Y así hizo. Eran las 2 de la mañana y Kyle se encontraba abriendo la puerta de la casa de Stan. Todo estaba apagado y, para no levantar sospechas, utilizó la linterna de su teléfono.
Caminó sin hacer ruido hasta la habitación de Stan. Se detuvo por unos momentos para analizar la situación. Acababa de entrar en casa de su ex y estaba apunto de abrir la puerta de su habitación. Si Stan se despertaba lo mandaría a la mierda.
Pero no se podía arrepentir ahora. Abrió lentamente la puerta. Stan estaba durmiendo. Suspiró y se acercó al armario. Pero estando ahí notó que Stan respiraba pesadamente.
Volteó a ver al pelinegro y se dió cuenta de lo sudado que estaba y que su respiración era defectuosa. También estaba sonrojado. Prendió la luz y tocó su frente. Estaba ardiendo en fiebre.
Los iris azules se fueron asomando por entre los párpados. Miraron a Kyle, quién se asustó y estaba pensando una excusa.
—¿Kyle? ¿Eres tu?— Stan agarró la mano del pelirrojo y comenzó a sollozar. —Por favor, no te vayas— pidió en un susurro.
Kyle estaba indeciso sobre irse o no. Pero decidió quedarse a cuidar a Stan.
—Eres el Kyle de mis sueños ¿No? Quédate esta vez. Te amo, no puedo vivir sin tí. Ya el Kyle real se fue. No te vayas tú también— lloró
—Me quedaré aquí. Solo déjame ir a por un paño y agua, y algún medicamento— besó la frente de su ex y se levantó.
Fue difícil hacer que Stan soltara su mano. Volvió a la habitación y levantó un poco la cabeza del chico.
—Toma esto. Te sentirás mejor—
Había diluido una pastilla en el agua. El pelinegro tomó el líquido haciendo muecas por lo amargo que estaba.
El pelirrojo se quedó toda la noche cuidando de Stan hasta que se durmiera. Y al amanecer recogió su ropa y se fue, sin dejar rastro.
Al despertar lo primero que notó fue un paño en su frente. ¿Se había quedado dormido con eso puesto? ¿O Leo había venido a cuidarlo en la noche? Sea lo que sea, no podía ser lo que había soñado, porque era eso, solo un sueño. ¿Verdad?
Su fiebre había disminuido y ya no se sentía débil. Se levantó y miró su teléfono. Eran las 10 de la mañana y ya había pasado bastante tiempo desde que su abuelo murió. No había ido a visitar su tumba y debía hacerlo.
Se vistió lo más rápido que pudo y salió de su casa. Ni siquiera le avisó a Cartman que horas después lo llamaría.
Llegó al cementerio y buscó el lugar donde yacían los restos de su abuelo. Su hermana le había dicho donde era. Cuando llegó a su tumba colocó las flores que había comprado por el camino. Se agachó y se apoyó en la tumba.
—Perdóname abuelo. No pude estar para ti antes de tu partida— se disculpó intentando evitar que una lágrima se apoderara de su mejilla. —¿Sabes? Papá me acepta... Más o menos. Creo que vamos avanzando. Pero... la persona que me hacía feliz se fue—
Cada palabra que decía lo destrozaba. Sabía que solo le estaba hablando a una caja. Pero en el fondo, necesitaba que su abuelo estuviera ahí para escucharlo y darle consejos.
—O más bien, yo lo alejé. Ni siquiera le di tiempo de explicarse. ¿Pero debía? Digo, las evidencias eran muy claras y él... ni siquiera intentó defenderse. Pero a pesar de todo lo sigo amando. Es un sentimiento que no se borra en muchos tiempo ¿No abuelo?—
Para ese entonces, sus ojos estaban repletos de lágrimas que amenazaban con caer por sus mejillas hasta su mentón y de ahí, dejarse llevar por el viento y acabar en el suelo.
—Sueño con él. Es como si no se hubiera ido. ¿Y sabes qué? Siento que todo lo que está pasando es una mentira. Que él nunca me engañó y que solo fue una ilusión. A veces me gustaría viajar al pasado y evitar que contestara esa llamada. ¿Me das algún consejo abuelo?—
Silencio. Todo el lugar estaba silencioso. Solo se podía escuchar el leve sonido de las hojas de los árboles chocando por el viento. Stan derramó sus últimas lágrimas para pararse nuevamente.
—Sé que no puedes hablarme, pero mándame una señal para saber por cuál camino ir—
—Pues, no seré una señal. Pero estoy aquí hijo—
Stan volteó para ver a su padre ahí parado. No pudo soportarlo más y se abalanzó sobre él. Randy lo abrazó fuertemente. Stan no quería volver a llorar, pero no se la estaban poniendo fácil.
—Puedes llorar hijo. No te juzgaré. Eres mi hijo y voy a apoyarte en todo a partir de ahora. Perdóname por mis errores del pasado y confía en que voy a estar para tí en todo momento—
Con esas palabras Stan estaba seguro de algo: su padre iba a cambiar.
Sin poder evitarlo sollozó nuevamente. ¿Desde hacía cuanto tiempo no abrazaba a su padre? Ah si, desde que era un niño pequeño.
El calor que te brinda un padre no se cambia por nada. Y ahí, con el apoyo de su padre y la seguridad de que su abuelo lo había escuchado desde donde estaba, se sintió seguro por primera vez después de días.
Debía hablar con Kyle. Pedirle su versión de la historia. Hablar como gente civilizada. No podía huir más.
—Cartman, ¿estás seguro de hacer esto?— mencionó Kenny mirando a su acompañante.
Ambos estaban caminando hacia el parque. Habían planeado la reunión con Wendy para esa tarde. Cartman estaba muy enojado. ¿Por qué esa mujer seguía atormentando la vida de Stan?
—Por supuesto que estoy seguro pobre. Si no lo hacemos Stan nunca sabrá la verdad—
Kenny volteó sus ojos. Cartman tenía razón. Kyle no se les unió esa vez, estaba cansado.
Cuando llegaron notaron a la chica parada cerca de la orilla. Esta al verlos alzó su brazo. Ambos chicos se dirigieron en esa dirección.
—Ahora si, cuéntanos— exigió Cartman.
—Verán...—
Ok... Me demoré menos que la otra vez, creo. En dos días subo el otro capítulo.
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Love is a Jersey Thing
RomanceEncontrar el amor en Jersey? ¿Qué es lo peor que podría pasar?