Capítulo 22

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El resplandor de la fortaleza iluminaba el entorno con una intensidad casi cegadora mientras Mitsuri, Shinobu y Momo se adentraban en lo que parecía un paraíso natural. El agua cristalina del estanque reflejaba la luz de forma hipnótica, creando un ambiente que contrastaba con la inminente batalla que aguardaba. Sin embargo, el aire estaba cargado con una tensión que no podían ignorar.

—Este lugar es hermoso... demasiado tranquilo —comentó Momo, observando los alrededores con cautela.

—No te dejes engañar por las apariencias —advirtió Shinobu con su habitual serenidad. Ella sentía la presencia de un peligro inminente, un mal acechando justo fuera de su vista.

Mitsuri asintió, sosteniendo firmemente su espada con ambas manos. La tensión en su rostro era evidente, pero también lo era su determinación.

De repente, el aire se volvió más frío, y una risa suave pero siniestra resonó por el lugar. De entre las sombras, Douma emergió con una sonrisa que no llegaba a sus ojos.

—Vaya, vaya, vaya... tres bellas flores han venido a visitarme. Qué placer será marchitar su belleza para siempre —dijo Douma con una voz que era a la vez dulce y perturbadora.

—Douma... —susurró Shinobu, reconociendo al demonio de inmediato. Ella sabía quién era, y lo que él había hecho. Sus labios se curvaron en una sonrisa gélida, su odio bien disimulado bajo una capa de tranquilidad.

—¡Douma! —exclamó Mitsuri con furia. Sabía del sufrimiento que Douma había causado, y el simple hecho de verlo llenaba su corazón de ira.

—¿Qué haremos con él? —preguntó Momo, sin dejar de observar cada movimiento del demonio.

—Lo mataremos —respondió Shinobu con calma. La determinación en su voz era inquebrantable.

La batalla comenzó sin más advertencia. Douma, con su abanico, invocó un viento helado que convirtió el estanque en hielo. El paisaje paradisíaco se transformó en un campo de batalla mortal. Mitsuri y Momo saltaron en distintas direcciones, buscando una apertura, mientras que Shinobu se movió con una rapidez y agilidad que desafiaban la lógica.

—¡Respiración del Amor, Primera Postura: El Destello del Primer Amor! —gritó Mitsuri, lanzándose contra Douma con un ataque en espiral. La fuerza de su ataque era impresionante, pero Douma lo bloqueó con facilidad, su sonrisa no desaparecía.

—¿Eso es todo lo que tienes? —Douma se burló, contraatacando con un aluvión de carámbanos afilados como cuchillas que volaron hacia Mitsuri. Shinobu intervino, cortando los carámbanos con precisión quirúrgica, mientras Momo cargaba con su propia técnica.

—¡Respiración de la Luz Lunar, Cuarta Postura: Danza de la Luna Nueva! —Momo se movió con gracia, su espada creando un patrón impredecible que buscaba cualquier punto débil en Douma. El demonio retrocedió momentáneamente, sorprendido por la ferocidad y la coordinación de los ataques.

—Impresionante, pero no es suficiente —dijo Douma, aumentando su poder. El aire se volvió más denso, y una capa de hielo comenzó a cubrir todo el campo. Mitsuri y Momo sintieron el frío en sus huesos, pero no se detuvieron.

—¡No te dejaremos ganar! —gritó Mitsuri, lanzando otra ráfaga de ataques mientras Momo se movía para flanquear a Douma.

Sin embargo, Douma las estaba conteniendo. Aunque las dos luchadoras eran poderosas, la experiencia y la crueldad de Douma lo hacían extremadamente peligroso. En medio de la batalla, Shinobu encontró una oportunidad para atacar, apuntando directamente al corazón de Douma con una de sus técnicas más mortales.

—¡Respiración del Insecto, Cuarta Postura: Danza del Escorpión! —Shinobu se lanzó hacia Douma con una velocidad increíble, su espada envenenada dirigida a su pecho.

Douma se movió en el último segundo, pero Shinobu logró hacer un corte profundo. Sin embargo, en lugar de retroceder, Douma sonrió.

—Un buen intento... —dijo, antes de agarrar a Shinobu por la garganta con una velocidad sorprendente.

Mitsuri y Momo gritaron, corriendo para ayudar a su amiga, pero Douma ya había tomado su decisión. Con una sonrisa, clavó su mano en el estómago de Shinobu, empujándola hacia atrás con una fuerza brutal. La cazadora cayó al suelo, su espada resbalando de su mano mientras un charco de sangre comenzaba a formarse a su alrededor.

—¡No! ¡Shinobu! —gritó Mitsuri, su voz quebrada por el dolor.

Shinobu, con su último aliento, miró a sus compañeras. Su sonrisa, débil pero presente, reflejaba su aceptación. Sabía que este podría ser su final, pero no temía.

—Mitsuri... Momo... ¡terminen esto! —fueron sus últimas palabras antes de que su cuerpo se desplomara, sin vida.

La ira y la desesperación llenaron a Mitsuri y Momo. Las lágrimas corrían por sus rostros, pero no podían detenerse ahora. Sentían una fuerza desconocida que comenzaba a despertarse en ellas, una marca que se extendía por sus rostros, dándoles un poder que nunca habían sentido antes.

—¡No te perdonaremos! —gritó Mitsuri, su voz llena de furia y dolor. Su espada ardía con un nuevo poder, y junto a Momo, cargaron contra Douma.

La batalla se volvió aún más intensa, cada golpe era una explosión de furia y poder. Douma, por primera vez, parecía estar luchando con esfuerzo. Las cazadoras, con la fuerza de la marca, lograron esquivar y contrarrestar sus ataques con una precisión letal.

Finalmente, en un movimiento coordinado, Mitsuri y Momo atacaron al unísono. Mitsuri lanzó su ataque más poderoso, la Sexta Postura: Gato de la Noche, una técnica que envolvía a su enemigo en una serie de ataques rápidos e impredecibles, mientras que Momo utilizó su Quinta Postura: Resplandor Nocturno, concentrando toda su energía en un golpe devastador.

Douma, debilitado y sorprendido, no pudo evitar los ataques combinados. El demonio gritó mientras su cuerpo era destrozado por la furia de las dos cazadoras, hasta que finalmente, su forma se desmoronó en el aire.

El silencio cayó sobre el campo de batalla. Mitsuri y Momo se quedaron de pie, jadeando, sus cuerpos temblando tanto por el esfuerzo como por la pérdida de su compañera. Momo cayó de rodillas junto al cuerpo de Shinobu, abrazándola mientras las lágrimas caían sin control.

—Lo logramos, Shinobu... lo logramos... —susurró Mitsuri, su voz rota por el llanto.

Después de un momento, ambas se levantaron, todavía llenas de dolor, pero sabiendo que debían seguir adelante. Tenían que unirse a sus compañeros, a aquellos que todavía necesitaban su ayuda.

Con una última mirada a su amiga caída, Mitsuri y Momo se dirigieron hacia el campo de batalla, dispuestas a enfrentar lo que viniera. La pérdida de Shinobu les había dado una nueva fuerza, y estaban decididas a no dejar que su sacrificio fuera en vano.

Izuku el de las 5 respiraciones Donde viven las historias. Descúbrelo ahora