Capitulo 8

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El amanecer iluminaba tenuemente el horizonte cuando las gemelas encontraron a Rengoku e Izuku, agotados y cubiertos de heridas. Las dos niñas, con determinación y preocupación en sus rostros, comenzaron a asistir a los dos cazadores heridos, preparándolos para el arduo viaje de regreso a la finca del patrón.

—Debemos llevarlos de vuelta rápidamente —dijo una de las gemelas—. Shinobu-sama podrá atender sus heridas adecuadamente.

El trayecto hacia la finca fue insoportable. El camino estaba plagado de piedras y raíces que hacían cada paso una tortura para los heridos. A pesar de su estado, Rengoku e Izuku trataron de mantenerse en pie, apoyándose en las gemelas para avanzar. Los susurros de los árboles y el sonido de sus pisadas eran los únicos ruidos en el aire, creando una atmósfera de tensión y desesperación.

A medida que se acercaban a la finca, cada paso se volvía más pesado. Rengoku, a pesar de su voluntad inquebrantable, comenzó a tambalearse, sus heridas supurando y su energía menguando. Izuku, aunque más joven y lleno de determinación, también sentía cómo sus fuerzas lo abandonaban. A pocos metros de llegar, ambos cazadores colapsaron.

—¡Rengoku-san! ¡Izuku-kun! —gritaron las gemelas en desesperación.

En ese momento, Shinobu apareció, su presencia delicada pero firme. Sin perder un segundo, comenzó a atender a los dos cazadores con habilidad y rapidez, aplicando ungüentos y vendajes para estabilizar sus condiciones.

—Tranquilas, niñas. Los llevaré adentro y me aseguraré de que reciban el tratamiento adecuado —dijo Shinobu con una calma que infundía confianza.

Una vez dentro de la finca, Rengoku fue llevado a una habitación amplia y luminosa, decorada con sencillez pero con toques elegantes. Izuku fue colocado en una habitación contigua, más pequeña pero igual de acogedora, con vistas a un jardín lleno de flores en plena floración.

Rengoku recibió visitas constantes de los otros pilares y cazadores de bajo nivel. Cada uno venía a expresar su admiración y respeto por su valentía y fortaleza en la batalla. Mientras tanto, Izuku fue visitado por Bakugo y Mitsuri. Mitsuri, con su sonrisa cálida y su amabilidad, llevaba el desayuno a Izuku todos los días, asegurándose de que se sintiera bien cuidado hasta que despertara.

Los días pasaron lentamente. El camino hacia la recuperación fue duro y agotador. Rengoku, a pesar de sus graves heridas, mostraba una fortaleza impresionante, sonriendo y alentando a los que venían a verlo. Shinobu estaba a su lado, cuidando meticulosamente de sus heridas y asegurándose de que su recuperación fuera lo más rápida posible.

Izuku, por otro lado, tuvo una recuperación más lenta. Bakugo visitaba regularmente, siempre con su actitud arrogante pero con un atisbo de preocupación en sus ojos. Mitsuri, cada día, se acercaba más a Izuku. Su presencia se convirtió en un rayo de sol para el joven cazador, quien encontraba en ella una fuente de ánimo y apoyo.

Una mañana, Izuku finalmente despertó completamente, sintiendo el sol tibio en su rostro. Mitsuri estaba a su lado, como siempre, con una sonrisa que iluminaba la habitación.

—Buenos días, Izuku-kun. ¿Cómo te sientes hoy? —preguntó con dulzura.

Izuku, aún adolorido pero agradecido, respondió con una sonrisa débil. —Me siento mejor, gracias a ti, Mitsuri-san.

Bakugo y sus amigos llegaron poco después. La atmósfera en la habitación cambió ligeramente, volviéndose más seria. Bakugo, con su habitual actitud desafiante, se acercó a Izuku.

—Oye, Deku. ¿Cómo fue pelear contra una Luna Superior? Y no cualquier Luna Superior, sino la tercera. Cuéntanos.

Izuku, aún procesando la batalla en su mente, tomó un momento para responder. —Fue... fue increíblemente difícil. Akaza es extremadamente poderoso. Su velocidad y fuerza son abrumadoras. A pesar de estar con Rengoku-san, sentí que apenas podía seguir el ritmo. Rengoku-san es un pilar increíble, su fortaleza y determinación son inspiradoras. Pero incluso con él, fue una lucha desesperada.

Los ojos de Bakugo se estrecharon, asimilando las palabras de Izuku. —Así que, incluso con un pilar, fue casi imposible. ¿Qué crees que necesitamos para estar a su nivel?

Izuku reflexionó un momento antes de responder. —Necesitamos entrenar más duro. No solo en fuerza y velocidad, sino también en nuestras técnicas de respiración y coordinación. La clave para enfrentarse a demonios tan poderosos es estar preparados y ser capaces de trabajar juntos sin fisuras.

Mitsuri, escuchando atentamente, asintió. —Izuku tiene razón. La unión y la preparación son fundamentales. Además, debemos cuidar de nuestra salud y recuperación. No podemos permitirnos ser descuidados.

La finca del patrón, con sus jardines floridos y estructuras elegantes, se convirtió en un refugio para la recuperación de los dos cazadores. Cada día, Izuku sentía cómo sus fuerzas volvían lentamente, motivado por las visitas constantes de Mitsuri y la presión de Bakugo para mejorar.

Shinobu, con su actitud serena y profesional, monitoreaba de cerca la recuperación de ambos. Aunque el camino era difícil, la finca ofrecía un entorno de paz y sanación, contrastando con la violencia y el caos de sus recientes batallas.

A medida que los días pasaban, Izuku y Rengoku comenzaron a retomar sus entrenamientos ligeros bajo la supervisión de Shinobu. Las cicatrices físicas eran evidentes, pero las lecciones aprendidas en la batalla contra Akaza habían dejado marcas más profundas en sus almas.

El vínculo entre Izuku y Mitsuri se fortaleció. Cada día, su relación crecía, y la conexión entre ellos se hacía más evidente. Mitsuri se convirtió en una fuente constante de apoyo y alegría para Izuku, su cercanía trayendo una calidez que iluminaba sus días más oscuros.

Finalmente, después de semanas de recuperación, Izuku y Rengoku estaban listos para volver a sus misiones. Aunque la batalla contra Akaza había dejado su huella, ambos cazadores estaban más determinados que nunca a seguir adelante y luchar por un futuro libre de demonios. La finca del patrón, con su belleza y serenidad, se convirtió en un símbolo de esperanza y renacimiento para ellos, un recordatorio de que, incluso en los momentos más oscuros, siempre hay una luz que guía el camino hacia la recuperación y la victoria.

Izuku el de las 5 respiraciones Donde viven las historias. Descúbrelo ahora