La tensión en el aire se podía cortar con un cuchillo. Izuku observaba atentamente al demonio que había emergido de la espalda de Daki. Este nuevo oponente, un ser de complexión delgada y piel pálida, emanaba una presencia maligna que hizo que el ambiente en el callejón se tornara aún más oscuro y opresivo. Los edificios alrededor parecían aún más deteriorados bajo la luz tenue de las lámparas, sus sombras alargadas proyectando figuras aterradoras en las paredes de madera gastada.La mirada de Gyutaro, llena de desprecio y odio, se fijó en Izuku mientras lamía la sangre que aún manchaba su guadaña. Las calles estrechas del distrito rojo estaban ahora desiertas, solo las luces débiles y parpadeantes de los faroles colgantes iluminaban ligeramente la escena, mientras la luna apenas se asomaba entre las nubes que cubrían el cielo nocturno.
Izuku permanecía en guardia, con ambas espadas listas, esperando cualquier movimiento de su nuevo enemigo. Finalmente, el demonio habló con una voz rasposa y llena de veneno:
—Así que tú eres el mocoso que ha estado molestando a mi querida hermana, ¿eh? —Gyutaro sonrió de manera perturbadora, mostrando sus dientes afilados y amarillos—. Te has metido con la persona equivocada, niño. Mi nombre es Gyutaro, y no tienes idea de lo que te espera.
Izuku frunció el ceño, manteniendo su compostura ante la amenaza. La oscura calle reflejaba los pensamientos sombríos que pasaban por su mente. El suelo de piedra, irregular y cubierto de polvo, crujía bajo sus pies mientras tomaba una posición firme.
—No me importa quién seas —respondió Izuku con una voz firme, pero calmada—. Si eres un demonio que amenaza la vida de inocentes, te eliminaré sin dudarlo.
Gyutaro soltó una risa burlona, su figura encorvada y grotesca proyectando una sombra aún más siniestra sobre las paredes. El sonido de su risa resonó por el callejón, como el eco de un alma atormentada.
—Qué palabras tan valientes para un mocoso que apenas ha arañado la superficie de nuestro poder —se burló Gyutaro, girando lentamente sus guadañas en las manos—. Sabes, siempre he odiado a los tipos como tú... Héroes que creen que pueden cambiar el mundo. Todos terminan igual: despedazados y olvidados.
Daki, a su lado, seguía llorando, su cara ahora deformada por el miedo y la frustración, mientras que su hermano le lanzaba una mirada protectora, mezclada con un resentimiento profundo hacia Izuku. El ambiente se cargaba con una tensión eléctrica, y el viento nocturno parecía susurrar advertencias al oído del joven cazador.
Izuku sabía que estaba frente a uno de los oponentes más peligrosos que había enfrentado, pero no podía mostrar debilidad. Sus ojos brillaban con determinación, y en su mente repasaba rápidamente una estrategia para enfrentar a ambos demonios. El callejón donde se encontraban era estrecho, con apenas espacio para moverse, pero la falta de espacio también significaba que no podrían escapar fácilmente.
—No estoy aquí para cambiar el mundo —dijo Izuku, finalmente—. Solo estoy aquí para asegurarme de que monstruos como tú no sigan haciendo daño.
Gyutaro ladeó la cabeza, intrigado por la frialdad con la que el joven cazador le respondía. Su expresión cambió de burla a una mezcla de furia y fascinación. En sus ojos brillaba la locura de un ser que había pasado siglos en la oscuridad, alimentándose del sufrimiento ajeno.
—¿Así que eres de esos tipos? —murmuró Gyutaro, casi para sí mismo—. Entonces tendré que divertirme antes de acabar contigo.
Con un movimiento veloz, Izuku tomó un pequeño conjunto de bombas de su cinturón y las lanzó en dirección a los dos demonios. Las explosiones fueron inmediatas, generando destellos de luz y una nube de humo denso que se mezcló con el polvo en el aire. Las pequeñas estructuras de madera a su alrededor crujieron ante el impacto, mientras los faroles temblaban en sus ganchos, apagándose unos pocos y sumiendo el callejón en una penumbra aún más profunda.
