15

1K 159 14
                                    

Narra Alex Morgan

La suite del mejor hotel de Colombia estaba preparada para una velada inolvidable. La luz de las velas proyectaba sombras suaves en las paredes, y la música suave creaba una atmósfera íntima. La vista desde la ventana mostraba la ciudad iluminada, añadiendo un toque mágico al entorno.

Cuando Sabrina llegó, deslumbrante en su vestido rojo, mi corazón dio un salto. Habíamos compartido muchos momentos especiales antes, pero verla así, con esa elegancia y ese brillo en los ojos, siempre tenía el poder de capturar mi atención.

- Sabes que te ves maravillosa, ¿verdad? - le dije, sonriendo mientras me levantaba para abrazarla.

- Gracias, Alex. Tú también te ves bien - respondió, con una sonrisa que decía más de lo que las palabras podían expresar.

Nos sentamos a la mesa y la conversación fluyó con naturalidad. La cena era deliciosa, pero la verdadera magia estaba en los pequeños toques y miradas que compartíamos. La tensión que se generaba entre nosotros era una mezcla de comodidad y deseo, un reflejo de nuestra conexión profunda.

- Ha sido un día agotador, pero estoy feliz de poder compartir esta noche contigo - le dije mientras nuestras manos se encontraban accidentalmente.

- Yo también lo estoy - contestó Sabrina, acercándose un poco más. La proximidad hizo que el ambiente se cargara de una tensión familiar y cálida.

La cena avanzó, y cada gesto se sintió más íntimo. Susurros subidos de tono y risas compartidas se entrelazaban con la conversación, creando un vínculo aún más fuerte entre nosotros. Después de la cena, me levanté para recoger la bolsa de regalo que había preparado, deseando añadir un toque especial a la noche.

- Tengo algo para ti - dije, mientras le entregaba la bolsa con una sonrisa.

Sabrina la abrió, revelando un elegante traje de baño. Sus ojos brillaron con sorpresa y una pizca de picardía.

- Pensé que podríamos continuar la noche en el jacuzzi de la suite. ¿Te apetece? - propuse, con una mirada que prometía una velada aún más especial -

Nos dirigimos al jacuzzi, el vapor creando un ambiente envolvente. El agua caliente contrastaba con el aire fresco, y la cercanía entre nosotros se volvió aún más intensa. A medida que nos relajárnos en el jacuzzi, los susurros se convirtieron en murmullos íntimos y las caricias en toques llenos de deseo.

Ella se empezó a tocar y yo también, conocia su cuerpo como la palma de mi mano, pero no me voy a cansar nunca de sus tetas, esas hermosas las amo.

Me encanta cuando las tengo rebotando arriba de mi.

El beso hambriento que le doy la tiene chorreando y lo compruebo pasando mis dedos por su entrada, la empiezo a frotar y Sabrina se vuelve una gelatina de gemidos ante mi. Me encanta eso. Saber que se donde la puedo tocar y tenerla así.

No me aguanto más y le quitó el traje de baño que le había dado, yo me bajo el mío y de una estocada entro en ella.

El calor que me recibe me hace sonreír, extrañaba estar dentro de ella, lo de la tarde no fue suficiente, con ella no es suficiente.

Le magreo las tetas, chupo, muerdo y dejó mis marcas en ella. Me encanta y se que haría cualquier cosa por ella.

Cuando acaba la sonrió, con ella me sale tan fácil sonreír, reír, mirar, consentir, ella saca lo mejor de mi.

Finalmente, nos abrazamos, el agua caliente y la luz suave de la suite creando un ambiente perfecto para nuestra complicidad. La noche había sido una celebración de nuestra conexión, un recordatorio de lo que significaba estar juntos.

Diferente //Sabrina Lewis//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora