Capítulo 24

12 0 0
                                    

Izuku, Gyomei y Mirko se encontraban en una vasta arena iluminada artificialmente, creando un ambiente que parecía un escenario de batalla sacado de un sueño o una pesadilla. La arena estaba rodeada por altos pilares de piedra que se alzaban como gigantescos colmillos hacia el cielo, sus sombras proyectadas sobre el suelo añadiendo una atmósfera ominosa. La luz artificial que iluminaba el campo de batalla reflejaba en las paredes de piedra, creando destellos y zonas de sombra que dificultaban la visión y añadían una sensación de inquietud.

En el centro de esta arena se materializó la presencia aterradora de Kokushibo, la Luna Superior Uno. El demonio tenía una figura imponente, con una piel tan pálida que parecía reflejar la luz en un resplandor frío y espectral. Sus ojos, oscuros como el abismo, estaban llenos de una frialdad que parecía cortar el aire. La presencia de Kokushibo hacía que incluso el suelo temblara ligeramente bajo su poder, y la atmósfera se cargaba con una presión palpable.

Izuku y Mirko, al ver al demonio, sintieron un escalofrío recorrer sus cuerpos. Izuku, en particular, estaba consumido por la furia y el dolor. Mirko, con su característico ímpetu, trataba de mantener la compostura, pero la magnitud del enemigo era innegable. Gyomei, el Pilar de la Roca, mantenía una calma tensa, sus ojos fijos en Kokushibo mientras se preparaba para la batalla, su maza descansando sobre su hombro como una extensión de su voluntad.

—Hola cazadores —dijo Kokushibo con una voz que resonaba como un eco en el vacío—, mi nombre es Kokushibo, la Luna Superior Uno.

Izuku, al escuchar el nombre, sintió una ola de furia y determinación. Su respiración se volvió agitada y sus manos se apretaron en sus espadas. Con sus ojos llenos de odio, se adelantó y se posicionó para el combate.

—¡Maldito! —gritó Izuku, su voz cargada de rabia—. ¡Entonces fuiste tú quien mató a mi madre junto al bastardo de Muzan!

Kokushibo respondió con una calma gélida, su expresión inmutable.

—¿Hablas de la mujer que intentó matarnos por buscar algo que ella pudo tener?

Izuku, consumido por el dolor y la ira, no pudo contenerse más. Lanzó un ataque directo hacia Kokushibo, pero el demonio se movió con una agilidad que parecía desafiar las leyes de la física. Un corte de Kokushibo apareció en el aire, pero era solo una ilusión creada por una copia de niebla que se disipó en el instante en que fue atacada.

Izuku, al ver que su ataque no había tenido efecto, se lanzó con una técnica de engaño, utilizando una de sus espadas para cortar el brazo de Kokushibo. El demonio retrocedió momentáneamente, pero rápidamente se recuperó. Mirko, con sus habilidades agudas, aprovechó la distracción y atacó con una serie de cortes rápidos y poderosos, cada una cargada con la fuerza de su Respiración del Viento. Sus movimientos eran rápidos y precisos, y el aire alrededor de ella parecía vibrar con cada golpe.

Gyomei, utilizando su maza con una habilidad impresionante, comenzó a golpear el suelo con fuerza, provocando temblores que desestabilizaban a Kokushibo. Cada golpe resonaba con una potencia que hacía temblar el suelo y lanzaba escombros al aire. El Pilar de la Roca estaba completamente enfocado en desestabilizar al enemigo, creando oportunidades para sus compañeros.

Izuku, decidido a usar todas sus habilidades, comenzó a desplegar el resto de sus respiraciones. Primero, utilizó la Respiración de la Niebla, creando una densa niebla que envolvía sus movimientos y ocultaba sus ataques. La niebla envolvía el campo de batalla, haciendo que la visión se volviera borrosa y complicada. Kokushibo, aunque poderoso, tenía dificultades para seguir los movimientos de Izuku.

A continuación, Izuku cambió a la Respiración del Agua. Con un fluido movimiento, desató olas de agua que chocaron contra el demonio, empujándolo hacia atrás y creando una cortina de vapor que añadía otra capa de confusión a la batalla. Las olas de agua impactaron con fuerza, y el vapor se elevó, creando un ambiente de humedad y caos.

Izuku no se detuvo allí. Pasó a la Respiración del Fuego, generando llamas intensas que rodearon a Kokushibo. Las llamas se movían como serpientes ardientes, envolviendo al demonio en un calor abrasador. El fuego crepitante iluminó el campo de batalla con un resplandor infernal, y el calor parecía hacer que el aire se distorsionara.

Finalmente, Izuku utilizó la Respiración del Sonido. Las ondas sónicas reverberaron a través del campo de batalla, creando una serie de explosiones sónicas que reverberaban en las piedras y en el cuerpo del demonio. Las ondas de sonido hicieron que el suelo temblara y causaron que Kokushibo se tambaleara, su concentración perturbada por la vibración constante.

Kokushibo, sin embargo, no se dio por vencido. Con un movimiento rápido, lanzó un ataque que cortó la mano izquierda de Izuku. El chico cayó al suelo, la sangre brotando de su herida y empapando el suelo. Mirko, al ver a Izuku herido y su mano a metros de él, apretó los dientes y se lanzó con una determinación renovada. Sus cortes eran más furiosos y rápidos, cada golpe cargado con un deseo de venganza.

Gyomei, adaptándose al estilo de pelea de Kokushibo, comenzó a golpear con más precisión y fuerza. Sus movimientos eran metódicos y calculados, buscando abrir brechas en la defensa del demonio. A pesar de los cortes y heridas que estaba sufriendo, su resistencia no flaqueaba.

Izuku, después de detener la hemorragia con un vendaje improvisado, se levantó con dificultad. La Respiración del Sonido le permitió anticipar los movimientos de Kokushibo, dándole una ventaja crítica en la batalla. Con una velocidad renovada, se lanzó de nuevo al ataque. Un fuego ardiente, diferente al que había usado antes, cortó profundamente el hombro de Kokushibo. El demonio retrocedió, su piel quemada por el intenso calor.

Izuku, con una marca extraña en el cuello y la mejilla, avanzó con furia. La marca parecía brillar con una energía ardiente, y sus ataques eran cada vez más desesperados y precisos. Gyomei y Mirko, viendo la oportunidad, se unieron en un ataque final combinado. Mirko utilizó sus habilidades con la Respiración del Viento para crear ráfagas de cortes y golpes, mientras Gyomei asestaba golpes devastadores con su maza.

En un último esfuerzo, Izuku y Gyomei realizaron un ataque combinado que finalmente abatió a Kokushibo. El demonio cayó al suelo, su cuerpo convulsionando antes de quedar inmóvil. Sin embargo, antes de que Izuku pudiera celebrar su victoria, el demonio lanzó un último ataque. Con un grito de agonía, Kokushibo perforó el abdomen de Izuku, causándole un dolor inmenso.

El campo de batalla quedó en ruinas, con el cuerpo de Kokushibo tendido en el suelo y los cazadores exhaustos pero victoriosos. El ambiente estaba lleno de escombros y humo, el suelo cubierto de marcas de batalla y el resplandor del fuego aún visible en el aire.

Gyomei, con una expresión de preocupación en su rostro, se acercó a Izuku, quien yacía en el suelo, su respiración agitada.

—¿Estás bien? —preguntó Gyomei, su voz grave cargada de preocupación.

Izuku, a pesar del dolor intenso, sonrió débilmente.

—Sí, lo estamos... por ahora.

Mirko, con lágrimas en los ojos, se inclinó para ayudar a Izuku, su rostro reflejando el dolor y la preocupación por la batalla.

—Lo hicimos... pero... ¿qué pasará ahora?

Izuku, con el abdomen perforado y el cuerpo agotado, miró a sus compañeros con una determinación renovada.

—Nos recuperaremos... y ayudemos a nuestros compañeros para atacar a Muzan.


Izuku el de las 5 respiraciones Donde viven las historias. Descúbrelo ahora