Capítulo 11 🥀

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Dos de la madrugada y ahí estaba, sentada en el suelo y recostada de la barra, justo frente al cuerpo inconsciente de Lizsander. Y en mi mano, tenía unos papeles que saqué de un compartimiento oculto de mi equipaje.

Jamás imaginé que fuera a recurrir a ese plan. Es decir, era un plan creado para cuando las cosas se pusieran difíciles si en algún momento fuese a llegar. Por supuesto, no llegaría, porque yo sabía bien cómo hacer mi trabajo, para eso había sido bien entrenada.

Pero tres semanas, tres semanas habían pasado desde que estaba ahí y no tenía nada. No estaba desesperada, pero ya no quise hacer las cosas como mi padre me lo había pedido porque estaba tardando demasiado y eso no era eficiencia aunque las cosas lentas pudieran salir perfectas.

No quería tardarme más, quería ver a mi padre. Y más ahora que estaba en pleno divorcio. Ese plan estaba ejecutándose como estuvo de acuerdo en el primer momento. Cuando él y mi madre me prepararan bien para poder entrar en la Mansión Lamborghini, ellos iban a separarse.

Las dos familias querían venganza. No se había hecho desde hace muchos años, pero era hora de que yo cambiara lo que ha estado sucediendo por generaciones. La nueva tenía que cambiar.

Después de unos minutos de repasar mis palabras, mis preguntas y mis posibles respuestas a las preguntas de Lizsander, le pasé el algodón con alcohol sutilmente por la nariz. Con lentitud, empezó a recuperar la conciencia.

Estaba semi drogado, porque en ese compartimiento oculto de mi equipaje habían cosas que nadie se imaginaría nunca. Por eso no tenía mucha ropa ni calzados y los usaba repetidos, porque no los necesitaba tanto como fotografías, papeles, un arma con silenciador, dinero, y algunos dispositivos necesarios para algunos de mis planes.

—Siéntate.

Lizsander estaba tirado en el suelo apoyando el costado de su cuerpo. Su mirada estaba perdida, su rostro sudado y su respiración muy pesada. Estaba totalmente desorbitado, pero logró arrastrarse un poco. No podía ni con su alma, así que ágilmente lo ayudé a levantar el torso para que se quedara sentado y recostado de la panorámica cubierta por gruesas cortinas negras.

Quedé arrodillada en el suelo con mi trasero apoyado de mis pies. Tenía algunas cosas que necesitaba justo frente a mí y sobre el suelo. Eso tenía la atención de Lizsander, y se veía muy impresionado. Sin mentir, también atónito y quizá un poco aterrado.

Sí, bebé, tienen un monstruo infiltrado en la mansión. Gracias.

Tomé una nueva inyectadora y le saqué el plástico, después un frasco de anestesia y enterré la aguja en la tapa para extraer la cantidad necesaria del líquido. Lizsander se tiró en el suelo y empezó a forcejear para gritar y para soltarse, pero no le salió bien aunque se escuchara un poco en su garganta las ganas ásperas de gritar.

—Deja la estupidez, Lizsander, eres un hombre adulto para andar con eso.

Volví a sentarlo ágilmente y enterré con lentitud la aguja de la inyección en su cuello, traspasando el adhesivo blanco que tenía alrededor de él. Lizsander aguantó la respiración y apretó los ojos con fuerza, también hizo un sonido con la garganta para gritar, pero no pudo. Estaba haciendo mucha fuerza así que la inyección iba a dolerle un poco.

Miré el reloj de diamantes que tenía en su muñeca, y después de que pasara un minuto para que la anestesia hiciera bien su efecto, le quité el adhesivo que tenía en la boca y alrededor del cuello.

—Tranquilo, era solo para que no gritaras. No vas a volver a perder el conocimiento —me senté de nuevo en el suelo con las piernas cruzadas, justo frente a él—. Al menos, no por ahora.

Oscura Venganza [Enemiestolovers]©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora