La noche de Navidad había llegado a su fin en Malfoy Manor. Las luces del árbol parpadeaban suavemente, y el crepitar de la chimenea llenaba la sala con un calor reconfortante. Severus, aunque agotado, se sentía más tranquilo que en días recientes. La calidez del hogar y la alegría de Draco le habían dado una breve pausa de su dolor constante por la ausencia de Regulus.
A medida que la noche avanzaba, los residentes de Malfoy Manor se fueron acomodando en sus camas, inmersos en un sueño reparador. Sin embargo, en medio de la calma de la noche, un sonido inesperado rompió el silencio: un estrépito de cristales rotos y un golpe seco. La hora en el reloj de la pared marcaba las cuatro de la madrugada.
El ruido despertó a Narcissa y Lucius, quienes se miraron con inquietud. Lucius fue el primero en levantarse de la cama, su mente rápidamente corriendo a los peores escenarios. Bellatrix Lestrange aún estaba confinada en una habitación de seguridad, y el miedo de que hubiera logrado escapar era palpable.
—Narcissa, quédate aquí. Voy a ver qué ha pasado —dijo Lucius, vistiéndose rápidamente y tomando su varita.
Narcissa, preocupada, se incorporó y se ajustó el albornoz. Sabía que Lucius podía manejarse solo, pero no podía quedarse de brazos cruzados.
—Voy contigo —dijo ella, aunque su voz temblaba ligeramente.
Severus también se despertó sobresaltado por el ruido y, al escuchar los pasos de Lucius y Narcissa, se levantó de la cama y se dirigió a la puerta de su habitación. Aunque había pasado la mayor parte de la noche pensando en Regulus, el sonido de cristales rotos lo sacó de su ensimismamiento.
—¿Qué ha pasado? —preguntó Severus, con el rostro pálido por el miedo y la preocupación.
—No lo sé, pero vamos a averiguarlo —respondió Lucius, mientras se dirigían hacia las escaleras.
Los tres se dirigieron hacia el origen del ruido: la planta baja. La casa estaba silenciosa, salvo por el sonido ocasional de una maderita crujiente en la chimenea. Lucius tomó la delantera, su varita alzada y lista para cualquier eventualidad. Narcissa y Severus le seguían de cerca, sus corazones latiendo al unísono con la ansiedad.
Al llegar a la sala de estar, se encontraron con un caos inesperado. Un vaso de agua roto y una charola de cerámica caída estaban esparcidos por el suelo. Y allí, en medio del desorden, estaba Regulus, agachado y con una expresión de sorpresa y una pizca de vergüenza.
—¿Regulus? —exclamó Severus, sus ojos abriéndose de par en par—. ¿Qué estás haciendo aquí?
Regulus levantó la vista, su rostro aún pálido por la debilidad pero iluminado por una sonrisa cansada. —Desperté hace tres días. La carta que recibieron hoy fue enviada por mí antes de que me dieran el alta. Quería sorprenderlos. No esperaba que esta casa fuera tan difícil de navegar en medio de la noche.
Severus se apresuró a su lado, aliviado pero al mismo tiempo furioso por la imprudencia de Regulus. —¡Regulus! ¿Por qué no esperaste a que te avisáramos? —dijo Severus, mientras ayudaba a Regulus a levantarse.
Lucius, aunque aliviado de ver a Regulus en lugar de una amenaza, no pudo evitar expresar su preocupación. —Severus, ¿estás seguro de que está bien? ¿Deberíamos llevarlo de nuevo al hospital?
Regulus, aunque agotado, sacudió la cabeza. —Estoy bien, sólo quise beber un poco de agua y me resbalé. No me digas que no puedo darme un respiro en Navidad.
Narcissa se acercó con una expresión de ternura mezclada con alivio. —Regulus, me alegra verte bien. Pero deberías habernos dicho antes que venías.
—Lo sé, lo siento —dijo Regulus, su voz un poco apagada. —No quería causar problemas. Sólo quería estar aquí para Navidad.
Severus, aunque molesto, no pudo evitar sentir una profunda alegría al ver a su esposo nuevamente. —No deberías haberte arriesgado así. Deberías haberte quedado en la cama. Ahora, ¿cómo te sientes realmente?
Regulus sonrió débilmente. —Más cansado que otra cosa. Pero estoy bien. No quiero que todos se preocupen por mí más de lo necesario. No me habría movido si no estuviera seguro de que podía hacerlo.
Severus lo abrazó con fuerza, su corazón aliviado pero aún lleno de emociones contradictorias. —No tienes idea de cuánto te extrañé. No me hagas pasar por esto de nuevo.
Mientras tanto, Lucius y Narcissa comenzaron a limpiar el desorden, sus rostros iluminados por la luz suave de la sala. Aunque el incidente había causado una sorpresa inesperada, el hecho de que Regulus estuviera allí, aunque un poco tambaleante, trajo una sensación de paz a la casa.
—Vamos, Regulus —dijo Narcissa con una sonrisa—. Te llevaré de vuelta al sofá para que descanses. No debes esforzarte demasiado.
Regulus, aún con una expresión de disculpa, permitió que Narcissa lo guiara suavemente hacia el sofá. Severus, mientras tanto, comenzó a recoger los fragmentos de cristal, sintiendo una mezcla de alivio y cansancio.
Mientras Regulus se acomodaba en el sofá, Lucius se acercó con una taza de té caliente. —Te preparé esto para que te ayude a relajarte. No puedes dejar que el entusiasmo de la Navidad te agote.
Regulus tomó la taza con una sonrisa agradecida, y Severus se sentó a su lado, tomándole la mano con suavidad.
—Gracias a todos —dijo Regulus, su voz casi un susurro—. Gracias por estar aquí y por todo lo que han hecho por mí.
Narcissa se sentó en una silla cercana, observando a la familia reunida con una sonrisa cálida. —La Navidad es un momento para estar juntos, y eso es lo que más importa. Estamos aquí para ti, Regulus, y no necesitas preocuparte por nada más.
Con las primeras luces del amanecer comenzando a asomar, la familia se reunió en el salón, donde el ambiente de Navidad, aunque alterado por el incidente, seguía intacto. El espíritu festivo estaba presente, no solo en los adornos y en la decoración, sino en la calidez y el apoyo mutuo que todos se ofrecían.
Severus, aunque exhausto, sentía una profunda gratitud por tener a Regulus de vuelta, aunque fuera de una manera tan inesperada. La noche había sido una prueba de la fortaleza de su amor y del vínculo que los unía, y aunque el camino hacia la recuperación aún estaba por recorrer, sabían que juntos podrían superar cualquier obstáculo.
Mientras los rayos del sol comenzaban a iluminar la mañana de Navidad, la familia se preparaba para enfrentar el día con renovada esperanza. Aunque la vida tenía sus desafíos, en ese momento, estaban unidos por el amor y la promesa de mejores tiempos por venir.
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Papi Sev! (Pausada)
FanficEl sol del mediodía se filtraba a través de las cortinas de la pequeña casa en un tranquilo barrio muggle, iluminando el modesto salón decorado con sencillez pero con un toque hogareño. Severus Black, de soltero Snape, se encontraba en la cocina pre...