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Ya estaban en el camino de vuelta en Jersey. Stan estaba en el asiento de copiloto del auto de Kyle. Esperaba a que este saliera del baño de la gasolinera.

El pelinegro traía puesta la misma ropa de ayer, ahora seca. Kyle si se había cambiado con algunas prendas que tenía aún en casa de sus padres.

Era jueves, así que faltaba poco para el sábado. Stan estaba nervioso, volvería a ver a su padre. ¿Seguiría enojado? Seguramente.

Sintió la puerta del auto ser abierta. ¿Cuándo Kyle había salido del baño? No lo había visto y eso que se quedó mirando en esa dirección. ¿Se había perdido tanto en sus pensamientos?

—Bueno, compré algunas cosas— mencionó el pelirrojo acomodándose en su asiento.

Le extendió una bolsa de papitas a Stan. El pelinegro la tomó y la abrió para comer.

—Estás muy callado—

—Solo estoy cansado—

—¿Estás entrando en tu fase emo?—

Stan rió ante la ocurrencia de Kyle. Tuvo su etapa emo hace un tiempo.

—¿Ves? Así estás mejor—

El pelinegro no entendió a qué se refería Kyle. Los ojos verdes lo examinaron por completo.

—Me gusta más cuando sonríes— Stan se sonrojó— Será mejor que nos vallamos ya. Falté bastante tiempo a la universidad y no veo a mis amigos.

Claro, la universidad. Esas simples palabras dejaron todo en claro para Stan. Esto solo había sido un viaje de negocios. Su noche juntos solo fue para compensar la noche en el bar. Y cuando volvieran, Kyle seguiría siendo un rompecorazones.

Volvió a ponerse serio y mirar por la ventana. Por el reflejo podía ver a Kyle con una expresión de preocupación pero lo ignoró. No quería apegarse más de lo que ya estaba. ¿Qué pasaría cuando llegaran? Kyle ya obtuvo la noche que quería, solo lo dejaría de lado.

El camino fue silencioso e incómodo. Ninguno le dirigía la palabra al otro. Kyle no quería preguntar algo fuera de lo normal y Stan no quería hablar con él. Tal vez si estaba cansado como dijo anteriormente.

Las luces de la ciudad empezaron a verse. Habían llegado de noche. Un rato más conduciendo y ya se encontraban frente a la casa de Stan.

—Bueno, supongo que aquí nos despedimos— mencionó Kyle.

Stan asintió. Estando a punto de abrir la puerta, Kyle sujetó su brazo. Volteó a verlo con la mínima esperanza de la menos un beso, pero Kyle lo soltó de inmediato.

—Perdón— dijo.

Stan bajó del auto. Sentía ganas de llorar por lo estúpido que estaba siendo al pensar en eso. Kyle se despidió con la mano y arrancó el vehículo nuevamente.

Stan se quedó parado como idiota viendo como el auto se iba alejando cada vez más. Luego entró en casa y se sentó en el suelo a tratar de reprimir sus lágrimas.

¿Por qué siempre le pasaba lo mismo? ¿Por qué siempre que se enamoraba de un chico no podían estar juntos? Tenía la mala suerte de que la mayoría quisiera solo una aventura y la otra parte ni siquiera tenía esos gustos. Aunque no eran muchos chicos la verdad.

 Aunque no eran muchos chicos la verdad

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Al día siguiente recibió un mensaje. No quería verlo, seguramente era su hermana para decirle algo sobre la herencia y sinceramente no estaba con ganas de saber de eso. Ignoró los mensajes posteriores así como el tono de llamada que no dejó de sonar por un tiempo.

Unos toques en su puerta se escucharon justo cuando entró a la sala. Abrió lentamente para encontrarse con la figura robusta de un viejo amigo. Eric Cartman.

—¿Qué haces aquí gordo?—

—¡Oye! Ya no estoy tan gordo maldito hippie. Además, te mandé miles de mensajes diciendo que vendría a verte—

¿Así que era el gordo? Bueno, ya daba igual, ya estaba aquí.

—No los ví. Pasa— abrió más la puerta y dejó pasar a Cartman. —¿Y que te trae por aquí?— cerró la puerta.

—Venía a ver a un viejo amigo. Además de invitarte a una salida— sonrió orgulloso.

—Gordo, no voy a tener una cita contigo— negó rotundamente.

—¿Quién dijo algo sobre una cita marica de mierda? Saldremos a comer con unos amigos esta tarde—

—¿Amigos? ¿Tienes amigos?— preguntó sin creer las palabras del gordo narcisista.

—Cállate Hippie, claro que tengo amigos. Son de la universidad—

Stan todavía seguía sin creer que el gordo tuviera amigos. Es que... es insoportable, y si no se conocieran de la infancia, seguramente ni se hablaran.

—Vale, dime la hora y el lugar—

—Para eso estoy aquí. Vístete, te llevaré—

El pelinegro solo pudo mirar con mala cara a su amigo. Suspiró pesadamente.

—No es mi culpa que no leas los mensajes— dijo el gordo.

—Bien, me vestiré. Pero ¿elegante o solo decente?—

—Decente—

Después de eso Stan fue a su cuarto a buscar que ponerse. Le vendría bien salir y despejarse. Últimamente solo estaba pensando en Kyle, Kyle y más Kyle. Salir con nuevos amigos le vendría bien.

Se puso ropa decente y salió para ver a Cartman concentrado en su teléfono. El castaño levantó la vista.

—Bueno, vámonos ya—

Salieron y subieron al auto de Eric. Llegaron a un pequeño restaurante. Ahí dentro estaban dos chicos rubios. Eric se dirigió hacía ellos.

—Hey pobre. ¿Cómo te va?— saludó al rubio que se veía más alto.

Stan se acercó a ellos. Enseguida el rubio "pobre" ,como lo llamó Cartman, se levantó y pasó su brazo por sus hombros.

—¿Este es tu amigo de la infancia Gordo? Es guapo—

Stan se sintió un poco incómodo.

—Kenny, déjalo, lo incomodas— habló el otro rubio.

—Ay, Butters. Está bien. Soy Kenneth, pero puedes decirme Kenny— extendió su mano hacia el pelinegro.

—Stan—

Cuando le dijo su nombre, Kenny se sorprendió pero no dijo nada. Eric mandó a todos a sentar para pedir.

—¿Por qué aún no ha llegado ese judío de mierda?— se quejó el gordo.

—No debe tardar— mencionó Butters

Stan se quedó pensando ¿Judío de mierda? ¿Judío? ¿Cartman no se referirá a...?

—Lamento la tardanza—

Una voz conocida por Stan se escuchó cerca de ellos. Volteó sorprendido para encontrarse con esos ojos verdes que lo volvían loco desde hace ya un tiempo. Pero Kyle no venía solo, a su lado estaba una chica rubia que lo sostenía del brazo. Y eso puso muy celoso a Stan.

 Y eso puso muy celoso a Stan

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Love is a Jersey Thing Donde viven las historias. Descúbrelo ahora