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𝐂𝐚𝐩𝐢́𝐭𝐮𝐥𝐨 6  ࣪𓏲ּ ᥫ᭡ ₊ ⊹ ˑ ִ ֶ 𓂃

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𝐂𝐚𝐩𝐢́𝐭𝐮𝐥𝐨 6  ࣪𓏲ּ ᥫ᭡ ₊ ⊹ ˑ ִ ֶ 𓂃

El reloj marcaba las 7:30 a.m. cuando Nini salió de su casa, envuelta en una suave brisa matutina que le acariciaba el rostro y despejaba sus pensamientos. El cielo, aún teñido de un leve rosa y azul, prometía un día claro, pero Nini no podía evitar sentir una ligera punzada de ansiedad a medida que se acercaba al instituto. Sabía que se encontraría con Mei, y aunque su amiga siempre había sido una fuente de calma en medio de sus tormentas, Nini no estaba segura de cómo transmitirle lo que sentía respecto a Kenma. Se preguntaba cómo podría explicar algo que ni siquiera ella entendía completamente.

Al llegar al instituto, el bullicio habitual la envolvió de inmediato. Grupos de estudiantes se movían frenéticamente por los pasillos, algunos riendo y conversando animadamente sobre los últimos chismes, otros discutiendo sobre tareas y exámenes pendientes. El eco de sus conversaciones y el choque de libros y mochilas creaban una cacofonía de sonidos que se mezclaban con el latido acelerado de su corazón. Nini se dirigió a su casillero con la mente abrumada por pensamientos dispersos, su mirada fija en el suelo mientras trataba de ordenar sus ideas. De repente, una voz familiar la sacó de su ensimismamiento.

—¡Nini! —gritó Mei, agitándole la mano desde el otro extremo del pasillo.

Nini levantó la vista y sonrió al ver a su amiga correr hacia ella, con la misma energía contagiosa de siempre. Mei la alcanzó en un santiamén y, sin perder el ritmo, comenzó a bombardearla con preguntas.

—¿Cómo te sientes? ¿Te recuperaste del resfriado? ¿Qué tal anoche? ¿Pasó algo interesante? —preguntó con una sonrisa pícara, obviamente esperando algún chisme jugoso.

Nini se rió y asintió, aunque su mente seguía repasando los eventos de la noche anterior.

—Sí, estoy mejor —respondió, abriendo su casillero—. Anoche fue... extraño, pero bien.

Mei arqueó una ceja, claramente intrigada.

—¿Extraño? ¿Por qué? ¿Qué pasó?

Nini estaba a punto de responder cuando algo en su casillero llamó su atención. Entre los libros y cuadernos, había un pequeño paquete envuelto en papel marrón, atado con una cinta roja. Lo tomó, sintiendo el peso ligero en sus manos, y notó un pequeño sobre blanco adherido al paquete. Mei, al ver la sorpresa en su rostro, se acercó curiosa.

—¿Qué es eso? —preguntó, inclinándose para mirar más de cerca.

Nini, todavía atónita, abrió el sobre y sacó una pequeña nota escrita con una letra pulcra y precisa. Decía:

"Un pequeño regalo para ti. Espero que te guste. -Kenma."

Su corazón dio un vuelco al leer el nombre de Kenma, y no pudo evitar sonreír. Mei, que seguía cada movimiento con ojos brillantes, prácticamente saltaba de la emoción.

—¡¿Kenma te dejó un regalo en el casillero?! —exclamó, visiblemente emocionada—. ¡Qué romántico! ¿Qué es? ¡Ábrelo!

Nini, sintiendo el rubor en sus mejillas, desató la cinta roja y abrió el paquete con cuidado. Dentro, encontró un pequeño llavero con la figura de un gato negro, hecho de un material suave al tacto. El detalle era encantador, y no pudo evitar sonreír ante la elección. Recordaba vagamente que alguna vez, durante una conversación en la cafetería, había mencionado que le gustaban los gatos.

