shane.
-¡De tus alas!- dijo fuerte y claro para que nadie quedara sin la noticia. Marina reía ante el entusiasmo de Sabrina.
-¿Y por qué debería estar orgulloso?- exclamó Denis. Su desdén hizo que algo doliera dentro mío por alguna razón.
-Porque ustedes están saliendo.- dijo Máximus uniéndose a nosotros.
-¿Alguien más quiere entrometerse en mi vida?- pregunté con sarcasmo.- ¿De dónde sacaste eso, Max?- dije en su dirección.
-Sí, ella y yo no estamos saliendo.- Sabrina se encogió de hombros.
-Igual te felicito, Meg.- apreté los puños por ese apodo.
-Sabrina, llámame Megan.- ella se cruzó de brazos.
-¿Y por qué Daniel puede llamarte Meg?- di un rápido vistazo a "Daniel".
-Porque él es un patán.- Marina estalló en carcajadas.
-¿Daniel un patán?- preguntó con ironía y asentí.-Ok, ok...- dijo ante mi seria expresión.
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Academia De Magia "La Profecía De Megan Adiuvat"
Novela JuvenilLos ángel son parte de historia de libros, son los enviados de Dios. Pero, los ángeles no se pueden ver, no son reales, son producto de lo Libros ¿No? Entonces, ¿Qué estoy viendo en éstos momento? ¿Qué tentación es la que lleva a estrecharme entre s...