Capitulo 11

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La noche del 23 de diciembre se había instalado sobre Hogwarts, trayendo consigo un aire de calma y anticipación. La nieve caía suavemente, cubriendo el castillo con un manto brillante que reflejaba la luz de las antorchas. Severus Snape se encontraba en su habitación, preparando su maleta para el viaje al que se había comprometido: el regreso a Malfoy Manor para pasar las festividades con Lucius, Narcissa y Draco.

A medida que colocaba ropa en su maleta, su mente divagaba hacia Regulus. Había pasado una semana desde que había encontrado la fotografía que había despertado su nostalgia, y la ausencia de su esposo seguía siendo una carga pesada. Severus suspiró, cerrando los ojos por un momento. La imagen de Regulus en su mente era tan vívida como el día en que habían celebrado la llegada de Draco, pero la realidad era cruel y distante.

Con un último vistazo a su habitación, Severus cerró la maleta y la levantó, dirigiéndose hacia la puerta. Tenía que estar en la estación a tiempo para abordar el Hogwarts Express, pero antes de irse, había algo más que necesitaba hacer. Se detuvo en el pasillo y miró hacia el exterior. La vista era mágica, y durante un momento, sintió una punzada de tristeza por no poder compartirlo con Regulus.

Al salir de su aula, se encontró con el frío aire de la noche. Sus pasos resonaron en los pasillos vacíos mientras se dirigía hacia la entrada del castillo. De repente, se topó con Minerva McGonagall y Remus Lupin, quienes conversaban animadamente. Al ver a Severus, ambos se giraron.

—Ah, Severus —dijo Minerva, su voz llena de calidez—. Justo a tiempo. Nos preparábamos para ir a la estación.

—Sí, solo me estoy asegurando de que todo esté en orden antes de partir —respondió Severus, manteniendo su tono habitual, aunque había una ligera tensión en su voz.

—Es bueno ver que te vas a pasar las vacaciones con la familia Malfoy —dijo Remus, sonriendo—. Ellos siempre han sido un buen apoyo, ¿verdad?

Severus asintió, aunque su corazón no estaba del todo en el momento. La conversación con Remus y Minerva era un respiro, pero había algo en su interior que lo mantenía inquieto.

—Sí, así es. Es... algo que necesito —respondió, tratando de sonar más positivo de lo que se sentía.

Minerva lo observó atentamente, sus ojos profundos reflejaban comprensión. Sabía que Severus había estado lidiando con mucho más de lo que mostraba.

—Si necesitas hablar, Severus —comenzó Minerva, pero él la interrumpió.

—No, no es eso. Estoy bien. Solo... necesito irme —dijo, su voz más firme de lo que se sentía.

Remus, sintiendo la tensión, cambió de tema. —¿Has tenido tiempo de planificar tus clases para el próximo semestre?

—Sí, he estado trabajando en eso —respondió Severus, tratando de centrar su mente en algo que no fuera el dolor de su situación personal.

Después de unos momentos de charla superficial, Severus sintió que la conversación se volvía inevitablemente hacia lo que realmente le preocupaba. No podía ocultar la verdad para siempre.

—En realidad, hay algo que debo compartir —dijo finalmente, sintiendo un nudo en su garganta—. Regulus... está en coma.

Minerva y Remus se miraron, sorprendidos y preocupados.

—¿Qué sucedió? —preguntó Remus, su voz suave y comprensiva.

—Fue un ataque. Bellatrix Lestrange —respondió Severus, sintiendo que la tensión aumentaba—. No puedo evitar pensar que todo es mi culpa.

Minerva acercó una mano a su hombro, reconociendo el dolor en sus ojos. —No es tu culpa, Severus. La violencia y la locura de esa familia son cosas que están más allá de tu control.

Severus sintió una punzada de dolor. No estaba seguro de poder aceptar esa verdad. —Él está... atrapado. Y yo no sé si despertará.

—Tienes que mantener la esperanza —dijo Remus, mirándolo con seriedad—. La medicina ha avanzado, y hay quienes están trabajando en su caso. No pierdas la fe.

—Es difícil —admitió Severus, su voz quebrándose un poco—. La última vez que estuve en St. Mungo's, sentí que el tiempo se detenía. Estaba tan... frágil.

Minerva le dio una palmadita en el hombro. —No estás solo en esto, Severus. Tienes amigos que te apoyan. Y la familia Malfoy también estará contigo. Ellos lo quieren tanto como tú.

Severus sintió una oleada de gratitud por sus amigos, pero también una profunda tristeza. —No quiero que ellos se sientan obligados a estar a mi lado. Esto es un peso que llevo solo.

—No lo es —respondió Remus con firmeza—. Debes permitir que las personas se acerquen a ti. No estás solo en esto.

Severus desvió la mirada, sintiéndose vulnerable. —No sé cómo seguir sin él. La idea de volver a la casa sin Regulus me pesa.

—Es una lucha que cada uno de nosotros debe enfrentar a su manera —dijo Minerva, sus ojos suaves pero firmes—. Tienes que encontrar la manera de seguir adelante, no solo por ti, sino por él.

Severus asintió lentamente. Sabía que tenía razón, pero la idea de avanzar sin Regulus parecía imposible. En ese momento, el sonido del tren llegando a la estación resonó a lo lejos, rompiendo el silencio de la noche.

—Es hora de que nos vayamos —dijo Remus, rompiendo la tensión en el aire—. No querrás perder el tren.

Severus tomó una respiración profunda y se preparó para continuar. Con un último vistazo a sus amigos, siguió a Minerva y Remus hacia la salida del castillo. La nieve crujía bajo sus pies mientras caminaban, y el aire frío les daba la bienvenida.

A medida que se acercaban a la estación, Severus sintió que el peso de la tristeza lo seguía, pero también comenzó a sentir un atisbo de esperanza. Quizás, aunque el camino sería difícil, podría encontrar una manera de llevar la carga que llevaba en su corazón. Y tal vez, solo tal vez, podría encontrar el valor para enfrentar lo que vendría.

Una vez que llegaron a la estación, Severus miró el tren, su silueta recortada contra la nieve brillante. La magia del lugar siempre había sido reconfortante, pero esta vez, sentía que algo faltaba. Se volvió hacia sus amigos.

—Gracias por estar aquí —dijo Severus, su voz un susurro sincero.

Minerva sonrió con ternura. —Siempre estaremos aquí, Severus. Nunca lo olvides.

Con esa promesa resonando en su corazón, Severus subió al tren, listo para enfrentarse a lo que el futuro le deparara, con la esperanza de que Regulus, a pesar de todo, despertara un día.

Papi Sev! (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora