¿Así que, Zoe?

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- ¿Quién carajos eres tú? - Gustavo contestó, su voz forzada a punto de quedarse sin aliento. La suela de la bota se encajó más fuerte en su garganta, y Gustavo alzó la mano con su arma, solo para que se la pateara. La escuchó deslizarse lejos de él, pero antes de poder hacer una maniobra más con sus brazos, estos fueron anclados por encima de su cabeza. -No jodas - ¿Que mierda? ¡¿Estás loco?!-

- Cállate.- La voz soltó, su mal aliento golpeando el rostro de Gustavo y provocándole arcadas (por una razón completamente diferente a la que estaba acostumbrado, tampoco es que hubiera mucha gente con la que haya tenido contacto anteriormente).

Intentó liberarse, pero su captor se sentó a horcajadas en su cadera y presionó una mano contra su garganta. Intentó arañar su mano, pero esta solo apretó más fuerte, quitándole el aire de los pulmones lentamente.

- No haría eso si fuera tú, princesa. - Le respondió la voz, esta vez en español.

¿Princesa? ¡¿Princesa?! ¡¿Cómo se atrevía?! Él no era una princesa, muchas gracias por el cumplido de mierda.

Lanzó su mano y – de alguna forma, aunque nunca sabría cómo, porque intentar golpear a alguien cuando te están ahorcando es algo difícil – logró darle un puñetazo a la persona justo en el rostro. La persona maldijo, su cuchillo cayó y sus manos volaron a su rostro. Gustavo logró quitarse el peso de encima, parándose con torpeza, sus movimientos cansados y torpes. Alcanzó su arma y la apuntó hacia la persona, listo para disparar si tenía que hacerlo. Su mejilla ardía, y era más que probable que estuviera sangrando. La persona se quitó una especie de mascara que tenía en la cara. – aunque dudaba si realmente era una máscara, se veía horriblemente desgastada.–

- ¡¿Intentas matarme?!- Gustavo se quejó, de una manera que hizo reír a la chica, su pecho subiendo y bajando.

- Tal vez si no te hubieras escabullido y no me hubieras tomado desprevenida, no habría tenido que hacer eso.- La chica... respondió, acercándose a Gustavo. De pronto, el haz de una lámpara dio directo en su cara, haciéndolo entrecerrar los ojos. La chica hizo un sonido de aprobación, dirigiendo la luz por su cuerpo, antes de apagarla. - ¿Tienes algunas velas? -.

Gustavo bajó lentamente su arma. -¿Por qué?-

-Porque quiero jugar con ellas.-  Gustavo rodó los ojos ante la respuesta recibida. -¿No has notado que está un poco oscuro?-

- Bueno, si sabes cómo encender el transformador, en todo caso, adelante.-

-Prefiero la luz de las velas.- Admitió la chica.

- Eso lo hace sonar como si estuvieras volviendo esto en algo romántico. - Le respondió Gustavo. La chica se rió con sarcasmo. Pero al ver qué no retrocedía con su petición Gustavo suspiró, apretando los dientes, y renuentemente dirigió a la  chica escaleras arriba a la habitación en la que había estado intentando dormir. En la puerta, la chica se detuvo, haciendo un sonido de disgusto.

-¡¿Qué carajos es eso?!-

Dejó a Gustavo, dirigiéndose a la otra recámara, y abrió la puerta. Gustavo lo siguió intentando decirle que se detuviera, no queriendo entrar a la habitación del asqueroso olor, pero no tenía muchas opciones. La chica un adolescente, probablemente era como una niña que se distraía con facilidad, y probablemente se metería en muchos problemas si lo dejaba solo. - Eso... ¿eso es un cadáver? - Preguntó con cierta fascinación.

- No sé, tampoco es como si quisiera saber. - Le respondió Gustavo.

- Bueno, que aburrido. - La chica todo los ojos, y apunto su linterna. El olor asqueroso no tardó demasiado en llegar a las fosas nasales de ambos, Gustavo se llevó una mano a su nariz y boca para evitar el olor y también evitar las náuseas que estaban llegando. La chica - adolescente, idiota, lo que sea; era igual para Gustavo –  Las sábanas blancas estaban manchadas de rojo, y la fuente de los curiosos zumbidos fueron confirmados cuando ambos vieron moscas revoloteando alrededor. Una escena muy asquerosa.

𝐓𝐡𝐞 𝐖𝐨𝐫𝐥𝐝 𝐈𝐬 𝐔𝐠𝐥𝐲 | 𝙶𝚞𝚜𝚝𝚊𝚟𝚘 𝙲𝚎𝚛𝚊𝚝𝚒 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora