El avión aterrizó con suavidad en el aeropuerto de Roma, pero Sabrina apenas notó el descenso. Su mente ya estaba enfocada en lo que venía. Italia era solo una parada en su camino hacia algo más grande. Desde que había escuchado sobre la visita de Vladimir Romanov, el hijo del jefe de la mafia rusa, supo que debía estar allí.
No era casualidad que sus estudios y conexiones la hubieran llevado hasta la central italiana, todo formaba parte de un plan mucho más calculado.Con pasos medidos, caminó por las instalaciones de la central, asimilando todo lo que podía. Los rostros, los nombres, las jerarquías.
Todo era parte del juego, una danza en la que ella debía moverse con sutileza. Al final del día, cuando se recostaba en la suite del hotel, sus pensamientos giraban en torno a Vladimir. Quería un trato, algo que la llevara más cerca del poder que tanto anhelaba. Pero para eso, debía capturar su atención sin parecer desesperada.La noche de viernes llegó con la promesa de un encuentro. Sabrina eligió con cuidado su atuendo, algo elegante, pero no demasiado llamativo.
La discoteca estaba abarrotada, justo como le gustaba. Entre la música y las luces, se mezcló fácilmente, observando, calculando, esperando. Sabía que él estaría allí, y cuando finalmente lo vio, supo que el momento había llegado. Vladimir Romanov, con su imponente presencia, estaba a pocos metros, rodeado de su séquito. La noche apenas comenzaba, y Sabrina estaba lista para dar su próximo movimiento.
La música envolvía cada rincón de la discoteca, y Sabrina se dejaba llevar por el ritmo. Bailaba como si el mundo no existiera, sus movimientos sincronizados con las luces parpadeantes que llenaban la pista de baile. Sin embargo, su mente seguía alerta, sus ojos siempre volviendo hacia la zona VIP, donde Vladimir Romanov estaba rodeado de guardaespaldas y socios.
El tiempo pasó, y después de un par de canciones más, sintió que había llegado el momento. Respiró hondo, alisando su vestido con un rápido movimiento mientras caminaba hacia las escaleras que llevaban a la zona exclusiva. Su corazón latía con fuerza, pero no era por nerviosismo, sino por la adrenalina que sentía justo antes de ejecutar su plan.
Al llegar a la entrada del área VIP, los guardias la detuvieron, pero un rápido intercambio de palabras y una mirada fría les bastó para dejarla pasar. Sabrina se acercó con calma, como si estuviera allí por casualidad, aunque nada podía estar más lejos de la verdad.
—¿Qué quieres? —La voz de Vladimir cortó el aire antes de que pudiera siquiera pronunciar una palabra.
No la miraba directamente, sus ojos fijos en el vaso que sostenía, pero su tono denotaba impaciencia.Sabrina sonrió con sutileza. Sabía que no sería fácil.
—No es habitual ver al famoso Vladimir Romanov en lugares como este. —Le dijo con tono casual, acercándose a la barra a su lado. Él no respondió, solo giró ligeramente la cabeza, clavando sus ojos fríos en los de ella.
—No me interesan tus halagos—replicó, cortante, dejando el vaso sobre la mesa con fuerza contenida— Y no me interesa lo que tengas
que decir.Sabrina no se inmutó. Sabía cómo tratar con hombres como él. Años de experiencia le habían enseñado que el rechazo inicial no era más que una prueba de resistencia.
—No estoy aquí para halagar, Vladimir. Estoy aquí para ofrecerte un trato-
Eso capturó finalmente su atención. Su mirada se endureció aún más mientras la estudiaba de arriba abajo, como si tratara de decidir si valía la pena escucharla.
—Tienes diez segundos. Habla. —dijo, aún con un tono cortante, pero ahora dispuesto a escuchar, aunque fuera brevemente.
Sabrina sonrió para sus adentros. Había logrado abrir la puerta, ahora solo tenía que empujarla un poco más.
en este universo vlad esta sano,nunca paso por lo de su mama y eso.
ilenko si la mato pero fue porque intento envenenar lo y vlad fue el que le dijo. pero como mataron a alguien de esa familia exterminaron a la familia para no dejar cabos sueltos.
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Diferente //Sabrina Lewis//
FanfictionSoy la que decide mi destino, mi historia la escojo yo, por eso está vez nadie va a manipularme para hacer lo que ellos quieran.