Capítulo 30

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Se secó el sudor de la frente e inhaló profundo, intentando recuperar el aliento perdido durante el entrenamiento. Mierda, Cló no sé había contenido ni un poco en el enfrentamiento y le reafirmó su poca habilidad para el mismo.

—Has mejorado bastante —halagó su cuñada palmeándole la espalda a la vez que le alcanzaba una botella con agua fresca.

—Pero sigo siendo bastante inútil —bromeó recibiendo la botella.

—Marcel, querido, llevo años entrenando, mi vida entera en realidad, pero no miento cuando digo que has mejorado.

—De todas formas si alguien viene por nosotros va a estar a tu nivel —dijo secándose el agua que había escurrido por la comisura del labio —. Y nosotros bien jodidos —agregó con cierto tonito de burla.

—Pero ahora sabemos algo de defensa —animó Paulette quitándole la botella de las manos.

—Esperemos que sirva —rebatió un tanto dudoso.

—Hay algunas maniobras —exclamó Alma apareciendo de la mismísima nada, como acostumbraba a hacer cada maldito día de su vida —que son sumamente efectivas y no necesitas grandes habilidades de combate para realizarlas —aseguró llegando hasta plantarse frente a ellos.

—Eso reafirma mi punto de que no sirvo para esto —respondió divertido el lobo.

—No, solo digo que pueden aprenderlas y utilizarlas como último recurso. Primero hagan lo que ella les dijo —aconsejó señalando a Cló— y, si no tienen más opciones, utilizan lo que les voy a mostrar —explicó—. Linda, ¿me haces el honor de ayudarme en la muestra? —preguntó dirigiéndose a la ejecutora, aunque el tono de satisfacción no le pasó por alto a ninguno de los presentes.

—Me llegas a hacer un solo rasguño y te muelo a palos —aseguró Cló con tono amenazante.

—Tranquila, esa carita bonita no queremos arruinarla —murmuró bien cerquita de su rostro mientras le acariciaba la mejilla izquierda con su dedo índice.

Cló se la sacó de un manotazo para alejarse varios pasos y posicionarse en medio del espacio vacío, segura de cuáles maniobras eran las que Alma desplegaría delante de sus cuñados.

Alma se giró apenitas para guiñarle el ojo a los lobos y caminó a paso lento hasta ubicarse de espaldas a Cló.

—Si los atacan, lo más seguro es que sea de espaldas, por eso conviene hacer esto. Bonita, ¿me haces el honor? —preguntó Alma mirándola apenas por encima de su hombro.

Cló bufó fastidiada y se abalanzó sobre la espalda de su Beta, intentando tomarla por el cuello para someterla. Alma, rápida como era, la sujetó con fuerza de la muñeca, apenas dobló sus rodillas y, con la fuerza de su atacante, la hizo girar sobre su espalda hasta que logró tirarla directo al suelo delante de sus pies. Elevó el pie derecho y, con el talón primero, golpeó directo en el centro del pecho de la ejecutora, misma que la insultó con ganas apenas notó su intento de golpearla, deslizándose rápidamente hacia el costado para intentar evitar el golpe.

Enfadada por tan sucia maniobra, Cló se aventó contra las rodillas de Alma, haciéndola caer de rodillas para posicionarse detrás de ella y someterla en una de sus llaves, ahorcándola con su brazo izquierdo, mismo que apretaba con mayor fuerza gracias a la palanca que podía realizar con el derecho. 

Con una sonrisa extraña, Alma giró sobre sus rodillas y logró quedar sobre la ejecutora, obligándola a liberar apenas el agarre al impactar con fuerza su espalda en el duro piso de cemento.

Los mellizos, impactados por tanta fuerza desplegada, solo intentaron analizar los movimientos, despegando sus ojos cuando Bruno y Hernán aparecieron a su lado, ambos demasiados concentrados en la pelea que se desarrollaba frente a ellos, ambos embobados por lo poderosas que se veían sus hermosas compañeras.

Chloe - Asalto finalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora