—Aly, Luca, deben sentarse y escuchar con atención —pidió Bruno, intentando ignorar lo preciosa que se veía su compañera tan feliz de por fin conocer a su precioso sobrino.
—Vamos, Bruno, ve directo al grano —ordenó Luca sabiendo que si el ejecutor se mostraba tan cauteloso era porque las noticias serían realmente malas.
Bruno inhaló despacio, aguardó que ambos estuviesen bien acomodados en las sillas y se dedicó a contar a detalle lo que sucedía, cuál era el plan elaborado por Alma y qué les esperaba a ellos dos.
—Entiendo mi situación de peligro, pero no termino de comprender lo de Oliver —dijo Aly notando que su hermana se acercaba a ella con su bebé ya dormido entre sus brazos.
—El Concejo supo que los cambiaformas con más de dos genes son más fuertes que el promedio —explicó Cló sentándose al lado de Aly, extendiendo su mano hasta tomar la de su hermana .
—Se conocen dos cambiaformas que naturalmente presentan aquella mezcla —agregó Bruno.
—Uno es un idiota del Concejo —dijo Cló.
—El otro… —Y los oscuros ojos del lobo se posaron en ese niño que dormía plácidamente en los brazos de su compañera.
—Pero eso no es cierto, ¿cómo lo saben? Ni nosotros podríamos asegurarlo —dijo Aly bastante confundida.
—No tengo idea —respondió Cló—, pero ellos afirman que Oliver tiene la mezcla de sus dos genes. Aly, creo que debes hacerle los estudios correspondientes para confirmar o refutar aquello.
—¿Cuentan con laboratorios para eso?—indagó.
—Estos eran laboratorios de Lewis, de esos que bien escondía —aseguró la menor de las hermanas.
—¿Dónde están Nate y Alma? —indagó con mal humor Luca poniéndose de pie. Es que de nuevo su compañero e hijo estaban en el centro de la mirada de aquellos idiotas del Concejo
—Nate está inconsciente en este momento. Alma se encuentra en el comedor —explicó Bruno—. Ven que te llevo —dijo y salió de aquella sala seguido por su Beta. No es que quisieran ser insensibles, no es que les gustara dejar atrás a sus compañeras, pero sabían que ellas necesitan un momento a solas, unos minutos de reencuentro, todo macerado con la bella presencia de ese niño que dormía tan cómodo en los brazos de su tía.
En cuanto Cló se supo a solas con su hermana notó de nuevo toda esa ansiedad devorarla sin piedad, toda la culpa volver a hundirla en el pozo donde se encontraba y que cada día sentía más profundo, como si fuese a extenderse infinitamente hasta lo más profundo y oscuro de su ser, devorando toda la luz, aislándola del mundo, apartándola de todos los que amaba y la amaban.
—Aly, lo siento, no quise hacerte daño —afirmó tomando con mayor fuerza la mano de su hermana, sujetando con firmeza a su sobrino.
—Te resultará egoísta lo que voy a decir, porque en serio estoy sumamente feliz de saberte bien, pero sobre todo me has sacado este sentimiento de culpa que me acompañaba y ya no me permitía vivir. Cló, no podía disfrutar de mi pequeño, ni de Luca, ni de mi trabajo, ni de nada, solo porque me sentía en falta contigo, porque sabía que toda esta mierda era culpa mía pero yo resulté ilesa. Dios, no sabes el peso que me has quitado. Gracias, linda, muchas gracias por seguir con vida. Te amo —dijo llorando suavecito, sabiendo que su pensamiento era el más basura de todos, pero era su realidad, era lo que la atravesaba y no podía fingir otra cosa.
—Yo también te amo —respondió Cló en igual estado que su hermana y rió entre tanto llanto al sentirse aliviada, porque temía que Aly reaccionara como lo había hecho Paulette, porque no sabría qué hacer si ella la rechazaba con tanto asco como lo había hecho su cuñada.