El sonido de las explosiones resonó en el espacio cerrado, y cuando el polvo comenzó a asentarse, Izuku aferró sus espadas con más fuerza, listo para enfrentar lo que viniera a continuación. Sabía que las bombas no serían suficientes para acabar con demonios de ese calibre, pero esperaba que el ataque hubiera debilitado al menos a uno de ellos.
La figura de Gyutaro apareció entre el humo, apenas afectado por la explosión, pero con una sonrisa torcida en su rostro.
—Vas a tener que hacerlo mejor que eso, mocoso... —susurró Gyutaro, sus ojos brillando con malicia mientras comenzaba a avanzar hacia Izuku, listo para el siguiente enfrentamiento.
El verdadero combate estaba a punto de comenzar, y el joven cazador sabía que necesitaría cada gramo de fuerza y habilidad para salir victorioso de esta batalla.
**Continúa el capítulo:**
Bakugo y compañía se detuvieron detrás de Deku, observando la escena con una mezcla de asombro y temor. La luna creciente, Gyutaro, se erguía con una presencia intimidante, su sonrisa torcida revelando un placer sádico ante la situación. Daki, a su lado, permanecía tranquila, pero su mirada delataba la misma crueldad.
Los ojos de Bakugo se entrecerraron, tragando saliva con fuerza al enfrentar la realidad de lo que tenían delante. A pesar de que su corazón latía con fuerza, podía sentir cómo una llama de determinación crecía en su interior al ver a su amigo, Izuku, plantado con firmeza frente a los dos demonios.
Rumi, que apenas había conocido a Izuku, notó la increíble resolución en él. La forma en que mantenía la espalda recta, con los músculos tensos, era una muestra de su fuerza interior. Pero también percibió algo más. A través de sus ojos serenos, pudo ver el miedo que Izuku contenía, un temor que lo hacía apretar las espadas con tanta fuerza que sus manos temblaban ligeramente. Sin embargo, ese miedo no lo paralizaba; al contrario, parecía darle más razones para seguir adelante. Rumi, con una varilla en la mano, se preparó para unirse a la batalla, inspirada por la valentía de Deku.
Bakugo, siempre preparado para lo inesperado, llevaba consigo dos espadas. Sabía que sus técnicas agresivas solían llevar al límite a sus armas, rompiéndolas en ocasiones. Sin decir una palabra, sacó la espada extra y se la entregó a Rumi. Ella la tomó con una mirada de agradecimiento, ajustándola en su mano para acostumbrarse rápidamente al peso y equilibrio de la hoja.
—Úsala bien —murmuró Bakugo, su voz baja pero cargada de intensidad.
Momo y Setsuna, por su parte, adoptaron una posición de apoyo. Estaban listas para intervenir en cualquier momento, conscientes de que su papel sería crucial para que el grupo pudiera derrotar a estos enemigos. Aunque la incertidumbre los rodeaba, los dos compartían una silenciosa confianza en las habilidades de su equipo.
El entorno a su alrededor parecía amplificar la tensión del momento. El callejón oscuro, con sus paredes de madera desgastada y sombras alargadas por la débil luz de las farolas, se convirtió en un campo de batalla inminente. La brisa nocturna, apenas perceptible, movía el polvo y los escombros de las explosiones anteriores, creando una atmósfera cargada de suspense.
Izuku, sintiendo el apoyo de sus compañeros a sus espaldas, adoptó una postura de ataque. Su respiración se hizo más lenta y controlada, mientras se concentraba en la próxima movida. Sabía que esta sería una de las peleas más grandes de su vida, una batalla que exigiría todo lo que tenía y más.
El callejón se llenó de un silencio inquietante, roto solo por el suave sonido del acero al rozar contra las piedras cuando Izuku ajustó sus espadas. Las sombras danzaban a su alrededor, anticipando el choque que estaba a punto de ocurrir. Bakugo, Rumi, Momo y Setsuna también se prepararon, sus ojos fijos en los dos demonios, listos para actuar en el momento preciso.
Izuku se inclinó ligeramente hacia adelante, señal de que estaba listo para atacar.
—Esta vez no habrá errores —pensó, mientras sus compañeros tensaban sus músculos en anticipación.
El primer movimiento estaba por llegar, y todos se preparaban para la tormenta que seguiría.
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Izuku el de las 5 respiraciones
FanfictionIzuku Midoriya con el poder de 5 respiraciones las cuales irán descubriendo mientras leen la historia 22 - Mayo - 2024