Capítulo 30

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Sean Dorvin

El sonido de la puerta nos levantó de golpe y medio dormidos. Aun con mi visión dificultosa, la adrenalina del susto me hizo pensar bastante rápido y analizar la situación. Las alarmas no suenan, ¿Asesinos? No, no hubieran hecho tanto ruido, sin embargo, mis ojos lograron captar cierto pelo rojo huyendo por la puerta y un pequeño sonido gatuno de sorpresa... Ah, ya entendí qué había pasado.

Mire a Ashley, que aunque también está adormilada, se había puesto en guardia junto a mí. No nos había dado tiempo de levantarnos de la cama y la sábana apenas cubría nuestros cuerpos desnudos, una vez entendimos la situación, tuvimos una mirada de complicidad y no pudimos evitar reírnos.

Utilizamos la ducha de la habitación; su uso original debio haber sido de tortura, pero era útil como ducha privada, ya que en las condiciones en las que estamos, una ducha es incluso difícil de conseguir. Nos vestimos y salimos de la habitación.

Era más temprano de lo usual, pero Jane y Azumi tenían razón en levantarnos, aunque no pasará nada, tenemos que esforzarnos más.

Cuando salimos de la habitación, pude ver a una Azumi sentada mientras abrazaba sus piernas y a una Jane que miraba con expresión de asco, al ver la escena, me reí.

—Queríamos despertarlos para entrenar, pero estaban ocupados. —Jane no terminó la oración.

—Mirá qué hacer ese tipo de cosas en estos tiempos... —decía Azumi.

Ashley y yo reímos.

—Vamos, par de voyeurs, vamos a entrenar. —Me burlé de ellas mientras salía por la puerta.

Conforme fueron pasando los días, los resultados empezaron a llegar y nuestros pilotos, aunque aún no se comparaban a los grandes pilotos de mi mundo, eran suficientes. El grupo de Mason también mejoró bestialmente. Aunque era más factible decir que se habían adaptado para no morir ante los entrenamientos suicidas de Mason.

Con eso en mente, ya estábamos listos. Reuní a mis generales y puse en marcha un asalto triple, atacaremos las ciudades núcleo del imperio, con eso, solo nos quedaría la capital y la fábrica de títeres, daríamos un duro golpe.

Los siervos de la metralla se quedarían defendiendo,mientras dividíamos nuestras fuerzas para atacar al mismo tiempo, aprovechamos los aviones para reconocimiento y para comenzar una revuelta, en las ciudades. Es técnicamente usar a las personas como escudo, y he sido criticado con anterioridad por ese tipo de estrategias, pero esta vez más que nunca, esta pelea no es por territorio, no es por política, es esta gente rugiendo por ayuda, esta era su pelea.

Se dividieron las fuerzas lideradas por Lombardi, Frosty y yo. Tuvimos que usar rutas no muy amigables para dar toda la vuelta al ejército interminable de acero.

La marcha del ejército tenía la mira en los cielos mientras nos acercábamos a la ciudad de Archadia, antigua ciudad fortaleza. Pudimos escuchar los disparos; había una revuelta y eso era nuestra culpa, lo sabía, los aviones habían pasado hace unas horas.

Di la orden y nos apresuramos, no recibimos disparos, solo los escuchábamos, cuando fuimos a las puertas de la muralla, todos nos quedamos callados, los mercenarios se aplastaban, se asesinaban los unos a los otros mientras intentaban desesperadamente abrir la reja de metal, pero yo conocía esa reja, no importa cuanta fuerza hicieran, eso no se iba a mover ni un solo centímetro. Después de unos momentos y sin darme tiempo a dar órdenes, todo había terminado, la reja se abrió de par en par, pase por la puerta aplastando los cadáveres, al frente estábamos Ashley, Azumi, Jane y yo, los chicos se habían ido a reforzar a Frost.

La ciudad fortaleza por dentro parecía ser unas gradas gigantescas con edificios gigantes, y frente a todos ellos, el uniforme militar verde característico hizo presencia. Estaban todos arrodillados en la calle principal, que llevaba en una sola línea recta a la salida del lado opuesto de la muralla. Arrodillada ante nosotros estaba una mujer de pelo verde, parecido al de Ashley.

Alas De La LibertadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora