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𝐂𝐚𝐩𝐢́𝐭𝐮𝐥𝐨 15 ࣪𓏲ּ ᥫ᭡ ₊ ⊹ ˑ ִ ֶ 𓂃

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𝐂𝐚𝐩𝐢́𝐭𝐮𝐥𝐨 15 ࣪𓏲ּ ᥫ᭡ ₊ ⊹ ˑ ִ ֶ 𓂃

Kenma ingresó a la casa con su habitual serenidad, pero esta vez Nini lo observaba con una atención distinta. Desde el umbral, su figura se veía imponente, vestido con su chaqueta oscura que contrastaba con el calor que inundaba la sala. Al cruzar la puerta, una leve sonrisa apareció en su rostro, como si, a pesar de todo lo que había pasado, encontrara un refugio en esa casa. Nini lo notaba más tenso de lo normal, pero no mencionó nada, no quería empezar una conversación incómoda.

—¿Estás lista para ir a la casa de Mei? —preguntó Kenma, rompiendo el silencio mientras se acercaba a ella.

—Sí, ya casi termino —respondió Nini, mientras guardaba unas cosas en su bolso. Desde que la había sacado del hospital, Kenma se había mostrado más presente que nunca. Sus visitas eran diarias, y aunque Nini lo apreciaba, había algo que no terminaba de encajar.

Subieron al auto en silencio. El motor encendió con suavidad, y Kenma comenzó a conducir por las calles tranquilas del barrio. Mientras avanzaban, Nini no podía dejar de pensar en la conversación que había tenido con su abuela. Le había confesado lo que sentía por Kenma, la atracción que crecía en su interior, pero también las dudas, los momentos en los que se mostraba distante cuando Kuroo estaba presente.

Al llegar a la casa de Mei, Kenma ayudó a Nini a bajar del auto, ofreciéndole una sonrisa que la tranquilizó por un instante. Era ese contraste lo que la desconcertaba, cómo podía ser tan dulce en un momento y luego, de repente, volverse frío.

Mei los recibió con su energía habitual, una sonrisa brillante que siempre conseguía hacer que Nini se relajara.

—¡Finalmente te trajeron! —exclamó Mei, bromeando—. Ya estaba por ir yo misma a secuestrarte de tu casa.

Kenma sonrió brevemente antes de despedirse, dejándolas a solas. Las dos chicas se acomodaron en la sala, mientras Mei se servía una taza de té.

—Cuéntamelo todo, Nini —dijo Mei con tono juguetón, aunque sus ojos mostraban curiosidad real—. ¿Cómo te sientes? ¿Cómo está Kenma?

Nini dejó escapar un suspiro antes de hablar. Había tantas cosas en su cabeza, tantas preguntas que aún no había podido resolver.

—Kenma ha sido increíble conmigo, no puedo quejarme —empezó a decir Nini, dándole vueltas al borde de su taza—. Pero... no puedo dejar de sentir que algo raro pasa entre él y Kuroo. Cada vez que Kuroo aparece, Kenma cambia, se vuelve... diferente. Como si fuera otra persona.

Mei la escuchaba con atención, tomando un sorbo de su té mientras Nini continuaba hablando. La conversación se alargó, mientras Nini desgranaba sus preocupaciones, el miedo que sentía de no conocer completamente a Kenma, de no saber si realmente podía confiar en él.

—Bueno, tal vez Kenma tiene un lado oscuro que no quieres ver —dijo Mei, intentando aligerar el ambiente con una sonrisa traviesa—. Quizás él es el que intentó secuestrarte esa noche. ¿Te has planteado que sea él el que rompió la ventana?

Nini soltó una risa nerviosa, pero las palabras de Mei la dejaron pensando por un momento. ¿Podría ser posible? La idea era absurda, pero una pequeña parte de ella no podía evitar considerarlo.

—¡Mei! No bromees con eso —dijo Nini, aunque la duda ya estaba plantada en su mente. Mei se encogió de hombros, sonriendo divertida.

—Solo digo, nunca se sabe. Es muy guapo y todo, pero a veces los chicos guapos son los más peligrosos —respondió Mei con una risa ligera, aunque Nini sabía que lo decía en broma. Aun así, la sensación de inquietud no desaparecía por completo.

—No creo que Kenma sea capaz de algo así —dijo Nini, intentando convencerse a sí misma mientras jugaba nerviosamente con su cabello—. Ha sido tan bueno conmigo, tan atento. Pero, cuando está con Kuroo, todo cambia. Es como si fuera otra persona.

—Quizá Kuroo tiene algo que ver en esto. A lo mejor Kenma actúa raro porque siente que tiene que protegerte de él —sugirió Mei, apoyándose en el respaldo del sofá—. O tal vez están metidos en algo más... complicado.

Nini negó con la cabeza, aunque no podía evitar sentir un nudo en el estómago.

—No lo sé. A veces me siento paranoica, como si estuviera exagerando todo. Pero no puedo dejar de pensar en esa noche, en lo que pasó en mi casa. No sé, simplemente... no lo sé.

Mei la miró con comprensión, extendiendo su mano para tomar la de Nini en un gesto de apoyo.

—Lo importante es que confíes en tu intuición, Nini. Si algo no te cuadra, no lo ignores. Pero también tienes que darle a Kenma la oportunidad de explicarse. Si hay algo que te está ocultando, eventualmente saldrá a la luz.

Nini asintió, sabiendo que Mei tenía razón. Necesitaba confiar en sus instintos, pero también sabía que no podía acusar a Kenma sin pruebas. La conversación terminó cuando Kenma volvió a la casa de Mei para recogerla.

Cuando lo vio aparecer, su corazón latió más rápido. No podía negar lo que sentía por él, pero las dudas seguían allí, como una sombra persistente. Kenma la cargó en brazos, estilo princesa, como ya lo había hecho antes, a pesar de sus protestas.

—Kenma, puedo caminar sola —dijo Nini entre risas nerviosas, mientras él la subía al auto.

—No te preocupes, lo hago porque quiero —respondió él, sonriendo suavemente. Era tan dulce en esos momentos, pero ahora la idea de Mei seguía rondando su mente. ¿Y si realmente él estaba detrás de lo que había pasado?

De camino a casa, Nini miraba a Kenma de reojo. No podía dejar de pensar en las palabras de Mei. Sabía que no debía desconfiar de Kenma, pero la inquietud seguía latente. Llegaron finalmente a la casa, donde su abuela los esperaba con una sonrisa cálida.

Kenma se despidió poco después, asegurándose de que todo estuviera en orden antes de marcharse. Nini lo observó irse, sintiendo una mezcla de emociones. Sabía que debía hablar con él, pero no estaba segura de cuándo sería el momento adecuado. Mientras subía a su habitación, las palabras de Mei seguían resonando en su cabeza.

¿Qué pasaría si, en efecto, Kenma le estaba ocultando algo más oscuro? ¿Estaba dispuesta a enfrentarlo si resultaba ser cierto?







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Prisión de almas ➝ Kenma / HaikyuuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora