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A la mañana siguiente, parecía ser un día tranquilo, Hao paseaba por el jardín mientras acomodaba sus pensamientos, hasta que de pronto, una sirvienta se acercó a él desesperada.

—¡Su alteza, príncipe Hao! —su expresión estaba llena de miedo, algo malo debe haber pasado

—¿Qué sucede? —preguntó con tranquilidad para calmarla al ver que ella ni siquiera podía respirar bien

—Es... es...

—¿Qué es?

—Es... su majestad... el rey... acaba de fallecer...

—¿Qué...?

Hao dejó a la mujer atrás para ir corriendo de nuevo al palacio. Llegó a la cámara real viendo a su padre en su cama con los ojos cerrados y un par de chambelanes a su lado.

—Padre... padre... —comenzó a sollozar desgarradoramente, tanto que perdió el aire y su llanto se volvió entrecortado —padre...

Se arrodilló frente a la cama apoyando su cabeza al lado de su mano, ahora sin vida, y se aferró a ella, como última voluntad antes de que se lo lleven de ahí.

Sin embargo, minutos después, unos guardias desesperados se adentraron en la habitación interrumpiendo los últimos de Hao junto a su padre del que no se pudo despedir como debía.

—Sé que no es el momento —hizo una reverencia en forma de disculpas —pero una niebla negra se está esparciendo por todo el palacio, ¡tenemos que evacuar ya!

De inmediato, todos salieron despavoridos dejando atrás al castaño, quien salió último perdiendo de vista a todos.

—Descansa en paz, padre... —dijo como palabras finales y salió de la habitación

Su vista se nubló totalmente por aquella neblina que había llenado todo el pasillo, era la misma niebla que vio en la isla, por lo que sabía que se trataba de energía demoníaca.

—¡Alteza! —escuchó a lo lejos, enfrente de él, así que se dirigió a esa voz

—¡Hanbin! —gritó dando a conocer su paradero

—¡¿Hao?! —respondió a su llamado y unos pasos rápidos se oían acercarse a él —Hao... estás bien...

Lo abrazó fuertemente empezando a temblar y casi llorar por encontrarlo sano y salvo. Hao se aferró a él, y en ese instante, al sentir su roce empezó a sentirse extraño.

Al haber inhalado la niebla desde que salió de la cámara real, dejó de pensar con claridad y sus instintos primarios surgieron sin poder controlarlo.

—Hanbin... —gimió y le dio un beso lleno de deseo mientras se aferraba a él con sus manos en la espalda

—Hao... espera...

—No te detengas... —jadeó —tócame... tócame como lo hiciste antes...

Siguiendo sus órdenes, como si fuera un hechizo, le hizo caso y volvió a besarlo y tocar cada parte de su cuerpo con sus manos que poco a poco se sumergían debajo de su ropa.

Su emoción era palpable. Su rostro sonrojado avivó un fuerte deseo en el contrario y sus respiraciones se entrelazaron.

El cabello de Hanbin se tiñó de blanco ante las intensas emociones, las cuales quiso controlar al tratar de ingresar a una habitación que parecía estar libre de niebla, pero al cerrar la puerta se dio cuenta que también llegado hasta ahí.

—Mierda...

—Hanbin... sígueme tocando... —lo decía con un tono tan dulce y provocativo al mismo tiempo

Se sentó en su regazo cuando este se rindió ante la posibilidad de escapar se la niebla y dejó de sobrepensar tanto. Simplemente se dejó llevar por el toque del contrario.

—Ahí... justo ahí... tócame más... ah...

—¿Te gusta? —estimulaba su zona sensible para después quitar su ropa con determinación

—Más... más... hazme tuyo de nuevo...

Cedió ante sus súplicas, poseído por la lujuria. Le sacó toda la ropa y se colocó encima de él dispuesto a hacerle todo lo que él pedía con mucho gusto.

Lamía cada zona erógena excitándose con sus adorables gemidos que lo volvían loco. Quería más, quería comerlo entero, como un lobo a su presa.

Continuaron hasta el punto de perder la conciencia por la intensidad. Poco después, al abrir los ojos, Hao se hallaba con ropa nuevamente, como si todo aquello hubiera sido un sueño. Pero Hanbin seguía en la habitación, al lado de la ventana abierta, sin niebla por ningún lado.

—¿Bin...?

—La habitación ha sido ventilada... ¿te encuentras bien? —se acercó a él con preocupación

—S-sí... —sus mejillas aún estaban sonrojadas, y el deseo de antes había desaparecido —gracias por... bueno... eso...

—No te preocupes —sonrió —vamos, tenemos que salir del palacio, la niebla aún sigue fuera de esta puerta

—¿Cómo vamos a pasar a través de ella? —preguntó con temor y el ahora pelinegro le entregó unas camisetas húmedas

—Lo mojé y recorté yo mismo, trata de taparte la nariz y boca —le mostró como y el castaño le siguió

Abrieron la puerta viendo como de inmediato la niebla entraba a la habitación. Se escabulleron por el suelo al ver que esta sólo se extendía hacia arriba.

Mientras trataban de llegar a la entrada del palacio, la tierra tembló con dureza, como si se tratara de un terremoto. Y fue ahí, cuando Hao recordó que su corona era la que tenía una bruma oscura alrededor.

—¡Hanbin! —gritó entre la tela logrando que el mencionado volteé —creo que lo que está causando la niebla es mi corona

—¿Qué?

—Es largo de explicar... tengo que volver

—No puedes volver, esto no se ve seguro —la tierra volvió a temblar y esta vez el movimiento persistió —¡tenemos que salir de aquí, Hao!

—No puedo... —sin escuchar al Duque, se dio media vuelta y en vez de gatear, corrió hacia el lugar en donde había visto su corona por última vez

Ya no estaba.

—¡Carajo! —chilló de desesperación mirando a todos lados sin lograr ver nada más que sólo intensa niebla negra

—¿Hao? —aquella voz lo hizo volver en sí

—¿Quién anda ahí? —se acercó hacia donde venía la llamada con cautela

—Estoy por aquí... —dijo casi susurrado, pero aún así, Hao logró descifrar donde estaba

—¡Te encontré! —tomó su cuerpo fornido entre sus manos notando como su figura se presentaba ante él

—Sunghoon...

—No te puedes quedar más tiempo aquí, esta niebla te hace daño, ven sígueme

En ese instante no sabía si creerle o no, ya que sus poderes harían que se pueda teletransportar, ¿porqué lo hacía al palacio?.

Pero sin dudar más, le tomó la mano y escaparon del lugar.

Beyond The Crown ◇ HaobinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora