Capítulo 35

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Nos habíamos levantado de madrugada, ya los preparativos estaban hechos así que solo tocaba esperar, Había subido a la muralla, junto a mi estaba Jane algo más roja de lo usual sin embargo decidí ignorarlo.

Pero alguien volvió a aparecer desde las sombras, era Goldes.

—Lamento no haber podido venir antes, al menos logré avisar.

El rostro de Goldes lucía muy mal, parecía que llevaba días sin dormir, aquel Goldes de aspecto saludable e imponente se había ido.

—¿Ha pasado algo? —pregunté.

Jane se quedó cerca de mí, no se estaba escondiendo, estaba mentalmente preparada para lanzar un ataque.

—Ahora que ustedes dos son dioses, no lo creo, pero me temo que para mí fue el final del recorrido. — Goldes miraba hacia el cielo oscuro que se preparaba para volver a llover con fuerza.

—No estás usando tu típica actitud de nobleza —le comenté a Goldes.

—Cuando estás tan cerca de la muerte se vuelve estúpido. —Él sonrió y volvió a mirarnos—. Yo iba a morir de todas formas, pronto me iban a declarar la guerra, por eso hablé contigo. Si eras útil, podía conquistar este imperio débil, pero estás a punto de ganar y traicionarte, solo acabará en otra muerte. No me queda mucho para pelear mis propias guerras, pero me temo que moriré, de eso hay poca duda. Por eso quiero pedirte un favor, conquista mi imperio, acaba con mi asesino, que mi hija no busque venganza... No, al menos protege a mi familia cuando huyan, eso es suficiente.

Claro, lo pusieron en jaque, tal vez pueda ayudarlo, después de todo igualmente él me ayudó a mí.

—Podemos ayudarte, aguanta. Yo mismo lucharé a tu lado.

Pero él me interrumpió enojado, por un momento sus ojos volvieron a brillar.

—Si me apoyas en esta guerra, tu política se verá comprometida. Acabarás en una guerra que ni tú podrás ganar. No puedes ganarle a todos los dioses. Sin embargo, quien me está atacando no es un subordinado directo del Rey de los dioses. Tienes que ganar primero esta batalla y negociar con el Rey por mis tierras. Para él es bandeja de plata porque está ganando a un dios más poderoso y más tierras con influencia. Si me apoyas ahora, tendrás de rival a los dos bandos. No podrás ganar. Yo debo morir. —explicó Goldes.

—¿Por qué no huyes, puedes esconderte? —Esto vino de Jane.

—¿Qué clase de persona huye y deja a su país desprotegido? Esto no es más que las consecuencias de mis acciones políticas, simplemente perdí... —Goldes suspiró y se relajó—. La última ayuda que te voy a dar: tu enemigo viene con infantería que sabe usar magia ofensiva, amenazarlos como dios es tu mejor opción, te tendrán tanto miedo que no la usarán, te dará ventaja.

Asentí y agradecí el consejo de Goldes, este me dio la espalda y se disponía a salir volando como de costumbre, pero antes de hacerlo se giró.

—Por favor, al menos salva a mi familia. Los mandaré contigo... Por favor, protégelos, Sean Dorvin. Eres la única persona en la que puedo confiar.

—¿Por qué confías en mí? —le pregunté.

Su respuesta fue calculada y precisa.

—Entre todos los dioses, tú eres el más puro, tú y Jane. —Acto seguido, Goldes se fue.

Él se fue a luchar su propia guerra, a diferencia de sus apariciones anteriores, esta era una mentira, esta no era para ayudarnos, este era él pidiendo ayuda para su familia.

Jane suspiró y me miró. No habíamos podido entrenar o verificar nuestro poder juntos, así que ese momento era justo ahora, minutos antes de que el ejército enemigo apareciera marchando.

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