Besos diferentes.

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El humor en el auto era oscuro, sombrío esa noche, y con la lluvia golpeando las ventanas, los dos hombres y las dos mujeres encontraron dificultades para dormir. Charly finalmente se quedó dormido, mucho después de la puesta de sol, y Bianca estaba en uno de esos limbos donde estaba muy cansada, pero se despertaría con cualquier ruido.

Zoe y Gustavo, sin embargo, se mantenían despiertos por el sonido de la lluvia y los pensamientos que corrían por sus cabezas. Gustavo no podía dejara de pensar en Daniel, en su arma, los zombis, su arma, la noche, su arma y en Tomás. Releyó el diario de Danna mientras Zoe estaba recargada sobre él, los ojos abiertos y mirando al frente.

Zoe no quería admitirlo, pero tenía miedo, otra vez.

- No creo que Danna tuviera toda la culpa.- Gustavo habló quedamente, haciendo a la menor brincar.

-¿Qué? - Parpadeó, mirando a Gustavo, quien se encogió de hombros. - Engañó a Daniel. Caminó hacia una horda de zombis para matarse. Les mintió a todos.-

- No, pero... si lees todo el libro, de inicio a fin, es obvio lo mucho que amaba a Daniel.-

- No tanto, por lo que parece.-

- Lo amaba más que a nada.- 

- ¿Entonces estás diciendo que, si te engañaran, creerías que realmente te amaban? -

Gustavo frunció el ceño. intentando procesar el tono de la conversación y fallando en el intento. Era algo estúpido de pensar, porque todos miraban mal la infidelidad, pero había más ahí que eso. Estaba Dylan McCarthy, quien era manipulador y sexy, y el jefe de Danna. Estaba el hecho de que todo eso era nuevo y emocionante, a pesar de que Daniel era seguro, su hogar, comodidad, él único que sí pudo haber estado para ella.

- Bueno... la gente lo ha superado antes...-

- Si te engañan, esa persona no te ama. Dejaron de pensar ti lo suficiente para estar con alguien más, y si sucede de nuevo, es porque continuó dejando de pensar de ti. Dejaron de hacerte su número uno. Dejaron de preocuparse. Dejaron de hacerte una prioridad. -

Gustavo frunció el ceño aún más, las líneas casi permanentes sobre su frente. - Zoe ¿te han sido infiel alguna vez?-

La más joven se volteó, pensando un poco, mirándose insegura por su respuesta. Cruzándose de brazos, respondió aún con su tono inseguro. - No, solo... tengo un problema con la gente tirando sus relaciones y traicionando a quienes los aman y confían en ellos.-

Gustavo colocó un dedo bajo la barbilla de Zoe, acercando su rostro para encontrase con su mirada. Inclinándose más cerca, sonrió, susurrando su respuesta.

-Oye... yo nunca te traicionaría de ninguna forma posible.-

Y ahí estaba, ese nudo traicionero en la garganta de Zoe. El que le decía que le dijera a Gustavo todo, absolutamente todo, desde sus pensamientos, hasta sus ideas. "¡Deja de ser un maldito mentiroso, Gustavo!" Pensó en decirle. Abrió la boca, y sus palabras murieron en sus labios mientras se inclinaba hacia adelante, con Gustavo encontrándolos a medio camino. Sus labios se unieron suavemente, se sentía raro. No como la primera vez.

Fue ligeramente incómodo y un poco húmedo, debido a que ninguno había
besado a nadie en un largo tiempo, pero pronto Zoe estaba sosteniendo la playera de Gustavo como si fuera su vida, y en realidad lo era. Gustavo envolvió sus brazos alrededor de su cuerpo para abrazarla y pegarla más. Gustavo parecía ser lo único a lo cual Zoe evitará que corriera e hiciera exactamente lo que Daniel hizo, excepto que ella no tenía un arma, solo su cuchillo, y...

Se separaron, y sin saberlo ninguno de los dos, Bianca había estado viendo, despertando en el peor momento para verlos juntar sus labios, se giró en cuanto el beso de ambos terminó, cerrando los ojos. Realmente nunca antes había sentido dolor en el corazón, no de esta forma, no por ver a su amado Gustavo besando a alguien más, alguien que no podía decidir si le agrada o no. No quería escucharlos susurrarse entre sí. No quería escucharlos besarse de nuevo. No quería escucharlos moverse o pensar en ellos abrazándose mientras esperaban el
amanecer.

𝐓𝐡𝐞 𝐖𝐨𝐫𝐥𝐝 𝐈𝐬 𝐔𝐠𝐥𝐲 | 𝙶𝚞𝚜𝚝𝚊𝚟𝚘 𝙲𝚎𝚛𝚊𝚝𝚒 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora