Sabrina entrenaba a su tropa con la rigurosidad de alguien que no tolera la incompetencia. Los soldados se alineaban en el campo de entrenamiento, jadeantes, después de una intensa rutina que ella había preparado. Era una líder que no pedía más de lo que ella misma podía dar, así que estaba completamente involucrada en cada uno de los ejercicios.
— ¡Otra vuelta al campo! —gritó Sabrina, mientras corría junto a ellos, su cuerpo en plena forma, moviéndose con agilidad y precisión. La rutina incluía ejercicios de alta intensidad: flexiones explosivas, sprints intercalados con saltos y levantamiento de pesos pesados. Ella misma realizaba cada ejercicio, sirviendo de ejemplo.
— ¡Vamos! ¡No quiero ver a nadie ralentizando! —ordenó con autoridad, levantando la voz sobre los jadeos y gruñidos de sus soldados.
Uno de los soldados, un joven llamado Lewis, se tambaleaba y apenas podía seguir el ritmo. Sabrina lo notó y frenó en seco, girándose hacia él con una mirada feroz.
— ¡Lewis! —lo llamó en voz alta, su tono implacable—. ¿Qué demonios crees que estás haciendo? Si no puedes mantenerte al ritmo, ¿cómo esperas proteger a tus compañeros en una situación real?
Lewis intentó balbucear una excusa, pero Sabrina lo interrumpió, acercándose hasta quedar a pocos centímetros de él.
— No me interesan tus excusas. Aquí no hay lugar para la debilidad ni la mediocridad. Si quieres estar en esta tropa, vas a demostrarlo ahora. ¡Dame 50 flexiones, aquí mismo! —ordenó con frialdad—. Y si vuelves a fallar, estarás fuera antes de que puedas decir una palabra.
Lewis, sin más remedio, cayó al suelo y comenzó a hacer las flexiones bajo la mirada dura de Sabrina, que no se movió ni un centímetro hasta asegurarse de que cumpliera.
— Cuando termines, haces una vuelta extra por el campo. Y que sea la más rápida que has hecho en tu vida. —dijo finalmente, con un tono que no dejaba lugar a réplica.
Mientras tanto, Alex Morgan observaba todo desde su oficina, las cámaras de seguridad enfocadas en el campo de entrenamiento. Sonreía ligeramente al ver la firmeza de Sabrina. Había algo en su control absoluto sobre su tropa que lo fascinaba.
— Ella es perfecta. —murmuró para sí mismo, mientras repasaba los planes para la sorpresa que había estado preparando para Sabrina. **En su escritorio, los planos de un proyecto especial estaban esparcidos, y su mirada brillaba de satisfacción.
Justo en ese momento, Reece Morgan apareció en escena. El hermano menor de Alex tenía un enfoque más suave con Sabrina, y al verla dirigirse a las duchas tras el entrenamiento, decidió interceptarla.
— Sabrina, espera. —dijo Reece, con una sonrisa. Su tono era juguetón, y los ojos de Sabrina se suavizaron un poco al verlo. Él era quien le había regalado a su perrita, una señal de su creciente interés por ella.
— ¿Qué pasa, Reece? —preguntó ella, deteniéndose mientras se quitaba el cabello empapado de sudor de la cara.
— Tengo algo para ti. Te espera una sorpresa en tu departamento. —le dijo con un guiño.
Sabrina levantó una ceja, intrigada pero cautelosa.
— ¿Y se puede saber qué clase de sorpresa es? —preguntó, mientras caminaba hacia las duchas, con Reece siguiéndola de cerca.
Lo que Sabrina no sabía era que Alex había visto todo a través de las cámaras de seguridad. Su expresión se endureció al ver a su hermano acercarse a Sabrina de esa manera. Tomando el teléfono, marcó el número de Reece con rapidez.
— Reece, ven a mi oficina. Ahora. —dijo Alex, con un tono que no admitía objeciones.
Reece frunció el ceño al recibir la llamada, pero accedió. Sabrina, ajena a lo que estaba ocurriendo entre los hermanos, siguió su camino a las duchas mientras Reece se dirigía a la oficina de Alex.
Cuando Reece llegó, Alex lo esperaba con los brazos cruzados, su rostro impasible. Pero tan pronto como la puerta se cerró, la tensión entre los dos se hizo evidente.
— ¿Qué demonios crees que estás haciendo? —gruñó Alex.
— No sé de qué estás hablando. —respondió Reece, en tono desafiante, aunque sabía perfectamente a qué se refería su hermano.
— No juegues conmigo. Sabes exactamente de lo que hablo. No me gusta que te acerques a Sabrina de esa manera. —dijo Alex, sus ojos brillando de advertencia.
— Sabrina no es tuya, Alex. —replicó Reece, cruzando los brazos también—. Y no puedes decirme qué hacer con ella.
Los dos hermanos se miraron con una mezcla de frustración y rivalidad. Las palabras se intercambiaban con rapidez, cada vez más cortantes y llenas de resentimiento.
— Si crees que puedes usar esa táctica blanda con Sabrina, te estás engañando. —dijo Alex con frialdad—. Ella necesita alguien fuerte, no alguien que le regale perritos.
— ¿Y tú qué sabes de lo que ella necesita? —replicó Reece—. No es solo fuerza lo que importa. Sabes que hay algo más entre nosotros.
La discusión continuó, con ambos hombres conscientes de que Sabrina se había convertido en más que una simple atracción para ellos. Estaban luchando por su atención, y ninguno de los dos estaba dispuesto a ceder.
la escena terminó con ambos intercambiando miradas llenas de desafío, sabiendo que la batalla por Sabrina solo acababa de empezar.
ESTÁS LEYENDO
Diferente //Sabrina Lewis//
FanfictionSoy la que decide mi destino, mi historia la escojo yo, por eso está vez nadie va a manipularme para hacer lo que ellos quieran.