Tu costura es horrible

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Al principio, el problema era hacer que Zoe se callara. Ahora, hacerla hablar era un dolor de cabeza.

- ¿Y cómo sabes a dónde vamos? - Encogimiento de hombros. - ¿De verdad sabes a dónde vamos? -  Encogimiento de hombros. - ¿De casualidad perdiste la habilidad para hablar? - Encogimiento de hombros.

- Zoe, te juro que si te encoges de hombros una vez más te juro que haré. -

- ¿Harás qué, princesa? - Sus ojos entrecerrado, oscuros y retadordes.

Gustavo se detuvo, perplejo. - Te vas a arrepentir -

- Si cómo no. Así que cállate mejor. -

- ¡Pero estoy aburrido! ¡Y hemos estado caminando por horas! ¡Y no dices nada! -

- De acuerdo, bien.-  Zoe puso una mano enfrente del pecho de Gustavo para hacer que se detuviera, dándole pequeño golpe en las costillas. - Vamos a necesitar un mapa, y vamos a tener que encontrar una tienda para obtener un mapa, y luego podré decirte a dónde vamos.-

- Sí, ¿pero exactamente a dónde vamos? - Gustavo insistió, recibiendo otro pequeño golpe.

- Bueno, él dijo que iría a New Jersey, así que ahí, supongo. -

Gustavo se detuvo abruptamente, haciendo a Zoe por poco tropezarse.
- ¿Nueva Jersey? -

- Sí... - La más joven entrecerró sus ojos. - ¿Por qué? -

- Nada, es solo...- Se mordió el labio inferior. - Yo viví ahí con él, es todo. Yo debí haber sabido que ahí es a donde iría.- Si es que estaba vivo, en primer lugar.

Zoe se quedó en silencio unos segundos, y luego jaló ligeramente a Gustavo con él. -Vamos. Vayamos a encontrarlo.-

·•·

La tienda apestaba, y había moscas en todos los asquerosos lados a los que voltearon, el constante revoloteo de sus pequeñas alas era insoportable, y aunque las repisas estuvieran íntegras e inmaculadas, había marcas de sangre en las paredes y en varios artículos.

Los únicos sonidos eran los vidrios crujiendo debajo de sus botas y sus respiraciones pesadas (más a parte las moscas). Pero tan pronto como dieron vuelta en la esquina del primer pasillo, la puerta trasera se abrió de golpe, y alguien salió.

Había un hombre con cabello rizado por todos lados y un arma, llevaba una herida en su costado. Apuntó el arma directo a Zoe y Gustavo, y este último respondió al apuntar su propia arma al extraño.

- No haría eso si fuera tú.- El extraño de cabello rizado habló lentamente, como si los estuviera amenazando en lugar de estar sufriendo de dolor. Aunque era de ambos.

- Baja la tuya entonces.- Gustavo contestó, igualmente despacio. Podía sentir su corazón retumbando en sus oídos, e intentó no mostrar lo asustado que estaba. Pero aún así le salía mal.

El extraño bufó. - Como si no hubiera escuchado eso antes.- Hizo una mueca, apretando su costado con fuerza. -Baja la puta arma.- Ordenó, cambiando su tono de voz a uno más retador.

-¿Qué, para que puedas dispararme?- Gustavo interrogó.

Hubo un tenso silencio mientras se quedaron parados y quietos, con las armas apuntándose entre sí, con Zoe parado al lado de Gustavo, con la mano cerca del mango de su cuchillo.

El extraño rodó los ojos, azotando el arma contra el sucio mostrador frente a él. - ¡Bien!-

Gustavo vaciló unos segundos, antes de bajar lentamente su arma y colocarla en su espalda, en sus pantalones.

𝐓𝐡𝐞 𝐖𝐨𝐫𝐥𝐝 𝐈𝐬 𝐔𝐠𝐥𝐲 | 𝙶𝚞𝚜𝚝𝚊𝚟𝚘 𝙲𝚎𝚛𝚊𝚝𝚒 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora