Capítulo 17

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El viento susurraba a través de los árboles, agitando suavemente las hojas mientras el sol se deslizaba lentamente hacia el horizonte. La luz dorada del atardecer teñía el cielo de tonos cálidos, creando un ambiente sereno alrededor de la mansión del Patrón. Izuku, todavía recuperándose de sus heridas, había decidido tomar un poco de aire fresco. Caminaba lentamente por los jardines, el sonido de sus pasos mezclándose con el suave crujir de la grava bajo sus pies.

Rumí estaba cerca, entrenando como de costumbre. Su cabello corto, que apenas le llegaba a los hombros, se movía ligeramente con cada uno de sus movimientos precisos y contundentes. Aunque había estado concentrada en su entrenamiento, no pudo evitar notar la presencia de Izuku. Su mirada se suavizó un poco al verlo, pero rápidamente volvió a enfocarse en lo que hacía. Aun así, algo dentro de ella parecía distinto cuando él estaba cerca, aunque no quería admitirlo.

Izuku la observaba desde una distancia prudente, admirando la fuerza y determinación de Rumí. Había algo en ella que siempre le había parecido fascinante: su capacidad para estar completamente enfocada y su inquebrantable voluntad. Sin embargo, también había notado la calidez detrás de su exterior endurecido, algo que lo hacía querer acercarse más.

Decidió acercarse a ella, con una sonrisa amigable en el rostro. "Rumí," comenzó, tratando de captar su atención. "Estás entrenando duro, como siempre."

Rumí dejó de moverse por un instante, girando la cabeza para mirarlo. "No puedes esperar menos de mí," respondió con un tono firme, aunque una pequeña sonrisa asomaba en sus labios. "¿Qué haces por aquí, Midoriya? No deberías estar descansando o algo así?"

Izuku se encogió de hombros, riendo suavemente. "Necesitaba un poco de aire fresco, y pensé que sería bueno estirar un poco las piernas. Además, es agradable verte entrenar. Siempre me inspiras a esforzarme más."

Rumí sintió un ligero rubor subir a sus mejillas, pero lo ocultó rápidamente volviendo a su postura habitual. "No necesitas decir esas cosas para ganarte puntos conmigo, chico. Aunque... no está mal tener a alguien que aprecie lo que hago."

Izuku sonrió, acercándose un poco más, pero manteniendo una distancia respetuosa. "No lo digo por ganar puntos. Lo digo porque es verdad. Eres increíble, Rumí. Siempre has sido alguien a quien admiro."

Rumí frunció el ceño ligeramente, sin estar segura de cómo procesar esas palabras. No estaba acostumbrada a que la halagaran de esa manera, y menos a recibir ese tipo de comentarios sinceros. Normalmente, se sentía más cómoda en una pelea que en una conversación así, pero había algo en la sinceridad de Izuku que comenzaba a derribar sus defensas.

"Bueno," dijo ella, girándose por completo para enfrentarlo. "Si tanto te gusta verme entrenar, ¿por qué no me acompañas? Podría darte algunas lecciones, aunque probablemente no lo soportarías."

Izuku aceptó el desafío, levantando sus puños en una postura de pelea juguetona. "Intentaré seguirte el ritmo, pero no me hagas ir muy rápido. Aún estoy recuperándome."

Rumí soltó una risa corta, algo raro en ella, y se lanzó hacia él con un ataque ligero, más para probarlo que para herirlo. Izuku esquivó y contrarrestó con un movimiento ágil, pero ella era más rápida y bloqueó su ataque fácilmente.

"Vamos, Midoriya, pensé que eras más rápido," dijo, disfrutando del pequeño combate. Pero mientras seguían entrenando, Rumí comenzó a notar las pequeñas cosas que hacía Izuku, como la forma en que se esforzaba por seguirle el ritmo, cómo se reía cada vez que lograba esquivar uno de sus golpes, y cómo su mirada siempre se mantenía fija en ella, no con competitividad, sino con una especie de admiración que le resultaba extrañamente tierna.

Izuku el de las 5 respiraciones Donde viven las historias. Descúbrelo ahora