—Es... es adorable —murmuró, acariciando el llavero—. No puedo creer que haya hecho esto.

—¡Es tan lindo! —dijo Mei, emocionada—. Definitivamente le gustas, Nini. ¡Esto es enorme!

Nini se sintió abrumada por las palabras de su amiga, pero antes de que pudiera decir algo más, su teléfono vibró en su bolsillo. Lo sacó y vio un mensaje de Kenma.

"Espero que te haya gustado el llavero. Nos vemos más tarde en la cafetería."

Nini leyó el mensaje varias veces, sintiendo cómo su corazón se aceleraba un poco más con cada lectura. La atención que Kenma le prestaba era desconcertante, pero también reconfortante, y no pudo evitar sentir un cálido cosquilleo en el estómago.

—¿Es él? —preguntó Mei, asomándose al teléfono de Nini con curiosidad.

—Sí —respondió Nini, un poco aturdida—. Dice que nos veremos más tarde en la cafetería.

—¡Definitivamente tienes que contarme todo después! —dijo Mei, dándole un codazo juguetón.

El resto de la mañana pasó rápidamente, casi sin que Nini se diera cuenta del tiempo. A pesar de sus esfuerzos por concentrarse en las clases y prestar atención a los profesores, sus pensamientos regresaban una y otra vez a Kenma y al inesperado regalo que le había dejado. En cada pausa, su mente revoloteaba alrededor del enigma de ese obsequio, y no podía evitar preguntarse qué podría significar. Mei, sentada a su lado, parecía captar la intranquilidad de Nini. No dejaba de lanzar pequeñas miradas cómplices y alentadoras que, en lugar de distraerla, la hacían sonreír a pesar de su preocupación.

Cuando finalmente la tarde llegó, Nini se dirigió a la cafetería, ansiosa por terminar su jornada escolar y comenzar su turno de trabajo. Al cruzar las puertas, el familiar aroma del café recién hecho y el suave murmullo de la música de fondo la envolvieron, proporcionándole una sensación de calma y familiaridad. Se cambió rápidamente en el vestuario del personal y se preparó para el trabajo, aunque su mirada seguía constantemente el reloj en la pared, sabiendo que Kenma llegaría pronto.

Como siempre, Kenma llegó a la misma hora y al mismo lugar de siempre. Su presencia se notaba en el aire antes de que lo viera, con la gente a su alrededor girándose para mirarlo brevemente. Entró en la cafetería con su habitual expresión serena y distante, los ojos dorados recorriendo el lugar hasta que se encontraron con los de Nini. Una leve sonrisa se formó en sus labios, una sonrisa que hizo que el corazón de Nini se acelerara una vez más. Esta vez, sin embargo, no intentó evitar la sensación. Había algo en la forma en que Kenma la miraba que la hacía sentir viva y, aunque no entendía del todo qué era, decidió que no le importaba demasiado.

Kenma se dirigió a su lugar habitual, y Nini se acercó para tomar su pedido, que ya conocía de memoria. Mientras anotaba el pedido, sus ojos se desviaron brevemente hacia el llavero que Kenma llevaba en su mochila, y una sonrisa se dibujó en su rostro. Era un detalle que no podía pasar por alto, y que de alguna manera la hacía sentir aún más conectada con él.

—Gracias por el regalo —dijo Nini, mirando a Kenma directamente a los ojos, tratando de transmitirle su sincero agradecimiento.

Kenma asintió levemente, un brillo de satisfacción en sus ojos dorados.

—Me alegra que te haya gustado —respondió, su voz tranquila y serena como siempre.

Y así, mientras el bullicio de la cafetería continuaba a su alrededor, Nini y Kenma compartieron un momento silencioso pero lleno de significado. Era un instante que, aunque breve y sencillo, tenía un peso especial para ambos, uno que ninguno de los dos olvidaría fácilmente.





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Prisión de almas ➝ Kenma / HaikyuuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora