𝐂𝐚𝐩𝐢́𝐭𝐮𝐥𝐨 13 ࣪𓏲ּ ᥫ᭡ ₊ ⊹ ˑ ִ ֶ 𓂃
Una semana había pasado desde aquella noche en la que todo había cambiado para Nini. El hospital se había convertido en su segundo hogar durante esos días, y aunque estaba agradecida por el cuidado que había recibido, no podía evitar contar los días para volver a su vida normal.
Durante esa semana, la policía había realizado varias visitas al hospital para hablar con ella. Finalmente había dado su declaración sobre lo que recordaba de la noche del asalto, desde el momento en que escuchó el vidrio romperse hasta su escape desesperado por la ventana. Los oficiales le dijeron que estaban investigando, pero hasta ahora no habían encontrado muchas pistas sobre quién había sido el intruso. Aparentemente, el extraño con el pasamontañas no había dejado muchas huellas y parecía haber sido bastante metódico en su intento de robo, si es que eso era lo que estaba buscando. Sin embargo, los detectives le aseguraron que la seguridad en su casa ahora estaba reforzada. Habían instalado cámaras, sensores de movimiento y cerraduras más robustas para evitar futuros incidentes.
—No tienes que preocuparte por volver a casa, Nini —le había dicho uno de los policías la última vez que la visitó—. Hemos hecho todo lo posible para que te sientas segura. Si hay algo más que necesites, no dudes en contactarnos.
Nini asintió, agradecida pero aún inquieta. Había una sensación extraña, una incomodidad que no podía quitarse del pecho, como si todo no estuviera resuelto del todo. Además, Kenma había estado con ella durante todo el proceso. Desde el día en que fue ingresada, él no se había apartado de su lado, salvo para ir a la cafetería y explicar la situación a sus jefes.
—Les dije que no podías ir a trabajar por un tiempo —le había comentado una tarde, sentado junto a su cama mientras ella jugaba con las sábanas—. Me aseguré de que entendieran que fue una emergencia. No te preocupes por eso.
A pesar de sus palabras tranquilizadoras, había algo en Kenma que inquietaba a Nini. Cada vez que Kuroo aparecía en la habitación para cumplir con uno de sus antojos —como el helado de chocolate, o la vez que se le ocurrió que quería una bebida específica que solo un lugar en la ciudad tenía—, Kenma cambiaba. De ser dulce y atento, pasaba a ser frío y autoritario, como si Kuroo fuera simplemente alguien a quien dar órdenes. A Nini le parecía extraño, y aunque intentaba fingir que no le molestaba, no podía dejar de notar la tensión entre ambos chicos.
Una vez, cuando Kuroo llegó con un batido que ella había pedido, Kenma ni siquiera lo miró.
—¿Lo trajiste? —preguntó sin levantar la vista de su teléfono, mientras entraba con la bebida en la mano.
—Sí, está aquí —respondió con su habitual tono relajado, aunque Nini percibió un ligero rastro de nerviosismo en su voz.
—Perfecto. Déjalo en la mesa —ordenó Kenma, con una autoridad que no admitía réplica.
Kuroo lo hizo sin decir nada más, y en cuanto se fue, Kenma volvió a ser dulce con ella, como si nada hubiera pasado. Nini no podía entender por qué Kenma actuaba así con su mejor amigo, pero decidió no mencionarlo, al menos por el momento.
Ahora, una semana después, finalmente había llegado el día en que podía salir del hospital. Estaba emocionada y nerviosa a la vez. Mei había venido a visitarla por última vez antes de que Kenma llegara para llevarla a casa. Ambas estaban sentadas en la cama de hospital, charlando sobre lo que se habían perdido en clases y poniéndose al día con los chismes del grupo de amigas.
—Te vas a perder la reunión de este fin de semana —dijo con una sonrisa—, pero no te preocupes, te mantendré informada de todo lo que pase.
Nini rió, aunque todavía sentía algo de molestia por no poder moverse bien con su pierna lesionada.
—Seguro que no me perderé de mucho —bromeó, tratando de quitarle importancia—. Pero gracias por venir a visitarme.
Mei le dio un suave abrazo antes de ponerse de pie para irse.
—Cualquier cosa, solo mándame un mensaje. Nos vemos pronto —dijo antes de despedirse y salir de la habitación.
Nini suspiró, recostándose de nuevo en la cama mientras esperaba a que Kenma llegara. Había una mezcla de emociones en su pecho: alivio por salir del hospital, pero también incertidumbre sobre lo que pasaría después. El sonido de unos pasos en el pasillo la sacó de sus pensamientos. Era Kenma.
—¿Lista para irnos? —preguntó al entrar, con una sonrisa suave que hizo que se sintiera un poco más tranquila.
—Sí, pero... Kenma, puedo caminar con las muletas, o hay una silla de ruedas, no necesitas...
Antes de que pudiera terminar la frase, Kenma se acercó y la levantó en brazos, estilo princesa, con una facilidad sorprendente para alguien que no solía mostrar tanta fuerza física. Nini se quedó boquiabierta, sorprendida por el gesto.
—Kenma, de verdad, puedo caminar. No hace falta que hagas esto —dijo, pero su voz sonaba débil en comparación con su determinación.
La miró con una leve sonrisa, aunque había un brillo de terquedad en sus ojos.
—No te preocupes por eso. Hoy te llevo yo —dijo, con un tono suave pero firme.
A pesar de sus protestas, la cargó hasta el auto donde la acomodó con cuidado en el asiento del copiloto. Nini observaba todo con una mezcla de incredulidad y aprecio. Sus padres, que habían estado esperando fuera, parecían encantados con la amabilidad y el cuidado que Kenma mostraba hacia su hija. Su madre le sonrió y le acarició la mejilla antes de despedirse.
—Cuídate, Nini. Kenma estará contigo hasta que lleguemos a casa, nosotros vamos a seguir de cerca el auto.
Nini asintió, aunque la sensación de extrañeza seguía ahí, latente, mientras él se subía al auto y arrancaba.
El viaje fue relativamente silencioso. Kenma conducía con una concentración intensa, y Nini, aún agotada por todo lo que había pasado, decidió no romper el silencio. La ciudad pasaba por la ventana en una mezcla de luces y sombras, no pudo evitar sentir un alivio profundo al saber que, finalmente, volvería a casa. Pero también, algo en su interior la mantenía alerta, como si el instinto le dijera que las cosas no eran tan simples como parecían.
Al llegar a casa, el rubio la ayudó a bajar del auto con la misma suavidad con la que la había subido. Sus padres la esperaban en la puerta, junto con los médicos que habían sido contratados para revisar su progreso desde casa. Nini sonrió, pero no podía dejar de observar a Kenma, preguntándose qué se ocultaba detrás de su dulce y protector comportamiento.
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Prisión de almas ➝ Kenma / Haikyuu
Fanfiction❥ Nini, la empleada de una cafetería, se ve atrapada en una situación inesperada cuando Kenma, un streamer famoso con una obsesión peligrosa, la secuestra. Mientras enfrenta esta inquietante realidad, una conexión inesperada comienza a florecer entr...