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Ya todo estaba absolutamente listo, la música, los trajes de los meseros, el traje de Arens y su regalo. Así que, para festejar, Livly, las tres secuaces que eran sus vecinas anteriormente, y yo, estábamos brindando y almorzando en la parte trasera de la Mansión Buerbaum.
—¿Vendrán los Lamborghini? —inquirió Agett, ansiosa. Esa, definitivamente, era la más amistosa y extrovertida de las tres.
—¡Sí! —respondió Livly, hablando tan fuerte como siempre, pero no gritó con tanta exageración—. El cumpleaños del señor Buerbaum es un evento muy importante. Vienen personas de alta sociedad, empresarios. Solo gente adinerada, menos mi familia.
—Ustedes sí que tienen suerte.
—Eso no es suerte —repliqué—. Todo este trabajo tiene su lado agotador.
—Yo puedo sustituirte —zanjó Padel—, la pobreza me está consumiendo.
—La pobreza la tienen aquellos que quieren tenerla.
—Eso lo dices porque tú pareces tenerlo todo.
¿Parezco tenerlo todo? Caesar no estaba interesado en mí, y eso para mí era no tener nada. Pero Caesar no era relevante para mí en ese momento, sino Padel. Noté que su actitud no era porque yo no le agradara, esa era su personalidad y trataba igual de mal a todas. Yo solo esperaba que nunca se cruzara con alguien impaciente con una personalidad peor que la suya, porque ahí sí iban a darle un bofetón para que no fuera tan irritante. Pero a mí me agradaba, al igual que al resto. Eran normales, pero, admitía que esa Emira tenía algo que llamaba mi atención.
Emira era algo amagada y callada. Tenía una personalidad bastante seria y obstinada, pero no le lanzaba veneno a nadie y no nos hacía gestos que realmente fueran malos. Esa personalidad iba a la perfección con su estilo y su cuerpo. Era la única de las tres secuaces que no estaba interesada en los Lamborghini, pero sí en su comida. Masticaba desesperadamente, como si nunca en su vida hubiese comido.
Y Agett, pues esa era la más lanzada de todas, extrovertida, atrevida, chillona, sonriente, juguetona y descarada. Le gustaba hablar bastante de hombres con dinero, hombres con buen cuerpo, casas grandes, autos, yates, empresas y dinero. No parecía interesada en esos de alta sociedad, pero sí le llamaba la atención lo elegante que parecían esas personas adineradas. Es resumen, me parecía que quería llegar a ser como ellos pero le estaba resultando difícil.
—A mí Darknet siempre me ha llamado la atención —la morena me miró, recogiéndose su rizada cabellera negra en un moño alborotado.
—A mí igual —Agett la imitó, también recogiéndose el cabello—. Pero sobre todo me gusta el mayor. Aiden. Es tan musculoso —se echó aire con la mano, pareciendo embobada.
Emira la miró de reojo y luego los bailó, como si ella y Padel no tuvieran remedio y no fueran más que unas calenturientas.
—¿Puedo quedarme con esto? —señaló el plato de Padel, el cual tenía dos pedazos grandes de carne.
—Claro.
Emira no lo dudó, tomó el plato y terminó comiéndose también el almuerzo de Padel. La morena parecía estar a dieta, aunque por su cuerpo y por como miraba la comida, me parecía que prefería tener una mala alimentación que un mal cuerpo.
—Creo que tienes razón —Padel miró a Agett—. Aiden está bastante formado y es un rubio muy atractivo.
No las juzgaba, lo que decían era la única realidad que existía. Darknet llamaba mucho la atención y Aiden era muy musculoso. No había ni uno entre ellos al que no se le quisiera pegar la mano y no soltar nunca. Pero conmigo Darknet no iba, tampoco Hussein ni Lizsander, yo consideraba a Livly una amiga y jamás sería capaz de hacer algo con Lizsander. Pero eso no quitaba que lograra pensar de forma erótica sobre él en algunas ocasiones, y también sobre sus hermanos. Había mucha diferencia entre pensar y hacerlo.
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Oscura Venganza [Enemiestolovers]©
FantasiEllos cinco significan siete palabras: astucia, maldad, inteligencia, perversión, lujuria, egocentrismo y narcisismo. Alena Lambardini es una chica antipática que entra a trabajar en la Mansión Lamborghini sin saber que se había metido en la boca de...