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Narrado por Sabrina

El último mes ha sido intenso. Las misiones, los entrenamientos, las relaciones... Todo avanza rápido. Lo veo como piezas moviéndose en un tablero de ajedrez, y yo soy la única que puede controlar el juego. Alex y Reece piensan que están en control, pero no podrían estar más equivocados.

Las misiones de rescate se han intensificado, y mi equipo sigue siendo impecable. En una operación reciente, nos adentramos en territorio italiano para sacar a varios rehenes secuestrados por un cártel colombiano. Era una situación que podría haber salido mal en cualquier momento, pero mi tropa no comete errores. Cero bajas. Cero problemas. Solo resultados. Y eso es todo lo que me importa.

—¡Muévanse! —grité a mi equipo, mis palabras cortantes como siempre—. ¡Sin margen de error!

Regresamos victoriosos, como de costumbre. Sabía que la FMEF nos tenía bajo la lupa, y la falta de bajas solo reforzaba mi reputación. No me importa la gloria o los elogios, solo el control. Porque el control es poder, y el poder es lo único que realmente importa.

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Alex ha estado mostrándose cada vez más... enamorado. Y aunque al principio lo veía como una simple ventaja en mi ascenso, ahora está empezando a ser irritante. Él pensaba que nuestra relación se había transformado en algo más profundo, pero para mí no era más que una alianza conveniente. Las cenas románticas, los gestos dulces... nada de eso significaba nada para mí. Solo eran movimientos estratégicos.

—Sabrina, me importas más de lo que puedas imaginar —me dijo una vez, tomándome de la mano después de una cena privada.

Sonreí por fuera, pero por dentro me mantenía fría. El amor era irrelevante para mí. Lo único que veía en él era su apellido, su dinero, y las conexiones que me abrían puertas. Nada más.

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Reece, por otro lado, ha seguido enviándome regalos. A veces eran flores, otras veces libros de bioquímica que sabía que me interesarían. Aunque sabía que estaba cruzando una línea peligrosa al mantenerlo cerca, no podía ignorar las ventajas. Reece es un genio en su campo, y nuestras conversaciones sobre bioquímica eran... útiles.

En una de nuestras últimas charlas, nos encontramos discutiendo sobre un nuevo proyecto que estaba desarrollando. Un componente para limpiar la sangre de una sustancia peligrosa llamada "hacoc". Esta droga estaba causando estragos en las calles, y quería ver si era posible neutralizarla antes de que causara daños permanentes en los usuarios.

—Si puedes estabilizar el componente químico, podrías impedir que el "hacoc" degrade las células sanguíneas —comentó Reece, sus ojos brillando con interés científico.

—Estoy trabajando en ello —respondí, mientras le mostraba las notas y las fórmulas en las que había estado trabajando—. Pero aún no logro que la reacción sea lo suficientemente estable.

Reece y yo discutimos varios enfoques, sumergiéndonos en detalles que habrían dejado confundidos a otros. Era refrescante tener a alguien que entendiera lo que estaba haciendo, aunque solo fuera por sus propios motivos egoístas. No me importaba. Reece era una herramienta para mí, una que podía ayudarme a lograr mis propios objetivos.

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Mi preparación para Italia también ha sido meticulosa. No dejé ningún detalle al azar. Mi equipo estaba listo, los traslados organizados, y mis planes estaban en marcha. Sabía que esta misión era importante, no solo por su complejidad, sino también por lo que significaba para mi futuro. Cada movimiento en este tablero me acercaba un poco más a mi objetivo final.

Diferente //Sabrina Lewis//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora