capítulo 27🥀

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El primer y último dolor que sentí en mi vida y que me destrozó completamente, fue cuando tenía seis años debido a unas palabras crudas de Caesar:

—Ellos ya no estarán —zanjó.

El chico de dieciocho años estaba sentado en una silla giratoria que se encontraba frente a mí pero detrás de un elegante escritorio de cristal mientras yo me encontraba en una silla de metal con el asiento de almohada.

Nos mirábamos fijamente sin pestañear, iris azules con iris azules, incapaz de ser el primero en apartarlos. Mi miedo se burlaba de mí mientras se mantenía en mi interior haciéndome doler los huesos, arder los pulmones y hervir el corazón. Él no mostraba miedo como lo hacía yo, no tenía expresiones y no parecía querer jugar conmigo. Estaba serio y molesto.

Esa persona que estaba ahí frente a él, era Alena Valentino, una niña de seis años que le preguntaba cuándo sus padres iban a ir a buscarla.

—Nunca.

Lo entendía perfectamente, no necesitaba que me siguiera dando explicaciones, pero los humanos nos aferrábamos de lo que más nos hacía daño y por eso yo seguía indagando en unas dudas que ya estaban aclaradas solo para tener confirmado lo que ya era una hecho: mis padres me dejaron, pero no sola.

—A partir de ahora vas a vivir aquí, Alena. Con nosotros.

Nosotros. El resto estaba parado detrás de él. Evy y Morvan, una mujer adulta y un niño que tenía unos años más que yo.

Cuidadosamente, apreté el espejo en miniatura que tenía en manos, ese que había utilizado en mi casa del campo para peinar mi cabello. No lo había soltado en ningún momento y lo había llevado conmigo a todas partes. Ese era el único testigo de donde vivíamos antes y del sufrimiento que yo jamás iba a soltar en llanto porque nadie merecía que lo hiciera. No tenía que llorar por unas personas que no lucharon para quedarse conmigo.

—No… —murmuré, y no pude terminar lo siguiente porque no estaba segura—. Está bien.

Eso fue lo único que dije, ni siquiera quería llorar delante del magnífico hombre que tenía frente a mí. Me gustaba porque era atractivo y guapo, pero me encantó cuando lo conocí porque era inteligente y caballeroso.

—Ya no vas a llamarte Alena Valentino, serás Alena Lambardini.

—¿Lambardini?

—Sí.

—Suena elegante.

—Lo es.

—Está bien —volví a finalizar.

—Puedes… llamarme padre si quieres.

—Está bien.

—Y Evy cumplirá el papel de madre para ti. Puedes también llamarla así si quieres.

—Está bien.

—Y él es Morvan. Mi hijo. Se van a llevar bien, pero no lo molestes tanto ni le hagas tantas preguntas, es bastante amargado.

—Está bien.

—Aquí tendrás muchas tareas cada día, Alena. Voy a regalarte un reloj especial para que cumplas cada una de ellas y no agotarte, y también tendrás el tiempo contado para que descanses.

—Está bien, pero no sé pasar la pulidora, es pesada.

Evy emitió una risita, pero Caesar no fue capaz de reírse.

—No eres una sirvienta, Alena, serás alguien más que dé órdenes en este lugar. Me refiero a otras tareas. Aprenderás a utilizar una máquina de contar billetes. A caminar con elegancia. A usar tus emociones, expresiones y sentimientos cuando sea necesario. A vestirte bien. A diferenciar muchos olores de otros. A hablar inglés y francés. Y vas a empezar desde ahora. Los seis años es una edad perfecta para llenar un cerebro de información.

Oscura Venganza [Enemiestolovers]©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora