🥀
¿En serio creían que alguien como yo iba a bajar la guardia e iba a sentirse mal por las palabras de Caesar?
Estaban muy equivocados. A mí nada me derrumbaría a menos que él muriera o que me abandonara. Ambas cosas eran imposibles, él era una menta abierta e inteligente y yo era su vehículo; no podía deshacerse de mí.
¿Qué si me dolía que mis padres me hubiesen vendido?
Pues pregúntenle eso a mi cuerpo moviéndose mientras lavaba un auto y escuchaba música de Alexandra Stan. Podían juzgarme todo lo que quisieran, nunca iba a superar a mi esposo Mister Saxobeat y su maldito ritmo que me volvía loca.
Por maldición de la vida, era sábado, así que Lara estaba en la Mansión con sus dos amigas. Ella no vivía ahí, solo se quedaba a dormir algunas noches. Francesco no le prestaba ni un poco de atención pero permitía que ella hiciera lo que quisiera en esa casa. Caminar de un lado a otro y llevar a esas dos amigas que tenía.
Algo me decía que la familia de Lara también pertenecía a la mafia.
Era molesta. Todavía no se me olvidaba que ella dio la orden de que entregaran los regalos de Caesar, por lo que no pude entregarle la carta. Al final terminé comiéndome el papel porque solo de esa forma podía borrar evidencia definitivamente y sin problemas.
Iba a bajar en cualquier momento por el retrete.
Como yo le estorbaba siempre a Lara, desconectó mi teléfono del amplificador y puso música que le vino en ganas. Ya solo me faltaba un último auto, así que terminé de pulir el cristal delantero, recogí mis materiales de limpieza y entré de nuevo a la casa.
El señor Francesco había salido desde la noche anterior y no había llegado aún, algo que era muy raro porque ya era de tarde; pero más de la hora del almuerzo. La familia había almorzado junta, y como Aisha me aborrecía, no fui invitada a la mesa, por lo que tuve que comer en mi habitación.
No me afectaba. Ella seguía siendo insignificante para mí.
Después de ordenar todos los materiales y productos de limpieza en el enorme gabinete de cristal que tanto me gustaba, regresé a mi habitación y me tiré sobre la cama.
—Por fin —murmuré, soltándome el cabello y propinando vueltas sobre el colchón como una loca, porque era enorme, espacioso y suave.
Estuve a punto de quedarme dormida, pero tocaron la puerta y tuve que levantarme para abrir. Era Alastair con otro hombre, el cual llevaba una caja de herramientas en las manos.
—Siento molestarte, Alena. Vine a informarte que van a quitar las cámaras.
—Adelante, por favor.
Me hice a un lado y me senté en la cama, mirando como el hombre de traje negro era guiado por Alastair, quien le señalaba todos los lugares donde habían cámaras. El hombre las quitó todas y se las llevó, pero Alastair se quedó en mi habitación. De hecho, nos quedamos los dos, con la puerta cerrada.
—Ya tienes tu privacidad de vuelta —aseveró, recostando la espalda de la puerta.
Me extrañaba mucho que llevara una camisa negra deportiva, un jean negro y los pies descalzos. Creí que él era de esos que dormía incluso en traje negro de marca.
—Muchas gracias, supongo —me encogí de hombros, desinteresada y volviendo a tirarme de espalda en la cama.
—¿Por qué siempre llevas guantes?
—Me gusta —respondí—. Es elegante.
—Claro, debí suponer eso. Parece que te gusta llamar mucho la atención.
ESTÁS LEYENDO
Oscura Venganza [Enemiestolovers]©
FantasyEllos cinco significan siete palabras: astucia, maldad, inteligencia, perversión, lujuria, egocentrismo y narcisismo. Alena Lambardini es una chica antipática que entra a trabajar en la Mansión Lamborghini sin saber que se había metido en la boca de...