Capítulo 10 🥀

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Estaba a punto de quitarme la camisa también cuando abrieron la puerta de mi habitación de golpe y la cerraron bruscamente. Eso me decía que tenía que empezar a cerrarla con seguro cada vez que entrara. Ahí ni siquiera tenía privacidad para cagar.

Lizsander se recostó de la puerta, mirándome con rabia. Cejas arrugadas, mandíbula apretada y mirada fulminante.

Y algo me encantó. A pesar de que yo solo llevaba una camisa blanca deportiva, mis guantes blancos y una braga negra, él no se atrevió a mirarme el cuerpo. Su mirada estaba clavada sobre la mía.

Definitivamente, Livly. No solo estaba enamorado y loco por ti. Te respestaba mucho.

—Livly me dejó —soltó sin más.

—¿Y qué quieres que haga yo?

—Tienes que hablar con ella —me ordenó autoritariamente y con desespero—. Necesito que lo hagas, Alena, por favor. Haré lo que sea para devolverte el favor. Lo que sea —repitió de manera enfatizada “lo que sea”.

—No vengas a contarme tus problemas que yo no soy tu psicóloga. Salte.

Le di la espalda y empecé a buscar entre mi armario lo que iba a ponerme. Pues nada, no me quedaba nada limpio.

Eso que me quedaba para aproximadamente tres semanas si vestía la misma camisa dos veces y el mismo pijama dos noches, ya no estaba.

Había pensado pedirle prestada la lavandería a Alastair, pero en nuestro último encuentro la tentación sexual me había nublado la mente. Ya casi no veía a Francesco y pedirle un favor a la señora Aisha era deberle algo y yo no quería estar en deuda con ella. Solo quería tener trato con Francesco y con Alastair.

¿Castiel?

Totalmente olvidado. Lo que pasó fue un error y yo no quería saber nada al respecto aunque me fuera gustado mucho y no hubiera podido dormir durante la noche entera porque no dejaba de pensar en él y porque las piernas me temblaban.

Sí. Soy muy directa.

Cuando suspiré con cansancio y cerré el armario, Lizsander apareció detrás de la puerta. No me sobresalté, solo me giré y quedé frente a él, sin bajar la cara y mirándolo con desinterés.

—Estoy a medio vestir, Lizsander. Salte.

—Alena —pronunció con insistencia—. Si no fueras la única persona que conoce a Livly y también a mí, y si no fueras la única que supieras de lo nuestro, hace rato que te hubiese dejado en paz. Pero esta vez va en serio.

—Si Livly te dejó no es mi problema. Sé inteligente y resuelve tú solo tu problema. Debes de tener como veinticinco años.

—Tengo veintiuno —corrigió.

Eso ya lo sabía, idiota. Y no me importa. Apártate.

—Me alegro. Salte.

—No —replicó, metiéndose en mi camino—. Alena. Pídeme lo que sea. Por favor. Yo puedo lograr que mis padres te dejen salir si idealizamos un plan.

—Lizsander, no te vas a morir si vas a buscar a Livly a la Mansión Lambardini, será…

Él apretó los labios y replicó rápidamente:

—La iría a buscar hasta él fin del mundo, menos ahí. Mi familia se volvería loca.

Uhm. Entonces Lizsander era un verdadero idiota. Creí que era más avispado, más astuto, más monstruo, así como el resto de su familia y como mi padre me lo había descrito. Pero al parecer nada era como parecía serlo. Empezaba a no dudar de Livly. A lo mejor era cierto y Lizsander era alguien muy distinto.

Oscura Venganza [Enemiestolovers]©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora